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Reflexiones breves

Solo para ministros de iglesias cristianas

 

  1. Peligros al orar en grupo
  1. La libertad del Espíritu
  1. La presencia del Espíritu
  1. Los intocables
  1. No soportas a los malos
  1. Prudencia o cobardía
  1. Dominio propio
  1. David y Saulo de Tarso
  1. Adornando tu testimoni
  1. Integridad y veracidad
  1. Sirviéndole a dos señor
  1. Los planos de Jesús
  1. Les niegan el pan
  1. El hombre bajo la ley
  1. visita ministerial
  1. Preparativos p visita mi
  1. Ministerios apócrifos
  1. Poniendo a JC fundam
  1. No es su hijo
  1. Las teocracias del homb
  1. Enfermos en las iglesias
  1. Conjuros, hechizos y mal
  1. Malicia, astucia y sobrie
  1. Dictamen de fidelidad
  1. Evangelios diferentes
  1. El Espíritu de Jehová y el
  1. Urge ungir a un pastor
  1. Sueño de restauración
  1. Sumos sacerdotes
  1. Compartiendo las tradici
  1. Derrochando emociones
  1. Un tour de fe
  1. Iglesia en casas
  1. Los que presiden
  1. Presbiterio o asamblea
  1. Funciones de los pasts
  1. Funciones del maestro
  1. Funciones de los profets
  1. Funcs del evangelista
  1. Funciones del apóstol
  1. Ya no hay apóstoles
  1. Ya no hay profetas
  1. Los ministros se cuidan
  1. Quema de brujas
  1. Pecados de muerte
  1. La gran tribulación
  1. Justificamos desobedien
  1. Poder de Dios, ¿inalcanz
  1. Fuego extraño
  1. ¿quién reprende a un ap

 

 

  1. Peligros al orar en grupo

 

  1. Cuando los ministros invitan a los congregantes para que vengan al grupo de oración, es un propósito muy bueno desde luego; pero si antes no les enseñan cuáles son los peligros que conlleva orar en grupo, estarían haciendo la obra del ministerio con indolencia, y aquel día delante del Padre serán culpados los ministros por todas las ovejas que hayan caído en estos peligros, por no haberles advertido, por no haber velado sobriamente acerca de esas almas (Jeremías 48.10, Hebreos 13.17, 1ª. de Pedro 5.8).

 

  1. Por esta razón le comparto cuáles son los peligros más comunes en las iglesias al orar en grupo:

 

  1. Utilizar la oración para enseñar a los hermanos. Si no has sido constituido por Jesucristo como maestro para perfeccionar a los santos (Efesios 4.11-12), ni el Padre te ha puesto como tal (1ª. a Corintios 12.28), estarías ofreciendo fuego extraño al desempeñar una función que el Padre nunca te mandó hacer (Levítico 10.1-3).  Ni Jesucristo mismo tomó para sí la honra de hacerse sacerdote, sino que el Padre lo constituyó (Hebreos 5.3-5),
  2. Orar para tirar indirectas hacia alguno de los hermanos. Si crees que tu hermano está mal en algo o ha pecado contra ti, Jesucristo te manda que se lo digas directamente, a solas (Mateo 18.15). Hacerlo por medio de la oración es falta de honestidad (Filipenses 4.8), es una apariencia de piedad (2ª. a Corintios 5.12),
  3. Querer enseñarle a los hermanos cómo deben orar, como si orar consistiera en aprender ciertas palabras o frases que fueran mágicas, esperando que den resultado por sí mismas (Hechos 19.13-14),
  4. Intentar mostrarle a los hermanos o a los ministros lo que yo soy, para que no me menosprecien,
  5. Balconear delante de los demás a los ministros de la congregación, lo cual es otra deshonestidad delante de Dios y de los hombres,
  6. Pedirle a Dios que le ayude a la hermana Pankrazia porque anda mal en esto o aquello. Este es un demonio de chisme, disfrazado de intercesión,
  7. Pretender que los demás hermanos deben ser lo que yo creo ser (Romanos 12.3). En el Cuerpo de Cristo, cada miembro tiene su propia función (1ª. a Corintios 12.12-19, Efesios 4.16),
  8. Orar para crearnos una imagen de “espirituales” ante los demás,
  9. Establecer un control o dominio acerca de lo que quieres que los demás hagan o no hagan, digan o callen,
  10. Orar presentando mi interpretación de la palabra, para hacer evidente que la enseñanza dada por algún ministro no fue correcta,
  11. Cuando de cualquier manera se empuja a la gente obligándole a que ore en la iglesia, se le está enseñando a dar honra de labios a Dios, aunque su corazón esté lejos (Mateo 15.7-8, Isaías 29.13),
  12. Etc.

 

  1. Estas son solo 11 de las muestras de hipocresía por las que Jesús nos manda orar a solas (Mateo 6.6), para que no caigamos en ellas. Con estas actitudes se hacen evidentes las fortalezas, argumentos y altiveces que están levantadas en los creyentes por el enemigo, para no permitir que puedan verdaderamente conocer a Cristo, aunque pronuncien muchas veces su Nombre. Los ministros que militan en el Espíritu, sabrán derribar estas estructuras (2ª. a corintios 10.4-5).

 

  1. Cuando suceda alguna de estas cosas, resultaría de provecho que el presbiterio tome la decisión unánime de suspender la oración de grupo como una buena medida preventiva, hasta que se corrijan las deficiencias (Tito 1.5). Sin embargo, los ministros que militan en la carne, las tolerarán encontrando justificaciones en la misma Palabra. De esta manera se estarán haciendo cómplices de que los demonios se paseen con toda libertad en el grupo de oración.

 

  1. Mientras no tengas la certeza bien fundada de que puedes sortear estos peligros de manera eficaz, lo mejor es que ores a solas, para que el enemigo no tome ventaja en ti,  ni a través de ti contra los hermanos (2ª. a Corintios 2.11).

 

  1. Ahora bien, aún para la oración a solas (en secreto), recordemos que Dios resiste al soberbio (Santiago 4.6, 1ª. de Pedro 5.5). Por lo tanto, sería muy edificante para las ovejas de la congregación que los ministros puestos por Dios para enseñar (Romanos 12.7),  dieran la enseñanza precisa siendo administradores fieles de este misterio de la oración (1ª. a Corintios 4.1-2, Lucas 12.46-48), para que quienes reconozcan ser soberbios, antes de ponerse a orar, pasen con alguno de los pastores para que sean liberados de esta maldad.

 

  1. La libertad del Espíritu

 

  1. Se nos ha enseñado que danzar, gritar “gloria a Dios”, correr, levantar las manos, orar en lenguas y algunas otras cosas, son manifestaciones de que andas con libertad en el Espíritu (2ª. a Corintios 3.17); pero seamos sobrios y velemos (1ª. de Pedro 5.8), porque también puede ser que tales actos solo se traten de nuestras emociones desbordadas.

 

  1. Hay otras expresiones de la libertad que trae el Espíritu, las cuales verdaderamente son valiosas y no pueden ser imitadas ni disfrazadas. Hay evidencias de que éstas nos han pasado desapercibidas. Un ejemplo: Si tú afirmas que andas en el Espíritu, tienes su fruto que es amor (Gálatas 5.22), y por lo tanto no te irritas (1ª. a Corintios 13.5). Pero si todavía te enojas con alguien (Mateo 5.22), ¿Acaso puede el Espíritu estar en ti y no dar su fruto?

 

  1. Otro ejemplo: Si tú estás en el Espíritu de Cristo Jesús que da vida, entonces ya fuiste hecho libre de la ley del pecado, y por lo tanto ya no pecas (Romanos 8.1-2, Juan 8.34-36). Pero si todavía pecas, eso comprueba que no le conoces ni has nacido de Dios (1ª. de Juan 3.6-9), porque todavía no habrías sido redimido de la maldición de la ley (Gálatas 3.13 y 4.5).

 

  1. La presencia del Espíritu Santo

 

  1. No depende de que  alguno o todos hagan declaraciones de que aquí está, lo cual consiste en repetir frases aprendidas como diciendo “abra-cadabra” (magia). En realidad el Espíritu Santo viene o no viene dentro de cada uno en lo individual, y esto depende de lo que somos en casa, en el trabajo, en la escuela, etc. Para nada depende de nuestras declaraciones, porque Soberano es Dios, no nosotros.

 

  1. Y cuando alguien que viene en el Espíritu se reúne con los demás integrantes de la congregación, aunque todos los demás vengan en la carne, no le harán tropezar en nada: Ni desaliento, ni duda, ni desasosiego, ni malestares físicos, ni etc. Si es que verdaderamente está en el Espíritu. Pero si tropieza y cae en cualquiera de estas cosas mencionadas u otras, es vencido (no es vencedor), y se aparta del amor de Dios (Romanos 8.35-39).

 

  1. Por lo tanto, cuando un ministro está en esta situación y cita romanos 8.37 presentándolo como realidad en él, no está pensando honestamente (Filipenses 4.8), y tiene de sí mismo un concepto más alto del que debe tener (Romanos 12.3), lo cual es siempre de alto riesgo.

 

  1. Es muy común decir que “en esta reunión se sintió muy fuerte la presencia de Dios” y por esa razón estamos muy gozosos. Sin embargo, a Isaías la presencia de Dios le causó terror (Isaías 6.1-5). Quizá sea porque esa visión fue real, no un resultado de emociones desbordadas. En otra ocasión, la gloria de Dios era tan densa, que los sacerdotes fueron sacados del templo. Fue una experiencia real, no fue emocional, y eso que la gloria en el viejo pacto, era solo sombras de lo que habría de venir.

 

  1. Los intocables

 

  1. Los religiosos contemporáneos de Jesús se decían entre sí: “¿quién se cree este galileo ignorante, que ni siquiera estudió? (Juan 7.14-16). No hace otra cosa sino estarnos criticando, juzgando y . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ”  Y procuraban matarle (Marcos 11.18).

 

  1. Los religiosos de hoy aceptan las reprensiones que el Jesús histórico hizo a aquellos judíos, aceptan igualmente las que el Pablo histórico hizo a los hermanos de la iglesia primitiva, y a los falsos hermanos judaizantes (Gálatas 2.4-5). Sin embargo, cuando aquí y hoy alguien tiene el atrevimiento de hacer algo similar, aunque reprenda exactamente las mismas falsedades que Jesús y Pablo, es rechazado completamente por ellos. ¿Por qué sucede así?

 

  1. Porque en todos los tiempos, en todas las culturas, los seres humanos tenemos la misma naturaleza. Esa naturaleza común se manifiesta en que quienes conocen mucho de la palabra pero no son espirituales, siempre se creen intocables: Nadie les debería señalar sus extravíos (Santiago 5.19-20), nadie les debería reprender ni con la intención de que tal vez se corrijan (Hebreos 12.5, Tito 1.5); todos debiéramos tolerar sus falsedades (2ª. a corintios 11.13,-15), sus otros evangelios (2ª. a Corintios 11.4), tolerar que nos esclavicen, que nos devoren, que se enaltezcan y nos den de bofetadas (2ª. a Corintios 11.20). Debiéramos recibirles sin probarlos (Apocalipsis 2.2), aceptar cualquier doctrina que traigan (2ª. de Juan 1.10-11), y dejarles enseñar todo, incluido lo que no conviene que se enseñe en la iglesia (Tito 1.11).

 

  1. Si antaño no aceptaron las palabras de Jesús siendo ÉL quien era, es completamente natural que hoy tampoco las acepten de nadie; y lanzan las mismas preguntas, las mismas descalificaciones. En aquellos países donde las condiciones socio-políticas se los permiten, hacen hoy lo mismo que aquellos. Son las reacciones de hombres naturales que se creen espirituales (1ª. a Corintios 2.14).

 

  1. No soportas a los malos

 

  1. En el mensaje a la iglesia de Efeso, Jesucristo dice que “no puedes soportar a los malos” (Apocalipsis 2.2). Expresamente algunos ministros han manifestado la convicción de que no pueden hacer nada en la iglesia con las personas malvadas, porque no les corresponde a ellos cortar la cizaña (Mateo 13.30). Al hacer esto, están pasando por alto cinco cosas:
  • Una, que el campo al que se refiere Jesús no es la iglesia, es el mundo;
  • Otra es que el pastor debe apartar a los cabritos de las ovejas (Mateo 25.32),
  • Una más que un poco de levadura leuda toda la masa (1ª. a Corintios 5.6 y Gálatas 5.9),
  • Inclusive algunas reclamaciones del Señor (2ª. a corintios 11.20, Apocalipsis 2.15 y 2.20).
  • Y algo más: Al hacer esto así, no podrán presentar una iglesia sin mancha, sin arruga (Efesios 5.27).

 

 2.          ¿Qué galardón podrían recibir los ministros que toleran aquello que Cristo Jesús les dice    que no toleren?

 

  1. Prudencia o cobardía

 

  1. El pastor-apóstol de la casa en algún momento empezó a presentar como verdades algunos versículos interpretados erróneamente. Nada le dije en aquel tiempo, pensando en que si él afirmaba frecuentemente ser enseñado y guiado por el Espíritu, en cualquier momento lo entendería; pero paulatinamente fue agregando otras falsas enseñanzas. Pensé que la prudencia aconsejaba no interpelarlo, además porque varias veces él había mencionado que la Palabra no es para contender.

 

  1. Posteriormente pude darme cuenta que no fue prudencia, fue miedo y temor a la confrontación, fue cobardía (Efesios 5.11, 2ª. a Timoteo 4.2, Tito 1.10-11, Gálatas 2.12-14). No hubiera pasado a mayores entender esta realidad, de no haber sido porque leí que los incrédulos y cobardes tendrán su parte en el lago de fuego (Apocalipsis 21.8), y más aún, que debemos contender ardientemente por la fe que decimos habérsenos dado (Judas 1.3), para lo cual se requiere ser lo contrario de cobarde: Valiente (Mateo 11.12).

 

  1. Recientemente, convencido de que si no daba una palabra de amonestación, Dios me tomaría otra vez por cobarde, la compartí. El resultado fue rechazo total hacia la amonestación y hacia mí (1ª. a Tesalonicenses 5.12), de tal manera que fui acusado de falto de misericordia, falto de amor, de constituirme en juez de otros, de imprudente, de acelerado, de irreverente hacia el reverendo. Pero tengo la convicción de que quien quiera ser siervo de Cristo, no pondrá en primer lugar el querer agradar a los hombres (Gálatas 1.10), y el ejemplo de Pablo es para que yo ni por un momento acceda a someterme a quienes quieren tomar dominio sobre la vida de los congregantes, porque si lo hago, perderé la verdad del evangelio de Cristo (Gálatas 2.4-5).

 

  1. Esto mismo es lo que sucede con los ministros que toleran en la iglesia alguna de las cosas que no se deben tolerar (2ª. a Corintios 11.4, 19-20, Apocalipsis 2.14 y 20), que practican y aceptan lo que debieran desechar (Romanos 16.18, Efesios 4.21 1ª. a Timoteo 4.7, 2ª. a Timoteo 2.23, Santiago 1.21, 1ª. de Pedro 2.1); que desechan lo que debieran recibir, conservar, mantener (1ª. a Timoteo 1.19, 5.20;  Hebreos 12.25).

 

  1. Tibiezas, miedos, indolencias, temores, cobardías, no vienen de Dios (2ª. a Timoteo 1.7) y tienen su “premio” especial.

(ACOMPAÑAR ESTA REFLEXIÓN CON EL ESTUDIO BÍBLICO 28.- BATALLAS  Y GALARDONES).

 

  1. Dominio propio

 

  1. Una creencia muy generalizada entre los cristianos es pensar que el dominio propio consiste en que cuando estés rechinando los dientes contra algún hermano, te controles, te domines, y no explotes contra él. Suponiendo que esa interpretación sea correcta, entonces habríamos de aceptar que los actores de los siguientes versículos, ejercieron bien el dominio propio, al menos durante un tiempo (Mateo 14.5, Hechos 5.33, 7.54, 9.29, 26.21). También habríamos de concluir bajo esa interpretación, que a algunos ministros les faltó dominio propio (Gálatas 2.11ss, Tito 1.10-11, 1ª. a Timoteo 1.3, 3ª. de Juan 1.9-10, Apocalipsis 2.2).

 

  1. Esa interpretación además, da lugar a que los ministros puedan enojarse, aunque por ello sean culpables de juicio  (Mateo 5.22), no dándose cuenta de que el enojo es evidencia de no tener el amor de Dios en sí (1ª. a Corintios 13.5 . . . no se irrita, . . ). Y puesto que no fue encontrado el fruto, ya podremos preguntarnos si será porque no está el árbol (Gálatas 5.22), y si verdaderamente sean guiados por el Espíritu de Dios (Romanos 8.13-14), si ya habrán sido redimidos de la ley (Gálatas 4.5), que produce ira (Romanos 4.15), y le da fuerza al pecado (1ª. a Corintios 15.56-57).

 

  1. Y una pregunta aún más grande que las anteriores: si ya habrán sido adoptados, es decir nacidos de Dios (1ª. de Juan 3.9).

 

  1. David y Saulo de Tarso

 

  1. David tenía un corazón conforme al de Dios, por eso es que amaba la ley de Jehová. Él no tenía otra opción de búsqueda ni otro camino para agradar a Dios. Fue la única herencia escrita que recibió, e hizo muy bien en someterse a ella.

 

  1. La condición de Saulo de Tarso era la misma, y él se describe como pecador que estuvo sujeto a las pasiones pecaminosas por estar bajo la ley (Romanos 7.5), y sin embargo, también era  irreprensible en la justicia que es por la ley (Filipenses 3.6), tanto así que persiguió a los “herejes” que creían en Jesús, pensando con ello hacerle un servicio a Dios (Juan 16.2). Siendo que Saulo conocía muy bien la ley y vivía conforme a ella, y por supuesto que creía en un redentor prometido por su Dios Jehová, ¿Cómo es posible que Pablo –después que fue redimido de la ley (Gálatas 3.13 y 4.5),  diga que había sido blasfemo, perseguidor e injuriador, porque lo hizo por ignorancia, en incredulidad? (1ª. a Timoteo 1.13). Porque Saulo el irreprensible conforme a la ley, era ignorante e incrédulo en cuanto a reconocer que Jesucristo era el mesías prometido, ya que si en alguna ocasión le habría conocido; fue en la carne, como a otro cualquiera (2ª. a Corintios 5.16).

 

  1. Mas ahora nosotros, por la revelación que le dio Dios al apóstol Pablo, podemos abrigar esta esperanza: Que si llegamos a tener un conocimiento excelente de Cristo, habremos de preferir ser hallados en ÉL y no en la ley (Filipenses 3.8-10), de modo que nuestra justicia por fe en Jesucristo, pueda ser mayor que la de los escribas y fariseos por la ley, para que podamos entrar en el reino de los cielos (Mateo 5.20), presentándole ofrendas conforme al nuevo pacto, porque si lo seguimos haciendo conforme a la ley, no le vamos a agradar (Hebreos 10.8).

 

  1. Adornando tu testimonio

 

  1. El apóstol Juan, hijo de Zebedeo, anduvo con Jesús de Nazaret en persona, al igual que los más de quinientos discípulos (1ª. a corintios 15.6), y vieron la gloria del unigénito manifestada en milagros, señales, liberaciones, sanidades, prodigios, resurrecciones, etc. Por haberlo visto es que Juan pudo escribir este testimonio.

 

  1. Cuando testificamos de algo que no hemos visto al menos, ese testimonio no tiene validez. Cuando adornamos o exageramos lo que Dios haya hecho, estamos siendo falsos testigos. Nos atrevemos a mentir, como si el testimonio que nosotros vamos a dar acerca de Dios, le fuera a ÈL necesario que nosotros lo demos, para que “alguien” crea en ÉL.

 

  1. Esto equivale a descuidar nuestra propia salvación. Pero Dios tiene de sí mismo un testimonio que sí es válido, solo que para ello requiere de instrumentos aprobados (Hebreos 2.3-4). El testimonio que nosotros podamos dar de Dios no puede ser más importante y valioso que el que ÉL puede dar de sí mismo con las demostraciones de Su Poder (1ª. a Corintios 2.4-5).

 

  1. Integridad y veracidad

 

  1. Estas son dos cualidades esenciales que debe haber en todo ministro que haya sido aprobado por Dios, y se sustentan en una decisión que no es fácil tomar: ¿quieres agradar a Dios o al hombre? (Gálatas 3.10). La mayoría de los ministros que conozco carecen de ambas. A diario se presentan situaciones en las que las actitudes hacen evidente el fruto.

 

  1. Un ejemplo muy cotidiano de ello es la preferencia por decir “sí” o “no” con la intención de cuidar tu imagen, de no quedar mal con los demás, de evitar que vayan a tener de nosotros una opinión reprobatoria, etc. Preferimos quedar bien con el hombre, aunque al mentir quedemos mal con Dios. Esa es la actitud de un alma adúltera (Santiago 4.4). Decimos lo que creemos conveniente decir, aunque por dentro estemos convencidos de lo contrario, de manera que nuestro “sí” en realidad es “no” o al revés, y por lo tanto, estamos procediendo con maldad (Mateo 5.37), estamos cayendo en condenación (Santiago 5.12), y de nada sirve que nos consideremos muy espirituales (Romanos 8.1).

 

  1. Los ministros que cuidan su apariencia ante los  hombres, no pueden enseñar el camino de Dios con verdad, porque no son hombres veraces, no aman la verdad (Marcos 12.14), su enseñanza está alimentada por la falsedad, la mentira, el chisme, etc. Inadvertidamente -quizá- se gozan de la injusticia (1ª. a corintios 13.6) que surge de la simulación. Los ministros que obran así, no se van a corregir aunque toda la congregación esté orando por ellos, intercediendo (1ª. de Juan 5.16); es necesario que alguien se los diga delante de todos (Gálatas 2.11-14, 1ª. a Timoteo 5.20, Tito 1.10-11).

 

  1. Ministros en la política

 

  1. Algunos ministros entran a la política para pelear por ese poder. Y habiendo otros competidores, como solo uno lo va a alcanzar, es necesario que peleen contra los demás. Otros promueven acciones en contra de los políticos, en contra de determinadas decisiones, o a favor de algunas causas. Lo hacen con el argumento de que ganando ellos, podrán con el poder político, cambiar a la sociedad.

 

  1. El poder de Dios está disponible para todo creyente (1a. a Corintios 4.20, 2.4-5), y ese sí que de verdad puede transformar a la humanidad. No es necesario pelear con otros para ver quién lo alcanza, ya que es inagotable; pero como muchos ministros no lo tienen, les da por buscar el poder político. Ya sucedió con la iglesia católica cuando se unió con el emperador de Roma, y el resultado fue que se extraviaron de la verdad, razón por la cual van rumbo a la muerte, como si fueran incrédulos (Santiago 5.19-20). Lo mismo pasará con los ministros de hoy que incursionen en la política.

 

  1. En realidad, desde el mismo momento en que manifiestan querer una candidatura, esa es evidencia de que ya están extraviados de la verdad (Santiago 5.19-20), porque el dios de este siglo les cegó el entendimiento, aunque sean ministros (2ª. a corintios 4.4). Al andar ocupados en aquellos asuntos, no podrán ocuparse en buscar el reino de Dios y SU justicia (Mateo 6.33), con lo cual Dios añadiría el cambio que están buscando fuera de ÉL.

 

  1. Los planos de edificación

 

  1. La verdadera iglesia de Jesucristo es edificada por un grupo de santos que fueron antes perfeccionados para hacer la obra del ministerio (Efesios 4.12). Esta operación de perfeccionamiento la hicieron cinco ministros (Efesios 4.11) –no uno solo-, cada uno según la actividad que le corresponde (Efesios 4.16).

 

  1. A estos santos ya perfeccionados, el mismo Jesucristo les asignará un ministerio por medio de palabra profética e imposición de manos. En ese evento sorpresivo no programado (Hechos 13.1-3), el Espíritu Santo dará a cada uno de los nuevos ministros el don o los dones que se requieran (1ª. a Corintios 12.7-11), para que sean aptos y realicen las operaciones o actividades (1ª. a Corintios 12.5-6) que a cada uno le sean propias (Efesios 4.16).

 

  1. Las congregaciones que son edificadas por un solo ministro, al no estar construidas conforme al diseño, no son parte de la iglesia de Cristo. Lo mismo sucede con las que son edificadas con ministerios apócrifos, en base a dones naturales, a títulos y diplomas de teología y/o a conocimientos humanos de las ciencias relacionadas con la personalidad (1ª. a Corintios 1.18-19).

Enviarla con el estudio bíblico 3.- Los planos de edificación.

 

  1. Les niegan el pan

 

  1. Jesús de Nazaret nos dice a los seres humanos: “si ustedes siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos, dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo 7.11). Si las riquezas de Dios son abundantes, y han de mostrarse en todos los siglos (Efesios 2.7), ¿estarán estas riquezas limitadas solamente al aspecto espiritual? ¿La misericordia y compasión de Dios no alcanza para las calamidades de la humanidad en lo natural?

 

  1. En casi todas las iglesias cristianas se les dice y asegura a los congregantes que por el solo hecho de haber repetido la “oración de Fe”, automáticamente ya son hijos de Dios. Pero mire usted qué gran contradicción, porque la mayoría de los ministros les niega a ellos el pan que el Padre tiene para sus hijos (Mateo 15.26-27 y Marcos 7.27-28).

 

  1. Los argumentos y fortalezas (2ª. a Corintios 10.5) con que se defienden para mantener a las ovejas en condición de hijos que no reciben el pan, son muy variados; pero todas esas justificaciones humanamente muy razonables y con apariencia de piedad, tienen el propósito oculto de esconder la ausencia de fe en ellos (Marcos 16.17-18), porque tener fe es la condición espiritual necesaria para que los milagros puedan suceder hoy en día a través de ministros puestos por el Padre y no por los hombres (1ª. a Corintios 12.28).

 

  1. Se supone que los ministros de las iglesias cristianas son discípulos de Jesucristo, que hacen lo mismo que Él hizo y enseñan lo que Él enseñó. Jesús de Nazaret dio de ese pan a las multitudes, solo porque eran judíos del pueblo de Dios. Nunca les negó ni les condicionó de alguna manera, diciendo por ejemplo: “les voy a hacer el milagro de multiplicar los peces, o de sanar a sus enfermos, o de liberar a los endemoniados; siempre y cuando me sigan, sean mis discípulos, y entreguen sus ofrenda$ y diezmo$ a mis apóstoles”. Todo lo dio gratuitamente, incondicionalmente. Tampoco envió emisarios que reclamaran a los que nunca volvieron ni a dar las gracias, nunca retiró el milagro otorgado justificándose en que los hijos bendecidos no lo valoraron, que se dieron por satisfechos con el beneficio para la carne, sin buscar las cosas espirituales.

 

  1. La única causa de que Jesús no hiciera milagros en su propia ciudad, fue la incredulidad de ellos (Mateo 13.53-58, Marcos 6.6). Jesús de Nazaret tenía poder; pero Jesucristo resucitado ha recibido todo el poder (Mateo 28.18). ¿Cuál es la única causa de que Jesucristo no haga milagros hoy en  “su” propia casa, a través de “sus” ministros, entre “su” pueblo, para “sus” hermanos los “hijos de Dios”, en “sus” escogidos, con “sus” etc.? La misma incredulidad. Muchos ministros no quieren el pan para sí mismos; pero están en la puerta, impidiendo que otros entren a tomarlo (Mateo 23.13). ¿Y cómo los hijos habrían de pedir ese pan, si se les enseña que no lo pidan o que no hay?

 

  1. En conclusión: Los ministros que pecan deliberadamente (Hebreos 10.26) al negar a los hijos ese pan que Dios tiene precisamente para ellos, ¿es porque son buenos, o porque son malos? (Mateo 7.11).

Leer la rx 221.- Enfermos en las iglesias

 

  1. El hombre bajo la ley

 

  1. El evangelio de Jesucristo nos dice a través de la vida del apóstol Pablo que la condición del hombre que está sujeto a la ley, es que las pasiones pecaminosas le producen muerte (Romanos 7.5). Saulo de Tarso había vivido un tiempo sin la ley de Moisés; pero luego que la conoció, el pecado revivió en él y lo mató (Romanos 7.7-11). Esa fue su vida durante todo el tiempo que estuvo bajo la ley, de manera que hacía lo que no quería hacer, y no podía hacer lo que sí quería hacer. Esta condición humana natural bajo la ley, sin Cristo, es miserable (Romanos 7.15-24). Aquí el apóstol Pablo estaba escribiendo lo que había sido ese lapso en la vida de Saulo de Tarso.

 

  1. ¿Qué le sucedió a Saulo desde el día que iba camino a Damasco hasta el día que fue hecho libre de la ley del pecado y de la muerte? (Romanos 8.2). Lo mismo debiera suceder con nosotros, si queremos ser transformados en nuevas criaturas. Vamos leyendo Romanos 7.24-25 en la versión TLA: “Sinceramente, deseo obedecer la ley de Dios, pero no puedo dejar de pecar porque mi cuerpo es débil para obedecerla. ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo, que me hace pecar y me separa de Dios? (Aquí Pablo está hablando de lo que él era antes de convertirse a Cristo). ¡Le doy gracias a Dios, porque sé que Jesucristo me ha librado!”. (Aquí ya se está refiriendo al actual Pablo, el perito arquitecto, el ministro competente del nuevo pacto, el que ya es nueva criatura).

 

  1. Cuando Pablo fue librado de la ley del pecado y de la muerte por la ley del Espíritu de vida en Cristo (8.2), ya no había condenación para él, puesto que andaba en el Espíritu y no en la carne (Romanos 8.1). Saulo de Tarso había renunciado a las lentejas de la ley mediante el cuerpo de Cristo (Romanos 7.4), para que Pablo fuera de Cristo y no más de la ley (filipenses 3.8-10). Pablo ahora estaba libre de esa ley a la que había estado sujeto muy gustosamente, que fue el régimen de la letra del viejo pacto, y ahora estaba sirviendo a Dios en el nuevo régimen del Espíritu.

 

  1. Así que Saulo de Tarso, el irreprensible conforme a la ley, era un pecador empedernido, que no podía dejar de pecar; pero Pablo el apóstol fue redimido de la ley por Cristo (Gálatas 4.5), luego fue adoptado por Dios como hijo, y por tener SU simiente, ya no podía pecar (1ª. de Juan 3.6-9).

 

  1. Visita ministerial

 

Hn

 

Le saludo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo para ponerme a sus órdenes por si llegara usted a considerar de edificación que yo haga una visita ministerial a la iglesia donde usted ministra para compartir alguna(s) enseñanza(s) (Romanos 12.7), ya sea al equipo ministerial o a la congregación en pleno.

 

Aquí le envío adjunto una breve presentación acerca de cómo fui constituido maestro para la iglesia.

 

  1. Preparativos para visita ministerial

 

A fin de que la visita ministerial resulte de provecho y edificación para ustedes, considero conveniente que yo pueda conocer de antemano cuál es la situación espiritual de la congregación, para compartir la enseñanza eficaz, adecuada y oportuna. Por lo tanto, necesitaría que  me comentara algo en relación a los siguientes puntos:

 

  1. Esta visita tendría que ser para corregir deficiencias (Tito 1.5), no para dar palabra bonita de la cual algunos o muchos tengan comezón por escuchar (2ª. a Timoteo 4.3), pues no me interesa en nada agradar al hombre (Gálatas 1.10), y yo quiero aprovechar bien el tiempo que me queda (Efesios 5.15-17).

R.-

 

  1. Si quiere(n) usted(es) que ministre la enseñanza solo al equipo ministerial (Preferentemente),  o a toda la congregación.

R.-

 

  1. Si esperan visita de un día, de un fin de semana, de una semana completa, o de un mes.

R.-

 

  1. Cómo está integrado el equipo ministerial de esa iglesia local. Es decir: Cuántos apóstoles, cuántos evangelistas, cuántos profetas, cuántos pastores y cuántos maestros están perfeccionando a los santos (Efesios 4.11-16).

R.-

 

  1. A cuántas ovejas atiende cada pastor.

R.- El que menos, a ___, y el que más, a ___

 

  1. Igualmente, en adición al numeral 4, cuántos son los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas, los que interpretan (1ª. a Corintios 12.28-30).

R.-

 

  1. Cuáles son los dones espirituales que se están ejerciendo, y cuáles necesitan pero no se manifiestan; o cuáles no se están usando adecuadamente (1ª. a Corintios 12.7-11).

R.-

 

  1. Cuál es el organigrama de la congregación. Esto lo puede usted comentar en forma de texto o de ilustración.

R.-

 

  1. Si es evidente que a los congregantes, a los ministros o a sus hijo(a)s les ha alcanzado alguna maldición de la ley (Deuteronomio 28.15ss), como por ejemplo: abortos involuntarios __, infidelidad conyugal __, endeudamiento __,  malas cosechas __, hijos fugados del hogar __, homosexualidad o lesbianismo __ (Romanos 1.24-27), enfermedades físicas y mentales___, etc.  (1ª. a Corintios 11.27-32).

R.- Contestar Sí o No sobre el renglón. Agregar otros.

 

  1. Cuáles son las ordenanzas que practican de la ley del sacerdocio levítico (Efesios 2.15, colosenses 2.14, Hebreos 7.5-19, 10.8).

R.-

 

  1. En cuanto al hospedaje, no importa la cama, el sillón, el colchón o el piso, tampoco que se trate de un ministro (Tito 1.8), un discípulo aprobado, una oveja apenas o inclusive algún inconverso; con tal que se trate de alguna familia cuya cabeza sea hombre digno, hijo de paz (Mateo 10.11-13, Lucas 10.5-7).

R.-

 

  1. Si existen en la congregación algunos nicolaítas __, jezabelitas __, balaamitas __ (Judas 1.11, Apocalipsis 2.6, 14, 15 y 20), falsos hermanos __ (Gálatas 2.4-5),  devoradores __ (Tito 1.10-11, 2ª. a Corintios 11.20), caldereros __, Arquipos y Juanes Marcos inconstantes __, Diótrefes __(3ª. de Juan 1.9), Evodias y Síntiques __ (Filipenses 4.2), Himeneos __, usurpadores de ministerio __ (Hebreos 5.4), emisarios de Jacobo que han hecho caer en simulación e hipocresía inclusive a los ministros aprobados __ (Gálatas 2.12-14), discípulos de Apolos __ (1ª. a Corintios 16.12, 1ª. a Corintios 4.18-19), parejas que viven en adulterio y necesitarían convertirse en eunucos por el reino __ (Mateo 19.12), contenciosos __ (Romanos 2.8, 2ª. a Timoteo 2.24), profanos que se alejan del monte Sión por acercarse al Sinaí __ (Hebreos 12.16, 22 y 18), creyentes en Jesús (Juan 8.31), pero que siguen siendo esclavos del pecado (Juan 8.34) porque Jesucristo no les ha hecho libres __ (Juan 8.36).

R.- Para comentar en este caso, escriba sobre el guión la palabra si o no. Agregar otros.

 

  1. Continuación de lo anterior: Cizaña dentro de la iglesia __ (Mateo 13.38 No es lo mismo que en el mundo), mujeres ejerciendo algún ministerio __ (1ª. a Corintios 14.34), mujeres que no se cubren al orar y profetizar __ (1ª. a Corintios 11.5ss), que se visten con elegancia y sin pudor, como si fueran del mundo __ (1ª. a Timoteo 2.9, 1ª. de Pedro 3.1-4), con ropa de varón __ (Deuteronomio 22.5); si acaso haya ministros que se levantaron como lobos rapaces, y que por supuesto no abandonan la iglesia __ (Hechos 20.29-30), algún rico en bienes de este mundo, pero pobre en obras de justicia y misericordia __ (1ª. de Juan 3.17); hijos de Dios que no han obtenido ni migajas, mucho menos el pan __ (Mateo 15.27 y Marcos 7.28), etc.

R.- Escriba Sí o No sobre el renglón. Agregar otros.

 

  1. Si practican ustedes algún(nos) ministerio(s) apócrifo(s), esto es de los que abundan hoy en las iglesias pero que no fueron constituidos por Jesucristo ni puestos por el Padre (Efesios 4.11 y 1ª. a Corintios 12.28-30).

R.- Mencionar cuáles:

 

  1. Ministerios apócrifos

 

  1. Jesús sigue presentando a muchos ministros cristianos la misma acusación que hizo antaño a los escribas y fariseos por invalidar el mandamiento de Dios con sus tradiciones (Marcos 7.7-9), porque se han adoptado filosofías, huecas sutilezas y tradiciones de hombres (Colosenses 2.8), al inventar ministerios no constituidos por Jesucristo (Efesios 4.11), ni puestos por el Padre (1ª. a Corintios 12.28-30).

 

Nombre del

ministerio apócrifo

Razón, causa, motivo,

daño ocasionado

Sustituirse por la función o actividad establecida en el evangelio de JC

De alabanza, música sacra, levitas, salmis-tas, raperos, reggae-toneros,

Presentar honra de labios; pero no de corazón (Mt. 15.8, Is. 29.13). Creer que a Dios le importa la calidad de las voces, de los instrumen-tos, de la vestimenta, del equipo, etc.

La alabanza que cada congregante presenta por sí mismo (1ª. a Corintios 14.26), cuidándose de no mentirle a Dios con palabras bonitas; pero falsas. Único instrumento importante: Un corazón sincero.

De intercesión

Solo existen 2 intercesores: Jesucristo y el E.S. (Rom. 8.26-27, 8.34, Heb. 7.25).

Ruegos, súplicas, peticiones, (Hec. 1.14, 8.22, Ef. 6.18, Fil. 4.6, 1Tim. 2.1, 5.5, Heb. 5.7,  1Jn. 5.15).

De guerra espiritual

Sin resultados, es como quien golpea al aire (1Cor. 9.26), con opiniones infladas por mucha palabrería.

Oración eficaz y directa, que traiga resultados evidentes, como en los casos de Jesús, los apóstoles, los evangelistas y los diáconos de la iglesia primitiva.

De danza

La vestimenta especial es u-na obra nicolaíta (Ap. 2.6 y 15), que convierte a la ofren-da en un show de mujeres esbeltas, bonitas.

Quien quiera danzar para el Señor, hágalo de manera espontánea, sin coreografía, sin ensayos ni adiestra-miento, por un motivo específico, no porque se agendó (2º. Samuel 6.16ss).

De consejería clínica, matrimonial, psico-lógica, terapéutica, hipnosis, psiquiatría,

Cuando se utilizan conoci-mientos de las ciencias relacionadas con la perso-nalidad, lo cual Dios quiere destruir (1Cor. 1.18-19).

Ministrar conforme al poder que Dios da, para sanidad interior, liberación, para que verdaderamente Jesucristo glorifi-que al Padre (1Pe. 4.11), presentándole obras de sus redimidos, no palabras.

Adoración

Nadie puede guiar a otros (1Cor. 14.26). No es el edificio ni un altar (Jn. 4.21). No son los instrumentos musicales, el equipo de sonido ni la vestimenta. No es un culto emocional (rom. 12.1).

No se alcanza por decirlo, ni por desearlo, ni por declararlo; porque quienes no han muerto a la carne (rom. 8.13-14), o quienes están extraviados  de la verdad (Stgo 5.19), no pueden adorar en espíritu ni en verdad (Jn. 4.23-24). Es un acto personal en cualquier lugar.

Ministros que ofi-cian o dirigen

Las reuniones de la iglesia se convierten en ritos, ceremo-nias, cultos. Se pierde la libertad en el Espíritu.

Los que les presiden, que no es uno de planta, sino varios, rotativamente (1Tes. 5.12). Preside para dar participación a todos (1Cor.14.26), para que haya orden.

Misioneros

Eliminan los ministerios fun-damentadores. Son súbditos de quienes los envían y les $u$tentan.

Apóstol y profeta juntos, plantan iglesias (Ef.2.20). Refieren de la obra, no por mandato (Hechos 14.27).

Ujieres

¿Es la reunión de la iglesia un evento político, religioso o social?

Profetas a la puerta, prestos para dar palabra de parte de Dios (1Cor. 14.24-25).

Pastor gobernante, pastor principal, fa-milia pastoral, após-tol dirigente,

Quienes gobiernan la iglesia, se enseñorean de la grey, se enaltecen, esclavizan, devo-ran (2Cor. 11.20). Esta es una obra nicolaíta. La iglesia no es un negocio de heren-cia familiar.

La iglesia se cuida, no se gobierna (1Tim. 3.5). Entre los ministros no hay quien gobierna a los demás (Mt. 20.21-26). Todos se someten entre sí, como iguales (Hch. 15.; Ef. 4.1-6 y 5.21).

Padre espiritual, co-bertura espiritual

Aunque Pablo engendró a los gentiles, no les impuso ni les vendió su paternidad (1Cor. 4.15 y 2Cor. 2.14).

A nadie tengamos por padre, ni a los ministros, porque todos somos herma-nos unos de los otros (Mt. 23.1-12).

Directores, presiden-tes, superintenden-tes, reverendos (ísi-mos).

Presidir no es una función que alguien tenga en exclu-siva (1Tes.5.12). Nótese la redacción en plural.

Cuando te toque presidir, hazlo con esmero y solicitud (Rom. 12.8). Tu reconocimiento debe salir de la misma congregación (1Tes. 5.12).

Socios financieros

Tener un ingreso asegurado por alguien, te pone en riesgo de confiar en el hombre/organización, y peor aún, de ser su esclavo (2Pe. 2.19).

Que otras congregaciones o personas tengan la oportunidad de suplir tu necesidad, sin obligación, espontá-neamente (2Cor. 8), para que puedas ser libre (1Cor. 9.19).

Copastores, pastores auxiliares, ps. juveni-les,

El evangelio de JC no es que tú te sometas a alguno(s), sino todos los ministros unos a otros.

Los que ayudan, sirven, administran, interpretan  (1Cor. 12.28-30), como  mi-nistros son iguales, con el mismo requi-sito de estar llenos del E.S. (Hec. 6.1ss).

Institutos bíblicos, seminarios de capa-citación, motivado-res profesionales,

El conocimiento intelectual de la biblia, no trae perfec-cionamiento espiritual para hacer la obra (Efesios 4.12).

La aptitud para el ministerio se alcanza por la vivencia personal dentro de la con-gregación y/o acompañando a algún mi-nistro  (Tito, Timoteo, Erasto, Gayo).

Del humor, de las ar-tes, payasos, evan-gelistas de púlpito.

Están haciendo del evange-lismo una caricatura.

Evangelismo en las calles con señales, milagros y prodigios (Hechos 8.5-8).

Representación de-mocrática,

Es un error creer que las ma-yorías están en la verdad.

Los conflictos dentro de la iglesia, se resuelven por el presbiterio con deci-siones unánimes. La iglesia participa en comisionar (Hechos 15).

 

 

  1. Poniendo a Jesucristo como fundamento

 

  1. Recibí el siguiente comentario de un ministro: El fundamento ya fue puesto. Una vez y para siempre. La Iglesia de Cristo está fundamentada en Cristo, que es el fundamento que los apóstoles y profetas establecieron inspirados por el Espíritu Santo. Para que una Iglesia esté bien establecida, todo cuanto tiene que hacer es basar su fe, su vida y prácticas cotidianas en Jesús, y sus enseñanzas, que los apóstoles desarrollaron.

 

  1. Le contesté lo siguiente: Hno. Nicolás: Los apóstoles Pablo y Bernabé en su primer viaje apostólico –que no misionero-, fueron a varias ciudades de la región de Galacia, y allí ellos dos pusieron a Cristo como fundamento obrando señales, milagros y prodigios. Habiéndolo puesto también en Derbe, de allí se devolvieron en sentido contrario (Hechos 14.21-23), confirmando a los discípulos y estableciendo ancianos en cada iglesia para que esos nuevos ancianos hicieran la obra de sobreedificación. Es conveniente hacer notar que no dice que hayan constituido un anciano en cada iglesia, o un pastor, sino “ancianos” en plural (v. 23). Esto significa que constituyeron un equipo ministerial completo con cinco ministros (Efesios 4.11) por lo menos en Listra, otro equipo ministerial completo en Iconio, otro más en Antioquia de Pisidia, etc.

 

  1. En el segundo viaje apostólico que Pablo inició acompañado por el profeta Silas (Silvano) y posteriormente también por Timoteo, cuando llegó a Corinto ya iba solo (Hechos 18.1), y luego ellos le alcanzaron (v. 5). Y dice Pablo en 1ª. a Corintios 3.10 que él como perito arquitecto, puso  a Jesucristo como fundamento en la iglesia de Corinto, y lo hizo con las demostraciones del poder de Dios (1ª. a Corintios 2.4-5). Si el fundamento ya había sido puesto en la iglesia de Jerusalén, en las  de Galacia, y etc. ¿Por qué ponerlo también en Corinto?

 

  1. Posteriormente, ya en el tercer viaje, llega a Éfeso, en donde aunque ya había discípulos, no estaba puesto el fundamento porque solo habían sido bautizados en el bautismo de Juan, por Apolos (Hechos 18.24-25 y 19.3). Pablo pone a Cristo por fundamento en Éfeso, al bautizarlos en el nombre del Señor Jesús,  al imponerles las manos, y al hacer milagros extraordinarios (Hechos 19.5, 6 y 11).

 

  1. También en Filipos, Cristo fue puesto como fundamento por el apóstol Pablo y el Profeta Silas por el prodigio acontecido en la cárcel. La pregunta de Gayo, y las decisiones que tomó allí, a esa hora de la noche, muestran que su fe estuvo basada en las demostraciones del poder de Dios que acababa de experimentar (Hechos 16.26-28 y 1ª. a corintios 2.4-5).

 

  1. En Troas, también fue puesto Cristo como fundamento, con la resurrección de Eutico (Hechos 20.10). En Pafos, también fue puesto Cristo como fundamento, cuando el procónsul Sergio Paulo se maravilló con la doctrina del Señor, que no consistió en alguna palabra elocuente de Pablo, sino por la demostración de poder (Hechos 13.6-12). Y en Malta sucedió lo mismo (Hechos 28.4-9).

 

  1. En Roma, Pablo predicó el reino de Dios (Hechos 28.31). ¿Lo hizo solo con palabras tomadas de la escritura, mostrando con ello sabiduría humana? Con toda seguridad que no, pues ese no era su modo de edificar (1ª. a Corintios 4.20, 2ª. a Corintios 2.4-5 y 3.11, Efesios 2.7).

 

  1. Esto nos demuestra que el fundamento debe ponerse en cada iglesia, testificando Dios a través de sus ministros (Hebreos 2.4). Y aún así, después de que Cristo ya haya sido puesto como fundamento en una congregación, es posible que alguien lo quite. La carta a los hebreos, es decir a los judíos que supuestamente se habían convertido a Cristo, nos demuestra que ellos ya habían quitado a Jesús como fundamento, al volver hacia los pobres y débiles rudimentos de la ley. Por eso, la carta es una severa reprimenda para ellos, como debiera serlo para los ministros de hoy que están en la misma situación de haber puesto otro fundamento: La ley.

 

  1. Así que el hecho de que en algún tiempo pasado haya sido puesto Jesús como fundamento, no es garantía de que permanezca, pues puede ser quitado por ministros fraudulentos. En la iglesia de Corinto había algunos hebreos que se hacían llamar apóstoles, que estaban poniendo otro fundamento al predicar otro evangelio, otro Jesús y otro espíritu (2ª. a corintios 11.4). Por eso el apóstol Pablo habla de que volverá a ir a Corinto para probar en el poder a los que andan envanecidos con sus palabras (1ª. a corintios 4.18-20).

 

  1. Como vemos, el fundamento de Cristo fue puesto en cada una de las iglesias. Pablo no dio por hecho que el haber puesto el fundamento en una, con eso ya estaba puesto para todas. Inclusive entonces él mismo no debería haberlo puesto, si ya lo habían hecho los apóstoles de Jerusalén. Por lo tanto, el hecho de que apóstoles y profetas pusieron en cada una de ellas ese fundamento, no significa que por la obra de edificadores que hicieron aquellos ministros, hoy todas las iglesias alrededor del mundo tengan puesto el fundamento. Es necesario que cada congregación sea iniciada por apóstol y profeta, y que durante todas las generaciones, esté siendo edificada por un equipo ministerial completo, que incluya apóstol y profetas que mantengan puesto permanente el fundamento.

 

  1. Como prueba de lo anterior, le planteo lo siguiente: ¿Considera usted que la iglesia católica de hoy alrededor del mundo, los testigos de Jehová, los mormones, etc., tengan puesto el fundamento porque Dios puso la piedra en Sión? ¿O porque Pablo y Bernabé pusieron a Jesucristo como fundamento entre los gentiles de aquellas regiones gálatas, en aquellos tiempos? ¿O porque Pedro y los demás apóstoles lo pusieron  en Jerusalén? (Hechos 5.29). Si usted quiere volver a decirme que ya está puesto, dígamelo después de que me conteste estas preguntas.

 

  1. ¿Poner nosotros a Jesús como piedra angular? No señor oliveros, ya lo puso Dios. A nosotros nos corresponde sobreedificar partiendo de ese fundamento. Nada más, y nada menos.

 

  1. Usted había dicho que no somos edificadores, y ahora lo afirma. Además, de acuerdo con la idea que usted plantea, Pablo se equivocó rotundamente al poner a Cristo como fundamento en Corinto, si ya lo había puesto en Galacia, si los apóstoles ya lo habían puesto en Jerusalén, y más aún, si Dios mismo ya lo había puesto en Sión.

 

  1.  Por otra parte, una iglesia en la que se enseñe sometimiento a algunas ordenanzas de la ley, está edificada sobre la arena de la ley, no tiene por fundamento a Jesucristo, porque cualquiera que se somete a un mandamiento de la ley, está bajo maldición, debe cumplirla toda, no ha sido redimido de la ley (Gálatas 3.10 y 13), se desliga de Cristo (Gálatas 5.4), y no puede heredar ninguna gracia por ser hijo de la esclava (Gálatas 4.30 y 24-25), pues la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo, no por la ley (Juan 1.17).

 

  1. No es su hijo

 

  1. Los profetas que vivieron durante los más de mil años de vigencia temporal del viejo pacto (Gálatas 3.19), profetizaron con mucha precisión algunas características y acontecimientos acerca de Aquél que sería la simiente prometida a Abraham. Por esta circunstancia histórica es que aparentemente el cristianismo nace del  judaísmo, lo cual nos ha llevado a vivir en una mezcla de la verdad pasada de la ley, con la verdad presente del evangelio de Jesucristo. Sin embargo, es necesario entender que el Mesías no fue prometido bajo la ley, porque Dios ratificó el pacto 430 años antes de dar la ley (Gálatas 3.17).

 

  1. El resultado de esta mezcla es que quienes todavía hoy practican algunas ordenanzas del sacerdocio levítico aunque se llamen “cristianos” (Juan 8.31-47), a ellos les parece que en la ley tienen vida eterna (Juan 5.39-40), son celosos por ella (Hechos 21.20) y no quieren desprenderse de esa ley con que le dan fuerza al pecado, aunque les causa muerte (1ª. a Corintios 15.56). Posteriormente Pablo escribiría sobre ellos, que tienen celos por los gentiles, pero no conforme a ciencia, porque ignoran la justicia que Dios les ofrece a través de Jesucristo (Romanos 10.1-3).  El celo por aplicar la ley a los gentiles es en la carne (Gálatas 4.17), y lo confunden o lo maquillan como celo que les consume por la casa de Dios (Juan 2.17).

 

  1. La herencia ofrecida por Dios al mundo a través de la promesa concedida a Abraham, no la podemos recibir por medio de la ley (Gálatas 3.18, 4.21-25, Juan 1.17), dado que la ley produce esclavos que están encerrados en la cárcel del pecado (Gálatas 3.22-24, 4.21-25), y los esclavos no pueden heredar ninguna gracia (Gálatas 4.30). Si verdaderamente ha venido a mi la fe en Jesucristo, ya no estoy sujeto a esa ley (Gálatas 3.25), porque la ley del Espíritu de vida me habrá liberado de aquella ley que en mi producía pecado y muerte (Romanos 8.2, 1ª. a corintios 15.56-57).

 

  1. Toda gracia y verdad solo pueden ser halladas en Jesucristo (Juan 1.17), por los que primeramente hallamos sido redimidos de la maldición de la ley, y después de esa redención, los que hayamos recibido la adopción de hijos de Dios (Gálatas 4.5). Jesús nació de una mujer bajo la ley, pero no nació de la ley (Gálatas 4.4), pues si la herencia fuera por la ley, eso anularía la promesa (Romanos 4.14). En Jesucristo hay una esperanza mejor a lo que nos puede ofrecer la ley (Hebreos 7.18-19, 8.6).

 

  1. De manera que el nuevo pacto es hijo de la promesa; pero no hijo de la ley del pacto de esclavitud, porque entonces Jesucristo tendría esos mismos genes. Si el viejo pacto fuera papá del nuevo, Jesús de Nazaret tendría que haber nacido de la tribu de Leví, y en consecuencia,  Jesucristo tendría que ser mediador del viejo pacto (Hebreos 8.6).

 

  1. Las teocracias del hombre

 

  1. En todas las culturas del mundo ha existido la mal llamada “teocracia”, pues el término se aplica al gobierno ejercido por hombres que dicen ser representantes de Dios, de manera que se desempeñan como sus intermediarios. Generalmente ejercen señorío y explotación de múltiples maneras sobre los pueblos.

 

  1. La teocracia que desde tiempos antiguos Jehová Dios quiere ejercer entre su pueblo, es directo con cada una de las personas que le entregan su vida al  único Señor con facultades de gobernar al hombre: Jesucristo. Los ministros que en las iglesias toman la función de gobernantes sobre el pueblo de Dios, apoyándose en la idea de que Dios es una teocracia pero no una democracia, están usurpando el señorío de Cristo al desempeñar lo que en realidad viene a ser una antropocracia: el gobierno de un hombre sobre los hombres.

 

  1. Enfermos en las iglesias

 

  1. Si en la congregación donde usted ministra  junto con otros ministros que se someten unos a otros como a iguales conforme al diseño de Cristo (Efesios 4.11, 1ª. a Corintios 12.28-30, Efesios 5.21), y sin embargo hay algunos o muchos que padecen diversas enfermedades, esa es una realidad que usted puede considerarla como normal porque sucede en “todas” las iglesias; pero también podría usted ver que la naturaleza del evangelio de Cristo es tal, que en las congregaciones fieles que no se han extraviado de la verdad (Santiago 5.19-20) no hay enfermos, porque todos son sanados. Esas son las evidencias de autenticidad tanto en Jesús de Nazaret (Juan 3.2), como en los ministros de la iglesia primitiva (Hechos 5.16, 1ª. a Corintios 4.18-20, 2ª. a Corintios 12.12, Hebreos 2.4).

 

  1. Entonces ¿por qué se considera normal que haya enfermos en las iglesias? A continuación le expongo los puntos en que nos hemos extraviado como para que suceda esto:

 

  1. Muchos enfermos no piden a los ancianos que oren por ellos (Santiago 5.14),
  2. Muchos ministros oran por enfermos pero no obtienen resultados (Santiago 5.15 y Marcos 16.17-18),
  3. Guardamos las ofensas que nos hacemos unos a otros en lugar de confesarlas (S. 5.16a), o bien desparramamos como chisme o murmuración (2ª. a Corintios 12.20), las que recibimos,
  4. No sabemos orar eficazmente (S. 5.16b),
  5. Nos complace mucho orar; pero no somos justos (S. 5.16c),
  6. Muchos participan de la cena del Señor indignamente, por no discernir el Cuerpo (1ª. a Corintios 11.29),
  7. Otros la toman indignamente porque también participan del tabernáculo al desempeñar alguna función del sacerdocio levítico (Hebreos 13.10),
  8. Muy pocos son los ministros que verdaderamente están investidos de poder (Hechos 1.8),
  9. Los creyentes en su mayoría no han sido redimidos de las maldiciones de la ley (Gálatas 4.5),
  10. Aparentemente nos ponemos de acuerdo; pero los resultados nulos comprueban que no es cierto, porque un acuerdo delante de Dios, no es asunto solamente de palabras, sino también de intenciones,
  11. Los ministros que no han sido investidos de poder, es porque no se esperaron (Hechos 1.8).

 

  1. Nuestros extravíos de la verdad del evangelio de Jesucristo, hacen que vayamos rumbo a la muerte, igual que cuando “éramos” inconversos (Santiago 5.19-20).

 

  1. Recibí el siguiente comentario: . . . . . si hiciésemos una encuesta, encontraríamos que en todas nuestras comunidades cristianas existen enfermos, no necesariamente por las causas a las que aparentemente se atribuyen en el NT,

 

  1. Pero tenga usted en cuenta hermano Álvaro, que el mismo Jesucristo a través de Pablo, nos revela en esta porción de la carta a los corintios que esta es UNA de las causas espirituales por las cuales hay enfermos en las iglesias (1ª. a Corintios 11.27-30), lo cual coincide con el principio que rige a toda la humanidad, mismo que fue anunciado por Dios desde tiempos antiguos (Deuteronomio 28.27-29, 35, 45, 59-61). Por lo tanto, afirmar que las enfermedades son a causa de la indignidad al participar de la cena, o a aquellas maldiciones que nos alcanzan, no es estar hablando de que aparentemente se atribuyen a, sino de una realidad establecida por Dios en sus leyes universales, y además muy comprobada por la raza humana.

 

  1. No siempre la enfermedad tiene un origen espiritual, de lo que Pablo habla es una situación en particular, como la de toda la iglesia de Corinto.  Si esto lo aplicamos siempre, cometemos el lamentable error de hacer que muchas personas se sientan mal con Dios hasta por padecer una enfermedad.  Recordemos aquel ciego que Jesús sanó, del que le preguntaban si es que él había pecado o sus padres habían pecado como si fuese una razón para su deficiencia (que al fin es enfermedad).

 

  1. Según lo que me dice Dios en SU palabra, son la rebeldía, el pecado, la desobediencia, etc., las causas espirituales de toda enfermedad (Deuteronomio 28.61), y no decirle esta verdad al pueblo en la congregación para que no se vayan a sentir mal, es negarles la libertad que puede traerles el conocimiento de la verdad (Juan 8.31-36), es estar a la puerta sin entrar, y estorbando para que el pueblo tampoco entre (Mateo 23.13).

Leer la rx 213.- Les niegan el pan

 

  1. Conjuros, hechizos y maldiciones

 

  1. En la cultura que hemos aprendido del mundo, es muy común la idea de que las calamidades que le suceden al ser humano tienen su origen en que alguien que te tiene mala idea ha ido con un brujo o hechicero y te ha puesto un conjuro, un hechizo, una maldición. Y entonces tú vas con otro brujo “bueno” o que practica la magia “blanca” para que te lo quite, y asunto arreglado.

 

  1. La realidad es que Dios tiene establecida una ley espiritual que determina lo que le sucede al ser humano. Dios ha puesto delante de nosotros la bendición y la maldición, la vida y la muerte (Deuteronomio 30.19). Por lo tanto, nadie ajeno a ti tiene poder sobre ti para hacer esos conjuros, hechizos y maldiciones. Solo tú y tu ascendencia hasta cuatro generaciones lo determinan (Éxodo 20.5). Y nadie tiene poder sobre ti o sobre otros, para quitarlos de encima de ti, porque solo Jesucristo es redentor.

 

  1. Y puesto que todos hemos pecado desobedeciendo las ordenanzas de Jehová, es natural que a todos nos alcancen algunas de las maldiciones de la ley. Ambas cosas –maldiciones y bendiciones- están detalladas en Deuteronomio 28.

 

  1. Pero Jesús de Nazaret nació de mujer, nació bajo la ley, cuando se cumplió el tiempo que Dios había determinado para que esa ley pudiese quedar abolida (Efesios 2.15 y colosenses 2.14) a través del cordero perfecto cuyo sacrificio sí paga la deuda completa. Es decir que por la muerte de Jesús, podemos ser redimidos de las maldiciones de la ley. Cuando se realiza esta redención en ti, se efectúa el pago de la deuda de maldición, para que ya no seas nunca más esclavo vendido al enemigo por esa deuda (Gálatas 4.4-5a), para que ya no te alcancen las maldiciones de la ley (Gálatas 3.13).

 

  1. Por lo tanto, quienes en un acto individual y personal, han sido redimidos de las maldiciones de la ley por Jesucristo, ya pueden recibir la adopción de hijos de Dios (Gálatas 4.5b). En otras palabras: Dios no adopta como hijos a quienes todavía son esclavos de la ley (Gálatas 4.21-25) alcanzados por sus maldiciones, porque los esclavos no pueden heredar ninguna gracia (Gálatas 4.30).

 

  1. La redención por la que Jesús murió en la cruz, no sucede de manera automática, no la puedes obtener por solo haber repetido una oración, aunque te hayan asegurado: “ya eres hijo de Dios”. Eso es una mentira disfrazada de verdad muy bonita. Para ser redimido, es necesario que seas hecho libre del pecado, y para que seas hecho libre del pecado, necesitas conocer la verdad y vivir en la verdad del evangelio de Jesucristo, y para conocer la verdad necesitas convertirte en discípulo de Jesús, y para eso necesitas permanecer en SU palabra (Juan 8.31ss).

 

  1. Lamentablemente, la mayoría de las personas que acuden con regularidad a la iglesia –incluidos los ministros- no permanecen en SU palabra, debido a las muchas filosofías y huecas sutilezas del mundo que se han introducido en las iglesias (Colosenses 2.8), con las cuales seguimos invalidando el mandamiento de Dios (Marcos 7.7-9). Por esa razón, muchos ministros ignorantes de la verdad de Jesucristo afirman que nunca podrán dejar de pecar, con lo cual hacen mentiroso a Dios (1ª. de Juan 3.6-9), y son alcanzados por alguna(s) maldición(es) junto con su familia.

 

  1. Malicia, astucia y sobriedad

 

  1. Si una congregación tolera a quien abiertamente vive en pecado, los tolerantes pudieran por ello saber a ciencia cierta que se encuentran en un pecado quizá peor: bajo la dirección del demonio de malicia, en cuyo caso estaríamos celebrando la fiesta del Señor con levadura vieja que contamina a todos. En cambio, si somos sinceros y estamos en la verdad, nos ocuparemos más en juzgar a los de dentro, y nos olvidaremos de juzgar a los de fuera (1ª. a Corintios 5.1-13).

 

  1. Quienes se “deleitan en el Señor” orando en lenguas en la iglesia sin que haya interpretación, y más aún sin que muestren evidencias del fruto del Espíritu, son niños maliciosos que no han madurado en su forma de pensar, porque se están ocupando en proyectar una imagen de espiritualidad que no es verdadera, en realizar una acción que no edifica a los otros, porque les lleva a recibir admiración por falta del discernimiento (1ª. a Corintios 14.15-20).

 

  1. Son cristianos maliciosos quienes teniendo las oportunidades enfrente de sí mismos, no hacen misericordia con los desvalidos, con los necesitados; los que no pueden perdonar alguna ofensa (Efesios 4.31-32). Están en malicia  los que no son movidos a compasión por las desventuras y sufrimientos de “sus hermanos”, y prefieren disfrutar de las bendiciones que Dios les ha dado en lugar de aumentar sus frutos de justicia (2ª. a Corintios 9.10). La malicia les lleva a seguir presentando ofrendas vanas conforme a la ley (Hebreos 10.8), que no tienen olor grato por más que lo declaren, lo decreten, lo anuncien. La malicia no les deja presentar ofrendas nuevas que podrían pasar la prueba de fuego (1ª. a Corintios 3.12-13). Esto sí es ponerse el vestido de novia (Apocalipsis 19.8).

 

  1. Es la malicia quien lleva a los hermanos a seguirse mintiendo unos a otros, a no ser sinceros, a continuar en relaciones de apariencia; razones por las cuales están bajo la ira de Dios aun cuando ellos creen vivir bajo la gracia, tanto así que se gozan “en SU presencia” (Colosenses 3.6-9). La malicia hace que muchos ministros enseñen que  el don de Dios recibido por ellos gratuitamente (Mateo 10.8), puede comprarse con dinero (Hechos 8.20), y por eso tuercen la palabra poniendo el énfasis de lo generoso en la cantidad, pidiendo para sí mismos, no para otros (2ª. a Corintios 9.5-10), sin importarles que los que obran queriendo recibir el doble, se conviertan en asalariados (Romanos 4.4), en esclavos de la ley que no podrán heredar gracia alguna (Gálatas 4.21-25 y 30).

 

  1. La malicia no permite a los cristianos estar dispuestos a hacer buenas obras (Tito 3.1-3), y eso aunque Jesús dijo claramente a dónde enviará a quienes no las hayan hecho (Mateo 25.31ss). La malicia les lleva a justificarse de que no son salvos por obras, impidiéndoles ver en el siguiente versículo que fueron creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras. Así que si su cristianismo no desemboca en buenas obras (Efesios 2.8-10), ya podrán preguntarse si verdaderamente son nuevas criaturas (2ª. a corintios 5.17). Y aún así, se creen ser luz del mundo; pero el mundo no mira sus buenas obras, porque no las hacen (Mateo 5.16).

 

  1. Quienes toleran que en sí mismos permanezca la abundancia de malicia (Santiago 1.19-22), son llevados prontamente a la ira que los convierte en injustos, y por ello no pueden entrar al reino de los cielos y se exponen al infierno de fuego (Mateo 5.20). Reciben con incertidumbres la palabra implantada, y en consecuencia no alcanzan ni su propia salvación (Santiago 1.21), y por más que escuchen a Jesús decirles “hagan esto, no hagan aquello”, la malicia les engaña para que hagan exactamente al revés. Por eso es que en las iglesias hay muchos oidores gozosos, y pocos hacedores que se esfuerzan (Lucas 13.23-24).

 

  1. La malicia se hace acompañar de hipocresía y engaño, lo cual lleva a los cristianos  a aceptar la leche adulterada servida en los biberones por los ministros nicolaítas, balaamitas, jezabelitas (Apocalipsis 2.6, 14, 15 y 20); quienes disfrazados de luz, les enseñan a fornicar con otros evangelios (2ª. a Corintios 11.4 y 20, Gálatas 1.6, 2.4-5 y 3.1-3). Estos ministros, por afán de ganancia deshonesta enseñan lo que no debieran enseñar en la iglesia, y aunque les trastornen toda su casa (Tito 1.10-11), los creyentes gustan de esta malignidad, porque se la presentan como benignidad del Señor (1ª. de Pedro 2.1-3).

 

  1. Los ministros maliciosos encuentran quiénes les sigan ciegamente: Ingenuos, crédulos, sin astucia, ebrios de experiencias emocionales. Pero en el evangelio de Jesucristo está la recomendación de que seamos astutos y que velemos con sobriedad, para que el león rugiente no nos devore a través de esos ministros (1ª. de Pedro 5.8). Algunos ministros solo enseñan que las ovejas no sean maliciosas, y de esa manera se están encaminando –consciente o inconscientemente- hacia ser intocables, para tomar señorío de la grey (1ª. de Pedro 5.3).

 

  1. Los astutos y sobrios que vencieren, tendrán su galardón, y los cobardes que toleren lo que no debieran tolerar, también tendrán su premio (Apocalipsis 21.8).

 

  1. Dictamen de fidelidad

 

Hno(a). pastor(a):

 

  1. Me estoy poniendo en contacto con usted para ofrecerle de gracia lo que de gracia he recibido. Esto significa que en caso de que usted acepte recibir este servicio, no le pediré pago alguno, ni en dinero, ni en alguna relación subordinada, ni exigiéndole que haga cambios, ni de alguna otra manera, porque el único galardón que espero es del Señor. La relación que llegáramos a establecer si acaso usted me contesta, terminará en el momento en que usted así lo indique.

 

  1. El Señor me ha concedido por su Espíritu (Juan 16.13), entender (Lucas 24.45) que el viejo pacto y el nuevo pacto son diametralmente opuestos, y veo con tristeza que en las iglesias cristianas hay una mezcla de ambos pactos, de manera que se sirve vino nuevo en odres viejos, o vino viejo en odres nuevos. Los ministros que edifican así la iglesia,  están en un gran extravío de la verdad y van rumbo a la muerte, igual que cuando “eran” inconversos (Santiago 5.19-20).

 

  1. De acuerdo con lo anterior, yo le proporcionaría un dictamen acerca de los puntos en los que no estuviera usted edificando la iglesia fielmente conforme al diseño de Jesucristo. Para ello, podríamos empezar con la oportunidad de visitar a su iglesia en forma virtual a través de su página de Internet. De esa manera, yo podría identificar algunos aspectos. Después continuaríamos con otras muestras, tal como se hace hoy en cuestiones de enfermedades físicas en los laboratorios para conocer la situación del paciente, las causas, y el antibiótico adecuado.

 

  1. Evangelios diferentes

 

  1. El evangelio de Cristo Jesús se centra en la negación de uno mismo en servicio a los demás. Los otros evangelios que se predican en muchas iglesias cristianas tienen gran aceptación porque están centrados en la complacencia del “creyente”, en la automaticidad e inmediatez de las gracias, son egocentristas. Quienes anhelen ser discípulos de Jesús y no de los hombres, necesitan aprender el evangelio de Jesús.

 

  1. Para que usted se dé cuenta en qué situación está, en una hoja de papel haga dos columnas, y escriba en la primera lo que es importante según usted, lo que  hace usted, lo que le gusta, lo que le llena, lo que le goza en la presencia del Señor, etc. En la segunda columna escriba lo que ha leído usted en el evangelio de Jesucristo, desde Mateo hasta Apocalipsis, en donde ÉL dice qué es lo importante (No lo que le han predicado).

 

  1. Ahora compare usted las columnas 1 y 2. Si las encuentra iguales y ambas son conforme a verdad, usted va por buen camino; pero si las encuentra diferentes, necesita hacer algunos cambios en su escala de valores. Le recomiendo guardar esta hoja en un lugar estratégico donde se la encuentre unas tres veces por año, para que vuelva a repasarla. Imagínese qué bueno será cada vez que la mire, poder agregarle a la columna 1 algunas obras ya hechas de las que están en la columna 2, o tal vez hasta borrar algunas de la 1.

 

  1. Para ayudarle a escribir en la columna 2 las cosas que según Jesucristo son importantes, considere usted los versículos que hablan de cómo se consigue que le sea abierta la puerta de entrada a la fiesta de las bodas del cordero:
  1. Creer y ser bautizado es el punto de partida, (Marcos 16.16, Juan 3.3, Romanos 6.4, Colosenses 2.12); para al final de la vida llegar a  la meta (Filipenses 3.13-14),
  2. Es necesario estar vestido de boda (Mateo 22.11-13). Este traje se fabrica con acciones justas  (Apocalipsis 19.8),
  3. Necesita usted hacer las buenas obras que Dios le tenía preparadas para que las hiciera (Efesios 2.10). Esto le dará certeza de que verdaderamente fue hecho nueva criatura (2ª. a Corintios 5.17),
  4. Se requiere que usted no haya manchado sus vestiduras aunque formara parte de una iglesia que aparentaba vida, pero estaba muerta (Apocalipsis 3.1-4),
  5. Que haya aprendido con hechos lo que significa “misericordia quiero” (Mateo 9.13 y 12.7, Mateo 25.31-40, Lucas 10.33 y 37),
  6. Que haya vencido a quienes hacen obras que Jesucristo reprueba o aborrece (Apocalipsis 2 y 3),
  7. Que haya vencido para que su nombre no fuese borrado, como fue borrado el de Judas porque no venció (Apocalipsis 3.5, Hechos 1.25),
  8. Que haya perseverado hasta el fin (Mateo 10.22),
  9. Que se haya esforzado en hacer lo que su Señor manda a todo creyente (Lucas 13.23-24),

 

5.             Ahora considere cuáles son algunas de las razones por las que podría no serle abierta la puerta del reino de los cielos:

  1. Que su fe muerta no le haya permitido hacer obras de misericordia y justicia (Santiago 2.14-16, 2ª. a Corintios 9.9),
  2. Que su justicia no haya sido mayor que la de los ministros religiosos (Mateo 5.20),
  3. Que usted haya hecho solo las obras en las que se deleitaba, las que no le requerían esfuerzo alguno (Lucas 13.23-24),
  4. Que usted haya realizado la obra de algún ministerio, sin haber dejado de hacer lo malo (Mateo 7.21-23),
  5. Que usted inclusive haya mostrado las abundantes riquezas de la gracia de Dios, con obras portentosas de señales, milagros y prodigios (Efesios 2.6-9). Esas obras no le salvarán, por no haber dejado de hacer lo malo (Mateo 7.21-23),
  6. Que usted no haya hecho obras de misericordia y compasión para con los desvalidos, los pequeñitos (Mateo 25.41-46),
  7. Que usted haya muerto sin haber perdonado alguna ofensa, antigua o reciente, grande o pequeña (Mateo 18.34-35),
  8. Que usted no se haya quitado a tiempo de estar expuesto al fuego (Mateo 5.22),
  9. Que usted pecara deliberadamente, creyendo que en el evangelio de la gracia no hay castigo para el desobediente (Hebreos 10.26-30),
  10. Que usted hubiera permanecido bajo maldición de la ley (Gálatas 3.10) sin haber sido redimido por Jesucristo ni adoptado como hijo por el Padre (Gálatas 4.5),
  11. Que usted hubiera continuado pecando por no haber sido hecho libre de la ley del pecado y de la muerte (Romanos 8.1-2, Juan 8.34-36, 1ª. de Juan 3.6-9),
  12. Que haya tomado la cena del Señor indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor (1ª. a Corintios 11.27-32),
  13. Que haya tomado la cena del Señor sin tener derecho a ella por servir al tabernáculo del sacerdocio levítico (Hebreos 13.10),

 

6.           Alguna de las obras que usted tiene apuntadas en la columna 1 como importantes según su propia opinión, si Jesucristo no la menciona en las que abren la puerta ni en las que la cierran, eso significa que usted podría dejar de hacerlo sin tener consecuencias graves.

 

7.           En síntesis: Somos salvos por gracia, no por obras (Efesios 2.9); para que hagamos buenas obras (Efesios 2.10). Si usted no hace esas buenas obras, tiene en ello una prueba de que tal vez no ha nacido de nuevo, o que necesita ser parido otra vez hasta que Jesucristo sea formado en usted (Gálatas 4.19).

 

  1. El Espíritu de Jehová y el Espíritu Santo

 

  1. El Espíritu de Jehová es UNO, no son siete. Sobre Jesús reposó el Espíritu (con mayúscula) de Jehová (Isaías 11.2), después de que Jehová lo ungió para hacer unas obras (Lucas 4.18) que nadie puede hacer si Dios no está con él (Juan 3.2). El Espíritu de Jehová que reposó en Jesús de Nazaret, se manifestó en ÉL como seis espíritus (con minúscula), todos, no alguno(s). Hacer las obras que hizo Jesús de Nazaret y aún mayores, les es posible a los creyentes sobre quienes repose el Espíritu de Jehová tal como sucedió con Jesús.

 

  1. Por lo tanto, si un ministro cristiano da consejería afirmando que lo hace porque tiene el espíritu de consejo o de sabiduría mencionados por el profeta Isaías para el vástago de Isaí, ese ministro necesariamente deberá tener también las manifestaciones de todos los otros espíritus, y la prueba mayor de ello sería que haga demostraciones del espíritu de poder. Si no lo hace así, debería de cuestionarse a sí mismo sobre cuál sea la fuente de donde emanan sus consejos, ya sea de sus propios pensamientos naturales o de la falsamente llamada ciencia, la cual profesando algunos, se desvían de la fe (1ª. a Timoteo 6.20-21).

 

  1. Jesús de Nazaret el hijo de María, sobre quien reposaba el Espíritu de Jehová, no dijo a sus discípulos todo lo que tenía que decirles, pues por su condición espiritual alcanzada hasta ese momento,  algunas cosas no las podían sobrellevar (Juan 16.12). Esto sucede también hoy cuando los ministros están en una condición de niñez o de esclavitud, y por lo tanto no pueden recibir ninguna gracia por herencia aunque sean hijos (Gálatas 4.1-5, 4.21-25 y 4.30). Implica que el Espíritu Santo no revela todo a todos de manera instantánea, ni colectiva,  ni automática, ni simultánea; sino a cada uno en lo particular, según su condición (1ª. a Corintios 12.7-11 y 2ª. a Corintios 12.2).

 

  1. El Espíritu Santo glorifica a Jesucristo cuando nos guía a la verdad, dándonos a entender algo que no habíamos comprendido (Juan 16.13). Sin embargo, el Espíritu Santo no guía a la verdad a quienes tienen embotado el entendimiento, a quienes tienen puesto el velo de Moisés porque no se han convertido al Señor, porque en esa condición el Espíritu del Señor no tiene libertad para estar allí (2ª. a Corintios 3.14-17). Esta falta de conversión no está citada refiriéndose a la gente del mundo, sino a los ministros “cristianos” que siguen escuchando a Moisés (Mateo 17.5) porque son celosos por la ley (Hechos 21.20), lo cual no nos corresponde a los gentiles (Hechos 21.25), porque es ilegítimo aplicársela a quienes ya creen en Jesucristo (1ª. a Timoteo 1.8-10).

 

  1. Por otro lado, la repartición que el Espíritu Santo hace de SUS dones, esa sí es en singular: A uno le da una manifestación, a otro otra, etc. Así que alguien puede tener el don de ciencia o el don de sabiduría, y sin embargo no tener el de milagros ni el de sanidades, ni etc.

 

  1. De esta manera, ha quedado aclarada la diferencia que hay entre el Espíritu de Jehová con todas las seis manifestaciones en un solo individuo sobre quien repose, y la recepción de algunos de los dones del Espíritu Santo de manera particular a cada creyente. Entre los dones del Espíritu Santo no está el de consejo.

 

  1. Urge ungir a un pastor

 

  1. Hno. Francisco: Recibí tu mensaje telefónico hace un momento preguntándome con urgencia cuáles son las citas donde se establece que los mismos ancianos de la grey pueden ungir a alguien como pastor, es decir que no se requiere la visita de un ministro itinerante, ni tampoco ir a otra congregación ajena. Estas citas no existen para la iglesia de Cristo por las siguientes razones:

 

  1. El acto de ungir pertenece a los profetas del antiguo testamento respecto a reyes y sacerdotes. Esta unción no aparece en ningún texto de la iglesia primitiva acerca de los ministros.
  2. Ninguna iglesia que sea de Cristo es edificada por solamente un pastor, es necesario que existan los otros ministerios funcionando cada uno según la actividad que le es propia (Efesios 4.16). Por lo tanto, lo urgente es que en cada congregación existan todos los ministerios.
  3. Los ministerios con que se edifica una iglesia, son los 5 de perfeccionamiento (Efesios 4.11 y 1a. a Corintios 12.28), más otros 4 de ayuda y edificación (1a. a Corintios 12.29-30). Estos 4 no son ministros subordinados de aquellos 5, no están bajo sus órdenes, sino al mismo nivel formando todos ellos un presbiterio.
  4. Cuando Pablo y Bernabé iban ya de regreso visitando a las recientes congregaciones en las que ellos como apóstol y profeta habían puesto a Jesucristo como fundamento (Efesios 2.20), no ungieron un pastor en cada ciudad, sino que constituyeron ancianos, es decir equipos ministeriales completos (Hechos 14.23).
  5. Cuando Pablo dejó a Tito en Creta, no lo dejó para que ungiera un pastor en cada congregación, sino para que estableciera ancianos en cada ciudad (Tito 1.5).
  6. En Éfeso durante su segundo viaje como apóstol y acompañado del profeta Silas, Pablo no ungió a un pastor, sino que constituyeron ancianos/obispos. La prueba de ello es que desde Mileto, mandó llamar no al pastor de Efeso, sino a los ancianos (Hechos 20.17), a los cuales luego los menciona como obispos (Hechos 20.28).
  7. La iglesia de Jerusalén no era edificada solamente por los apóstoles, sino también por los ancianos (Hechos 15), y debemos notar que los apóstoles no se comportaron como superiores a esos ancianos, sino como iguales.
  8. En fin que seguir las tradiciones, filosofías y huecas sutilezas introducidas en las iglesias (Colosenses 2.8) con las que se invalida el mandamiento de Dios (Marcos 7.7-9) por la gran fuerza de atracción que tienen sobre los mismos ministros, es una deficiencia que deberán corregir (Tito 1.5), quienes quieran ser siervos fieles (Mateo 24.45-47 y Lucas 12,47).
  9. Para abundar de manera completa sobre este asunto, y que nada quede a la deriva de lo cual yo sería después responsable ante el Señor, aquí te mando adjunto el estudio bíblico 6.- Equipos ministeriales completos, así como dos reflexiones breves (39 y 42).
  1. Un sueño de unificación

 

Anoche, antes de dormirme, empecé a tejer un sueño

con los hilos de la red de Jesús y su evangelio.

 

Soñaba que unos pastores, decepcionados de sus grandes triunfos

logrados en imaginarias batallas y guerras espirituales de golpes al aire,

sentaban los pies en la tierra, confesando rebeldías,  debilidades.

 

Uno, que antes en la “fraternidad” se jactaba de su numerosa iglesia,

sus jugosos diezmos, sus lujosos muebles,

sus tecnologías modernas, sus programas de tv, radio y cable;

había entendido por fin que esas riquezas le tenían en condición de miserable.

 

En los últimos días pensaba trasnochado en una decisión muy “insensata”:

Vender sus apolilladas riquezas y comprarle al Señor oro refinado.

Empezó a sentir misericordia de los huérfanos  y viudas sin sustento,

de una oveja en su redil caído enfermo, quien tuvo que quedarse desempleado.

 

Otro más que presumía de su gran integridad,

reconoció que ya debería empezar por los altos respetar,

ponerse el cinturón de seguridad,

pagar sus impuestos completos y no exceder el límite de velocidad

para no seguir resistiendo a Dios al resistir a la autoridad.

 

Había entre ellos distinguido un varón muy elegante,

con carro último modelo y una elocuencia deslumbrante.

Pero este día su tristeza le agobiaba hasta el extremo,

pues los caros hospitales y los especialistas renombrados,

le daban la fatal noticia de su hijo desahuciado.

 

En esta situación desesperada, imploraba a Dios por un milagro,

desilusionado de sí mismo, de la viuda de Sarepta se admiraba,

que siendo ella un perrillo, de los hijos el pan había comido.

Lamentaba también en su desgracia, de nunca haber alcanzado

que su grano de fe cual la mostaza con poder de Dios le atestiguara

que era un ministro aprobado.

 

Allá en el rincón, acuclillado, miré a otro pastor muy cabizbajo.

Había sido al orar como un perico, con largas y brillantes oraciones,

que irradiaban de piedad una apariencia.

Parecía enmudecido al darse cuenta que tanta palabrería le estorbaba,

que era él como un barril sin fondo en el que su incienso apestoso se esfumaba.

 

El que de ellos mucho se ocupaba en honrar a Dios siendo puntual,

en el trayecto rumbo a la iglesia había pasado de largo cuando miraba

alguna situación en la que por ser un gran siervo de Dios,

al buen samaritano desdeñaba.

 

Y así fue como hablaron cada uno, ahora sí que verdaderamente se humillaron

los que en otras ocasiones se exaltaban.

De manera que Dios al contemplar la tierra en busca de un corazón perfecto

a favor de quien mostrar su poder, fijó sus ojos ¡sorprendido!

de descubrir tan inusual recuadro.

 

Reunidos al siguiente mes según costumbre, como todavía discernir no lograron

que el Señor se les había anticipado, conforme a la tradición al unísono le invocaron.

Mas, oh sorpresa para ellos, porque esta vez sin proponerlo

dejaron de ser ellos el tema de sus egocéntricas oraciones.

 

Todos durante un largo rato callaron, ya no tenían tesoros presumibles,

y sus lenguas por primera vez cedieron paso

a un silencio de paz, quietud y gozo.

En los últimos treinta días sus pensamientos estaban siendo renovados

pues al volver de Emaús había pasado que el Señor les abrió el entendimiento,

y la palabra viva y eficaz con sus dos filos sus almas y espíritus estaba separando.

 

Ya no se miraban con malicia, ya no se mentían unos a otros,

ninguno corrió a ser el primero.

Ahora sí querían agradar a su Señor y no a sí mismos

de tal manera que se preguntaron: ¿cómo podremos ser uno?

Sorprendido y perplejo les vi juntar sus muchas congregaciones en una,

ministrando juntos, sin que alguno quisiera mandar

o tener dominio sobre los demás.

 

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Y una fiesta en el cielo comenzaba.

 

  1. Sumos sacerdotes

 

  1. Algunos ministros aplican equívocamente a Jesús la cita de Hebreos 5.2, lo cual les lleva a  hacer afirmaciones delicadas, como por ejemplo:
    1. Que los principales beneficiarios de su compasión, son los ignorantes y extraviados,
    2. Que Jesús estuvo rodeado de debilidad,
    3. Que Jesús estuvo desorientado y falto de claridad respecto a la existencia del ser humano.

 

  1. Esa postura de aplicarle el v. 2 a Jesús, les llevaría a aplicarle también el v. 3, con lo cual quedaría implícita otra afirmación más delicada aún: Que su sacrificio fue no solo por los pecados del mundo, sino también por los suyos propios.

 

  1. Esa interpretación errónea está propiciada por el subtítulo que RVR1960 colocó para Hebreos 4.14-16 refiriéndose a Jesús el sumo sacerdote –lo cual es correcto-; pero les faltó ubicar otro subtítulo al comienzo del capítulo 5, porque los vs. 1-4 se refieren a los sumos sacerdotes levitas. Estos son los hombres que debieron mostrarse pacientes con los ignorantes y extraviados, porque ellos también estaban rodeados de debilidad, y los holocaustos que ofrecían eran también por sus propios pecados.

 

  1. A los ministros cristianos les podría servir que tomen esta cita (Hebreos 5.1-4) como motivación para ellos, porque ellos también debieran obrar con ternura, paciencia y compasión hacia los ignorantes y extraviados que abundan en las iglesias; pero de ninguna manera para adjudicarle a Jesucristo estas características que no le corresponden.

 

  1. Compartiendo las tradiciones

 

  1. Es una práctica muy común entre las iglesias cristianas que se les diga “Bienvenidos” a ministros itinerantes que gozan de una gran reputación, para que con su elocuencia y otras cualidades humanas animen a la congregación, la entusiasmen, la emocionen.

 

  1. También es muy común que en las iglesias existan filosofías, huecas sutilezas, rudimentos y tradiciones del mundo (Colosenses 2.8), infiltrados tan astutamente y con disfraces tan bien elaborados, que han alcanzado status de sana doctrina, y por lo tanto tienen mucha aceptación entre los súper ministros y el mundo “cristiano” (2ª. de Juan 1.10-11).

 

  1. Al ser esta la realidad común, entonces lo que sucede en esas visitas es que junto con algunas verdades bíblicas se ministran falsas doctrinas expresadas con frases muy atractivas, que son aceptadas porque en las iglesias no se vela sobriamente, de manera que el león rugiente devora (1ª. de Pedro 5.8) con mucha facilidad a las congregaciones a través de ministros que tienen buenas intenciones; pero que no fueron hechos competentes por Dios (2ª. a Corintios 3.5-6) a través de un equipo ministerial completo que los perfeccionara antes de lanzarse a hacer la obra (Efesios 4.11-12).

 

  1. También a veces sucede que se establece una relación de amistad o fraternidad entre congregaciones de diferentes ciudades, o que alguien de la familia se cambia a otra congregación pensando que no hay nada de malo en ello, de tal manera que en la sana convivencia que se da en ambos casos, inevitablemente se comparten también las mutuas tradiciones con las que seguimos invalidando el mandamiento de Dios (Marcos 7.7-9).

 

  1. En esta situación, el daño causado es mucho mayor que el beneficio. Y si esto se permite o aún se promueve, no se estaría cuidando bien de la grey (1ª. de Pedro 5.1-3), y ambos continuarían siendo devorados (v.8).

 

  1. Derrochando emociones

 

  1. Tome usted cualquiera de sus cantos preferidos que escucha en las estaciones de radio cristianas o en los cds que compra, considere también el programa de su predicador favorito. Lo más probable es que en ambos casos existan falsas enseñanzas, falsas doctrinas, que son expresadas en forma tan bonita, tan elegante y con tanta convicción, que parecen verdades.

 

  1. Después de que  haya usted identificado algo de esto en ambos casos, le resultará de mucho provecho preguntarse: ¿Será posible que el Espíritu Santo haya inspirado esta letra? La respuesta es “no”, porque el Espíritu Santo está para guiarnos a toda verdad, no para inspirarnos falsas enseñanzas. Por lo tanto, podemos asegurar que esas letras y predicaciones provienen de las emociones del alma. Y no es que el autor tenga malas intenciones, por supuesto que son buenas, pero movidos por sus buenos deseos, y apoyados en sus grandes cualidades humanas, empiezan a grabar sin haber sido antes limpiados por la palabra (Juan 15.3), renovados en su manera de pensar (Romanos 12.2).

 

  1. Es decir que se ponen a enseñar de Cristo, sin tener la mente de Cristo (1ª. a Corintios 2.16), sin haber sido hechos ministros competentes del nuevo pacto (2ª. a Corintios 3.6) a través de un equipo ministerial completo (Efesios 4.11-12), y por consecuencia, hacen una mezcla de vino nuevo con vino viejo, o sirven el vino nuevo en odres viejos.

 

  1. Después de que haya entendido que eso sucede con los cantos de los salmistas famosos y las predicaciones de los grandes conferencistas, a quienes usted consideraba como siervos dignos, ya estará usted en condición de entender y aceptar que eso mismo puede acontecer con cualquier miembro de la congregación (ovejas y ministros): Con los sueños, las profecías, las revelaciones, el orar en lenguas, el sentir que hubo una presencia de Dios muy fuerte, “yo siento en mi corazón que . . . .” o “yo siento de parte de Dios que  . . . . ”.

 

  1. ¡Cuán necesario es que estemos velando sobriamente! (1ª. de Pedro 5.8), para que no se diga que es del Espíritu a lo que proviene del alma (Mateo 12.31).

 

  1. Un tour de fe

 

  1. Otros mercaderes modernos de la fe, que enseñan a los ministros a fornicar (Apocalipsis 2.20), son los que ofrecen un tour elegante, distinguido, con predicadores famosos, para que reavives tu fe, despiertes tu espíritu y transformes tu vida en un paseo vtp.

 

  1. El tour que Jesús de Nazaret te recomienda que hagas, es muy opuesto a eso, no consiste en que tú disfrutes cómodamente de las bendiciones económicas que Dios te ha dado, sino que haciendo a un lado tu ego, te dediques a servir a los demás (Santiago 1.27, 2ª. a Corintios 9.9, Apocalipsis 3.18 y 19.8, Santiago 2.14-16, Mateo 25.31ss, etc.).

 

  1. Iglesias en casas

 

  1. Algunos estudiosos de la historia de la iglesia primitiva consideran que la única causa de que los discípulos de Jesucristo se reunían en casas era por la persecución, y en consecuencia al no haberla hoy, podemos construir templos para reunirnos y adorar. Esto no es así, en primer lugar, porque durante los tres años y fracción de la vida pública de Jesús de Nazaret, en ninguno de los cuatro textos llamados evangelios leemos que haya habido persecución contra el grupo, y siempre los vemos a ellos reunidos en alguna casa, en algún lugar solitario, y en lugares al aire libre; pero nunca dice que hayan comprado algún terreno y construido un edificio donde Jesús pudiera reunir a los más de quinientos discípulos que tenía (1ª. a Corintios 15.6). Luego en los tiempos del libro de los hechos, cuando los encontramos reunidos, es en alguna casa particular (Hechos 1.13, 2.46, 12.12, 16.40, 20.8, 20.20).

 

  1. Posteriormente leemos los saludos que Pablo envía a las iglesias de Cristo en Roma, cada una de las cuales se reunía en casa de  . . . . . . . . (romanos 16). Y nuevamente sobre este hecho, hay quienes afirman la misma causa de persecución; lo cual no puede ser cierto por dos razones: La carta a los romanos se escribió en el año 58, y el incendio de Roma fue en el año 64, razón por la que se desató otra persecución.

 

  1. La verdadera causa de que se reunieran en casa es muy ajena al argumento de la persecución, y es esta: que los primeros cristianos sí obedecieron el mandato expreso de Jesús acerca de las riquezas, porque en sus pequeños mandamientos, Jesús ordena vender y repartir; pero no ordena comprar terrenos para construir templos. En consecuencia,  quienes suben al monte “x”, o al lugar alto que levantaron en el edificio que construyeron para adorar, quienes afirman “en este lugar está la presencia de Dios”, o inclusive los que muy ilusionados viajan en un costoso tour a Jerusalén para adorarle en la tierra que ÉL pisó, andan extraviados en las emociones de su alma, no adoran en espíritu, y tampoco adoran en verdad (Juan 4.21-24).

 

  1. Desde tiempos antiguos, Dios ha estado diciendo que ÉL no habita en templos hechos de mano (Hechos 7.48, 17.24), y sin embargo, muchísimos ministros se esmeran en construirle edificios para que allí se sientan SU presencia y SU gloria. Y la congregación se goza por la supuesta presencia que se manifiesta en el lugar, en el edificio. Con esa tradición de hombres (Colosenses 2.8), están invalidando el mandamiento de Dios a quien dicen servir (Marcos 7.7-9), y la tal presencia es un engaño del enemigo, porque en el nuevo pacto solamente hay un templo en el cual Dios puede hacer que habite SU presencia.

 

  1. Es decir que quienes construyen templos, quienes van a adorar al templo de Jerusalén, quienes compran equipos de esto o lo otro, están acumulando riquezas aquí en la tierra, y se les están apolillando (Mateo 6.19-20). De más provecho les resultaría vender el templo, darle el dinero a los pobres y entonces sí, se estarían haciendo un tesoro en el cielo (Mateo 25.34-40); pero esa idea les resulta insensata y descabellada a los ministros inconversos, porque su entendimiento está embotado (2ª. a Corintios 3.14-16).

 

  1. Los que presiden

 

  1. En una congregación que funciona conforme al diseño establecido por Jesucristo para SU iglesia, ningún ministro usurpa la función de ser cabeza (Efesios 1.22, 4.15, 5.23, Colosenses 1.18 y 2.19), pues nosotros solo somos miembros los unos de los otros (Romanos 12.5, Efesios 4.25). Pero sí es necesario que cuando la iglesia se reúne, haya algún presbítero presidiendo.

 

  1. Presidir las reuniones de los santos no es exclusividad de ningún ministro (1ª. a Tesalonicenses 5.12), por cuanto el texto hace una referencia expresa en plural a “los que les presiden a ustedes”, y la carta está dirigida sólo a UNA congregación, no a varias. A través de la función rotativa de presidir, Jesucristo suministra un instrumento sencillo y eficaz para establecer el orden necesario que ha de haber en las reuniones de la iglesia, sin que esto sea un estorbo para experimentar la vivencia de la libertad, que tanto sorprende y molesta a los judaizantes modernos (Gálatas 2.4-5), a la vez que se impide el señorío de alguien sobre la grey. ¿Cómo vivir ambas experiencias de orden y libertad a la vez?

 

  1. Cuando usted sea designado para presidir una reunión,  debe ser lo suficientemente solícito (romanos 12.8) como para propiciar y facilitar que en la iglesia todos tengan la oportunidad de participar con lo que cada uno traiga para edificar a los demás (1ª. a Corintios 14.1-6 y 24-39), que no haya alguien acaparando todo. Por lo tanto, dependiendo de la cantidad de congregantes y sus participaciones, el que preside hoy puede preguntar a los congregantes quiénes quieren participar, con qué, y en algunos casos cuánto tiempo necesita, para que haya orden:

 

  1. Alguien quiere cantar una alabanza, de preferencia propia, pero si es ajena, ser muy cuidadoso de que no contenga palabras  bonitas que solo sean una honra de labios (Mateo 15.7-9, Marcos 7.6, Isaías 29.13), o falsas doctrinas que abundan en los cantos que escuchamos en la radio cristiana, porque sus autores hablan según sus muy buenas intenciones, pero no conforme a la palabra de Dios (1ª. de Pedro 4.11a),
  2. Otro quiere leer un salmo textualmente, o adaptándolo a su situación personal, porque el salmo tal como está escrito, puede contener una expresión que no es realidad en ti, y al decirla estarías faltando a la verdad, mintiéndole a Dios,
  3. Otro trae un sueño o una visión, y lo comparte para que los demás ministros lo juzguen, lo interpreten y encuentren el mensaje que Dios tiene a través de él, ya sea para aplicárselo a alguien en lo personal o a toda la congregación (Hechos 16.9-10),
  4. Otro quiere compartir una enseñanza sobre la doctrina del evangelio (Romanos 12.7, 1ª. de Pedro 4.11a), o una revelación (Efesios 1.17, 3.5),
  5. Uno más quiere danzar para el Señor. En este punto, es necesario impedir que sea un show, y entender que no se requieren vestimentas especiales, ni ensayos de preparación, ni tenerlo programado como un acto rutinario (2º. Libro de Samuel 6.14). ¿Es muy difícil notar que aquel acto de David fue individual y espontáneo?,
  6. Hay oración en lenguas angélicas para hablar misterios a Dios, y hay oración en lenguas humanas (idiomas reales) para hablar a los hombres. Cuidar de que la oración en lenguas no sea cuestión de aprender o memorizar algunos sonidos extraños, para repetirlos. Tomar en cuenta que si la escritura marca como indispensable la interpretación, el Espíritu Santo no omitirá  darla a cualquiera de los presentes. Por lo tanto, cuando no hay interpretación, quien está hablando en lenguas debe callar,
  7. La palabra profética es más edificante que las lenguas, porque se refiere a advertencias o anuncios de lo que está por suceder (Amós 3.7). Debe pronunciarse preferentemente en la congregación, no a solas, para dar cumplimiento al mandato de que los demás juzguen. Así lo podemos comprobar que sucedió en la iglesia primitiva (Hechos 5.1ss, 11.27-28, 13.1-3, 15.32, 19.6, 21.10-11, 1ª. a Corintios 14.24-25). Los demás profetas juzgan el espíritu de quien está profetizando, y los maestros juzgan que el contenido de la profecía sea conforme a la palabra de Dios (1ª. de Pedro 4.11a),
  8. Asuntos generales o reuniones extraordinarias: Hechos 6.1-2 en Jerusalén, Hechos 14.27-15.2 en Antioquía, Hechos 15.4 y 22 en Jerusalén, Hechos 15.30 en Antioquía,  Hechos 20.7 en Troas, y 1ª. a Corintios 5.3-5,

 

  1. El presbiterio o asamblea de ancianos

 

  1. El orden que es necesario en la iglesia, Jesucristo lo suministra a través del presbiterio, que está integrado por todos los ministros/ancianos/diáconos/obispos que hay en cada congregación, para que se encarguen de tomar las decisiones sobre todo lo que acontece en esa iglesia de Cristo.

 

  1. Como administradores de los misterios de Dios, los ministros debemos ser hallados fieles en todo (1ª. a Corintios 4.1-2), es decir que todo lo debemos hacer guiados por la lámpara de la Palabra (Salmo 119.105), conforme a las instrucciones precisas que Jesucristo ha dado para que los ministros administren todo en la iglesia. Con la ordenanza sobre el presbiterio, Jesucristo nos aporta un instrumento eficaz para dificultar que algún ministro se enseñoree de la grey (Mateo 20.25-26 y 1ª. de Pedro 5.1-3), o se extravíe (Santiago 5.19-20). Así mismo, el presbiterio es la gran oportunidad para que los ministros aprendamos humildad, mansedumbre, paciencia; al someternos unos a otros. Practicar estas virtudes es indispensable para que alcancemos la unidad del Espíritu, ya no digamos con otras denominaciones, sino con los de la misma congregación (Efesios 4.2-3).

 

  1. Un ejemplo que se nos ha legado a través de las sagradas escrituras acerca de lo que es una asamblea del presbiterio, lo encontramos en el evento denominado “El concilio en Jerusalén”, porque en esa iglesia había un presbiterio firme, que velaba sobriamente (1ª. de Pedro 5.8), que ponía el orden necesario. Allí no vemos a alguno de los apóstoles o de los otros ancianos conduciéndose como cabeza, como líder absoluto, como el que manda (Hechos 15.6-21). Con este ejemplo, Jesucristo nos demuestra que sí es posible tomar decisiones unánimes (Hechos 15.22).

 

  1. Otro ejemplo lo tenemos en la iglesia de Éfeso que sí tenía un presbiterio de obispos/ancianos (Hechos 20.17 y 28), cada uno ejerciendo la actividad que le era propia (Efesios 4.11-16,). Aquí podemos ver que los efesios probaban a los apóstoles para descubrir a los que eran falsos; también que trabajaban arduamente con paciencia, sufrían sin desmayar (Apocalipsis 2.2-3) y aborrecían las obras de los nicolaítas (Apocalipsis 2.6). Estas son cosas poco vistas en las iglesias modernas. No obstante que tenían un presbiterio sólido, aún así existían algunas deficiencias (1ª. a Timoteo 1.3-4), algunos náufragos (1ª. a Timoteo 1.19-20), y algún retroceso (Apocalipsis 2.4).

 

  1. Con este ejemplo de los efesios, Dios nos amonesta a que les imitemos (1ª. a corintios 10.11), de manera que cuando algún ministro de fuera vaya a venir para ministrar en nuestra congregación, antes de aprobar su visita, el presbiterio deberá comunicar claramente al itinerante el procedimiento a seguir:
    • Que primeramente se le recibiría en el presbiterio para probar su autenticidad (Apocalipsis 2.2),
    • para comprobar que sí trae la doctrina de Cristo, que permanece en ella (2ª. de Juan 1.9-11, Hechos 13.12),
    • que su predicación acerca del reino consiste no en palabras, sino en poder (1ª. a Corintios 4.18-20),
    • para que la fe de nuestros congregantes no se vaya a fundamentar en cualidades humanas, sino en las demostraciones –comprobadas, no aparentes-del poder de Dios (1ª. a Corintios 2.4-5),
    • que cuanto hable sea conforme a la palabra de Dios, y que ministra conforme al poder que Dios da, para que verdaderamente el Padre sea glorificado por Jesucristo con lo que suceda en ese evento (1ª. de Pedro 4.11).
    • Terminada esa primera reunión del ministro visitante con el presbiterio local, el presbiterio decidirá en su presencia si se le dice o no “bienvenido” para que ministre a la iglesia. Y después de esa ministración a la iglesia, volverán a reunirse nuevamente el ministro visitante y el presbiterio, para identificar y corregir lo que haya sido deficiente (Tito 1.5), porque son muchas las filosofías, huecas sutilezas y tradiciones de hombre que se han introducido en las iglesias (Colosenses 2.8), las cuales inevitable e involuntariamente se comparten en esas visitas.

 

  1. En Filipos había obispos y diáconos, y el contenido de la carta muestra que era una iglesia firme, bien formada. En la iglesia de Antioquía había ministros que hacían señales, milagros y prodigios (apóstoles y evangelistas), pues de otro modo el mundo no los hubiera llamado ungidos (cristianos), además de que Bernabé y Saulo de Tarso eran maestros que enseñaron a mucha gente (Hechos 11.26). Una muestra más de que allí había un presbiterio completo, la encontramos donde dice que cierto día estaban ministrando al Señor cinco personas que eran profetas y maestros (Hechos 13.1).

 

  1. En las iglesias de Galacia sí existían presbiterios, por cuanto leemos que Pablo y Bernabé constituyeron ancianos en cada ciudad hacia el término de su primer viaje apostólico-profético (Hechos 14.23). Sin embargo, como ellos fueron nombrados obispos siendo neófitos, cayeron en lazo del diablo (1ª. a Timoteo 3.1-7) con la fascinación de la ley (Gálatas 3.1-3), porque Cristo no había sido bien formado en ellos todavía, y Pablo aprendió que debería volver a parirlos (Gálatas 4.19). Exactamente lo mismo es necesario hacer hoy con muchos ministros que no fueron perfeccionados para la obra (Efesios 4.12), y por lo tanto, además de la misma fascinación por la ley, son obreros que trabajan solos o cuando mucho con ayudantes subordinados; pero no con ministros iguales a ellos con sometimiento mutuo.

 

  1. En Jerusalén había un concilio firme y unánime a pesar de lo numeroso; pero los muchos hebreos (Hechos 6.7) judaizantes nunca se sometieron a la decisión de los apóstoles  y los ancianos, porque seguían siendo celosos por la ley (Hechos 21.20, Gálatas 2.11-14). A estos supuestos convertidos, Jesucristo los llama falsos hermanos (Gálatas 2.4-5), porque es ilegítimo aplicarle la ley a quienes ya se convirtieron al Señor (1ª. a Timoteo 1.8-10). Quienes sean comisionados para ejecutar una decisión del concilio/presbiterio, deberán cumplirla fielmente, conforme a lo acordado, sin agregar o quitar de su cosecha. Por el lado contrario, quienes no se sometan a la decisión del presbiterio, con toda seguridad que andarán haciendo labor por su cuenta. Estos son causantes de divisiones, se les deberá reprender delante de todos (1ª. a Timoteo 5.20), y si es preciso, desecharlos (Tito 3.10-11).

 

  1. Por lo tanto vemos que un presbiterio no es garantía absoluta de infalibilidad, y por esa razón, lamentablemente en la actualidad existen concilios que se han enseñoreado de las congregaciones afiliadas a la denominación, imponiendo planes, actividades y proyectos de todo tipo. Esto no debe ser así porque cada congregación necesita vivir sus propias experiencias, sus propios momentos, su propio crecimiento espiritual. Pablo no escribió una misma carta para todas las iglesias.

 

  1. Ahora veamos ligeramente lo que puede suceder en las congregaciones donde no hay un presbiterio local:

 

  1. Si la iglesia de Corinto contaba con varios grandes apóstoles hebreos venidos de fuera (2ª. a Corintios 11.5 y 22); ¿entonces por qué eran niños espirituales? (1ª. a Corintios 3.1), ¿Por qué toleraban el pecado y otras cosas que no debían tolerar? (2ª. a corintios 11.20), ¿por qué había diversas denominaciones como si Cristo estuviese dividido? (1ª. a corintios 1.10-13). Tres respuestas: Porque había ministros elocuentes pero sin poder (1ª. a Corintios 4.18-20), porque ministraban sabiduría y conocimiento humanos (1ª. a Corintios 1.18-19), porque no había presbiterio, porque habían quitado a Jesús, poniendo otro fundamento (2ª. a corintios 11.4).
  2. Algo similar sucedió con la iglesia donde Diótrefes era amo y señor (3ª. de Juan 1.9-10).
  3. En la isla de Creta había muchas deficiencias que debieron ser corregidas por Tito, para después de eso poder establecer los presbiterios (Tito 1.5ss). Imagínense lo que habría sucedido si Tito lo hubiera hecho al revés: Primero establecer ancianos y después corregir.

 

  1. Funciones de los pastores

 

  1. De las cinco funciones que Jesucristo constituye en cada congregación para perfeccionar a los santos (Efesios 4.11-12),  la más apropiada para trasmitir el amor de Dios y su pasión por las ovejas dispersas en el mundo es ejercida por los pastores que hay en cada congregación (Mateo 9.36), la cantidad de pastores que sea necesaria para a atender eficazmente a todos. Cada pastor toma a su cuidado   la cantidad de personas que pueda atender (3, 5, 8 familias), para transformarlos en ovejas, para renovarlos en su entendimiento (romanos 12.2), aquellos que fueron encontrados en la calle de la amargura por el apóstol, el profeta o el evangelista, quienes no se quedan con ellos, sino que los remiten a los pastores después de haber puesto en ellos a Jesucristo como fundamento (efesios 2.20, 1ª. a corintios 3.10), destruyendo en ellos los argumentos, las altiveces y fortalezas que se oponían al conocimiento de Cristo (2ª. a corintios 10.4-5). 

 

  1. A través de los ministros que son buenos pastores, Jesucristo sana las heridas de las ovejas (Ezequiel 34:1ss). Estas heridas están en el alma de la persona, y se manifiestan sobretodo a través de rencores, fobias, traumas, resentimientos, idolatrías, hechicerías, vicios, adicciones, perversiones, dificultad o imposibilidad para perdonar, actitudes hirientes y ofensivas, entre otros. Los pastores son quienes principalmente ministran liberación y sanidad interior a los cabritos para transformarlos en ovejas. Los pastores de Efesios 4.11, son los que sanan en 1ª. a Corintios 12.28. Las almas no dejan de andar perdidas cuando las personas repiten una oración y empiezan a asistir a la iglesia, sino cuando son sanadas de sus heridas por Jesucristo  a través de Sus ministros que sean buenos pastores.

 

  1. No es lo mismo ser pastor que ser consejero. Muchísimos pastores en realidad desempeñan labor de consejeros, no de pastores. Cuando tú eres “ministrado” por un consejero, quizá te convenzas y cambies de actitud en algunos aspectos; pero este cambio será superficial y temporal, porque las heridas que provocan tus reacciones equivocadas, no sanan con  un consejo, allí se quedan, y tarde que temprano volverán a aflorar. Además, la gloria y la honra serán para las ciencias humanas (1ª. a corintios 1.18-19). En cambio, si te ministra alguno de los pastores con el poder que Dios da (1ª. de Pedro 4:11a), será sanada la fuente que determina tus malas actitudes, por lo tanto éstas desaparecerán permanentemente, y entonces sí en verdad, Jesucristo le dará la gloria al Padre (1ª. de Pedro 4.11b). Entonces habrás sido hecho libre (Juan 8.36).

 

  1. Los pastores que no son asalariados, sino que consideran que las ovejas son suyas, están capacitados por Jesucristo para dar su vida por ellas cuando sea necesario defenderlas de los lobos rapaces (Juan 10:12) que entran también a la iglesia. Los pastores lucharán no contra ellas, sino contra las fortalezas, altiveces y argumentos que les tienen cautivos (2ª. a corintios 10.4-5). La congregación que tenga pastores así, como consecuencia inevitable crecerá en el amor fraterno. Cuando se reúne la iglesia, los buenos pastores cuentan a sus ovejas, y si le falta alguna(s), va a buscarla(s), la(s) encuentra, la(s) sana y se la trae al redil (Mateo 18.12). Los pastores pueden cada uno hacer esto con las ovejas que atiende, dejando a las demás en el redil, cuando en la iglesia hay todo un equipo ministerial que se encargue de la congregación.

 

  1. Todos llegamos a la iglesia siendo cabritos por lo menos, y algunos siendo lobos. Para diferenciar entre cabrito y lobo, los pastores no se guían por una clasificación determinada de pecados, por ejemplo que un brujo tenga que ser lobo, o un mentiroso tendría que ser solo cabrito. Es necesario que los pastores tengan discernimiento espiritual para conocer muy bien quiénes en su congregación ya fueron transformados en ovejas, quiénes siguen siendo cabritos y quiénes son lobos. A los cabritos los debe separar de las ovejas (Mateo 25:32), para darles un tratamiento especial con el que tal vez algunos lleguen a ser transformados en ovejas.

 

  1. Pero los lobos no cambian, por eso debemos apartarnos de ellos, desecharlos, evitarlos (Romanos 16.17, Tito 3.10, 2ª. a Timoteo 3.1-6), o correrlos definitivamente (Apocalipsis 2.6, 14 y 20), porque esos no quieren arrepentirse (Apocalipsis 2.21). Cuando los varios pastores que hay en cada congregación no toman estas acciones indispensables, en realidad no están cuidando a la grey, no la están defendiendo, y si omiten hacer esto que Dios manda, no esperen recibir la corona (1ª. de Pedro 5:2-4).

 

  1. Cuando los pastores han terminado su función de sanar las almas de los cabritos, que ya los transformaron en ovejas, las ponen a disposición de alguno de los maestros, o lo hace saber al presbiterio diciendo: “Esta persona ya está sanada, ya es oveja, y ahora quiere continuar siendo hecha discípulo para Jesús”. La gran comisión se cumple desempeñando cada ministro la parte que le corresponde de toda la obra de hacer discípulos (Efesios 4.16). Leer la reflexión 19.- Hagan discípulos.

 

  1. Pero como en la realidad cotidiana los ministros conocidos como pastores se dedican más a desempeñar la función de maestro, entonces el pastorado se desempeña con muchas deficiencias. Tanto es así, que inclusive en programas de radio o tv “cristianas” escuchamos a ministros “de Dios” recomendar tratamiento psicológico, desechando la liberación y sanidad interior del alma que Dios podría ministrar a través de los pastores que sean auténticos. Le están robando la gloria  a Dios, y dándosela a los sabios de este mundo (1ª. a Corintios 1:18-20), aunque con sus palabras griten que la gloria es para Dios. Por lo tanto, siendo que la mayoría de los llamados pastores en realidad son maestros asalariados, sucede lo que Jesús dijo que no debiera suceder: Huyen porque le tienen miedo a los lobos (Juan 10.12). Otros inclusive ponen a las ovejas en el hocico de los lobos. Este punto se trata más ampliamente en el estudio bíblico 37.- Hacedores de maldad.

 

  1. No solamente los pastores, sino cualquier otro ministro que se dedique a la obra de tiempo completo, tienen derecho a un salario para vivir del evangelio, y ese salario consiste en recibir comida y hospedaje en casa de un justo (Mateo 10.10-11 y Lucas 10.7). Quienes cobran más de eso, son esclavos de aquellos que les pagan, ponen obstáculos al evangelio de Cristo, se les desvanece la gloria que habrían ganado por la obra, pierden el galardón, abusan de su derecho y ganan menos almas (1ª. a Corintios 9:12-19). Cuán grande es la pérdida espiritual de quienes cobran diezmos o ponen tarifa por ministrar lo que recibieron gratuitamente, por gracia. Este punto se trata ampliamente en el estudio bíblico titulado “28.- Batallas y galardones”.

 

  1. La tradición y costumbre de que el pastor es suficiente y que ningún otro ministerio es necesario, no tiene sustento bíblico, es una falsa doctrina, y por lo tanto quienes la practican, no perseveran en la doctrina de Cristo, no tienen a Dios (2ª. de Juan 1.9), aunque se presenten como sus ministros (2ª. a Corintios 11.13).

 

  1. Funciones del maestro

 

  1. Los maestros están puestos por Dios en la iglesia para concluir la obra de discipular a quienes ya fueron  transformados en ovejas, enseñándole primeramente cómo vivir conforme a los pequeños mandamientos de Jesús (Mateo 28:20). Muy equivocadamente la enseñanza a la que más se enfocan en las iglesias es acerca de dogmas, doctrinas, tradiciones, ceremonias, etc. De esa manera, hacen discípulos de hombres, no de Cristo.

 

  1. La conversión de una persona no es cuando repite una oración, aunque empiece a asistir a la iglesia, sino cuando habiendo sido transformada de cabrito en oveja, continúa siendo discipulado. Esta  función de discipular se lleva a buen término al enseñarle a guardar las cosas que Él mandó, para que las obedezca. Esto es esencial para que verdaderamente la nueva vida sea edificada sobre roca (Mateo 7:24-27  y 28:19-20). Esta función se realiza a través del maestro al desarrollar la última parte de la obra de discipulado, después de que el apóstol, los profetas, el evangelista y los pastores hayan realizado su labor correspondiente (Efesios 4.16). Para discipular no se requiere encontrar un buen manual creado por algún gran maestro, sino utilizar el manual de discipulado eficaz que son los cuatro evangelios.

 

  1. Los maestros reciben de parte del Espíritu Santo el don de ciencia (1ª. a Corintios 12.7-11), que consiste en entender la palabra de Dios con claridad y precisión, para preservar y guardar la sana doctrina, para descubrir los engaños del enemigo (escrito aparte), para detectar dentro de la iglesia, cuáles son las enseñanzas y costumbres basadas en filosofías y huecas sutilezas, en tradiciones de hombres que se oponen al evangelio de Cristo (Colosenses 2:8), y para exhibir a los judaizantes, balaamitas, nicolaítas, jezabelitas, etc. que lamentablemente abundan en estos tiempos dentro de las iglesias (Tito 1:10-11, Apocalipsis 2:14-15 y 20). También para prevenir contra los peligros que representa la lectura de la ley (Gálatas 3:1-3 y 2ª. a Corintios 3:14-17), la cual contiene algunas ordenanzas que son fascinantes, pero solo producen hijos de esclavitud (Gálatas 4.21-25) que no pueden recibir la herencia (4.30) por no haber sido adoptados como hijos (Gálatas 4.5).

 

  1. Funciones del evangelista

 

  1. Ser evangelista no es utilizar estrategias publicitarias para realizar un evento multitudinario en el que se predique solamente palabra que entusiasme con gran elocuencia. Tampoco es presentar obras de teatro (o cualquiera otra expresión de las artes culturales) para reunir  y entretener a la gente. Ni aún consiste en hablar a los demás de los milagros que Dios ha hecho en tu vida (Marcos 5.19, Juan 4.28-29), sino en hacer que en la vida de los demás ocurran milagros (Hechos 8.5-8).

 

  1. Esta es la manera como un verdadero evangelista anuncia el reino de Dios y el nombre de Jesucristo (v. 12), haciendo patente que se predica no otro sino el auténtico evangelio del reino (1ª. a Corintios 4:18-20), para que la fe de los creyentes no esté fundada en sabiduría humana, sino en las demostraciones del poder de Dios (1ª. a Corintios 2:4-5); para que con Su poder, Dios destruya la sabiduría humana y deseche el entendimiento (1ª. a Corintios 1.18-19). El evangelista de Efesios 4.11, es el mismo que hace milagros en 1ª. a Corintios 12.28. Con que haya un evangelista así, es suficiente para las iglesias de toda una ciudad.

 

  1. Funciones de los profetas

 

  1. Por lo que respecta al ministerio de profeta, este es absolutamente indispensable en la iglesia, ya que a través de ellos, Dios comunica planes específicos que ÉL tiene para la congregación en lo particular como parte del Cuerpo de Cristo, de manera que no se extravíen en sus propios proyectos (Proverbios 29:18). Además, los profetas consuelan y confirman a los hermanos (Hechos 15:32), edifican, exhortan (1ª. a Corintios 14:3) y descubren lo oculto del corazón para dar testimonio irrefutable de que verdaderamente Dios está en medio de ellos (1ª. a Corintios 14:25). En cada congregación debe haber por lo menos tres profetas (1ª. a Corintios 14:29-32).

 

  1. El apóstol y el profeta son el fundamento de la construcción (Efesios 2:20-21). Toda iglesia nueva debe ser plantada por la pareja apóstol-profeta. Un edificio sin cimientos, caerá con un pequeño terremoto. Una iglesia sin apóstol ni profeta, no resistirá cuando Dios remueva las cosas (Hebreos 12:27). ¿Ya se dio cuenta usted de que estos dos ministerios son imprescindibles?

 

  1. Además de lo anterior, usando a cualquiera de estos dos ministros, Dios realiza la función también indispensable en el  Cuerpo, que consiste en descubrir las intenciones y secretos del corazón de cada uno de los ministros que integran el equipo ministerial completo y de las ovejas, los cabritos y los lobos que hay en la congregación (Hechos 5.3 y 1ª. a Corintios 14:23-25). Nada escapa al escrutinio de Dios, y a todo aquel que tenga una vida oculta reprensible, ciertamente Dios lo va a descubrir a través del apóstol o del profeta, porque a ellos les revelará oportunamente la realidad, si es que son auténticos, si fue Él y no el hombre quien los constituyó ministros (Hechos 5.1-11), y de esta manera, no les es necesario contar con un título expedido por el hombre.

 

  1. En una pequeña iglesia o en una mega iglesia en donde no exista verdadero profeta ni verdadero apóstol, sino que los que hay son mentirosos (Apocalipsis 2:2), los ministros y la congregación entera pueden llevar una doble vida, y el Espíritu no encontrará a quién revelárselo. Eso es lo que sucedió hace aproximadamente diez años en una gran iglesia con más de diez mil gentes: El líder principal estaba en prácticas homosexuales durante muchos años, y el pseudo profeta de la casa nunca lo supo por medio de Dios, sino que vino a descubrirse todo cuando uno de los participantes en esas perversiones lo denunció públicamente.

 

  1. Un ministro me escribió que “. . . . . Yo entiendo por profeta alguien que predica la Palabra de Dios, como lo describe Pablo en 1 Cor 14 y no como los profetas del Antiguo Testamento. . . . . . . . . . “

 

  1. Esta fue mi respuesta:  Según la RAE, "profetizar" significa "Anunciar o predecir las cosas distantes o futuras, en virtud del don de profecía". Y de acuerdo con el Strong´s hebrew and greek dictionary, "profetizar" es "to foretell events", o sea lo mismo que dice la RAE.

 

  1. Por lo tanto, exactamente en este capítulo que usted cita, cuando Jesucristo habla de que "el que profetiza, edifica a la iglesia" (1a. a Corintios 14.4), se está refiriendo al acto de anunciar eventos futuros, ya sea a algún hermano en lo particular, o a la congregación. En este mismo capítulo nos habla también de otra función de los profetas en la iglesia, que es "hacer manifiesto lo oculto de los corazones" (1a. a Corintios 14.23-25). Esto es lo que hizo el también profeta Pedro en la iglesia del nuevo testamento con Ananías y Safira, y en consecuencia la iglesia fue edificada. ¿En qué? En el temor que sembró un acontecimiento (Hechos 5.1-11), no la enseñanza de un Pedro predicando elocuentemente con palabras (Isaías 29.13).

 

  1. Agabo fue un profeta del N.T., y encontramos asentadas dos profecías con esta característica de anunciar eventos futuros: (Hechos 11.28 y 21.11).

 

  1. Los que predican (hablan) en la iglesia deben hablar revelación, ciencia o doctrina; todo conforme a la palabra de Dios (1a. de Pedro 4.11). En el mismo capítulo citado por usted, podemos comprobar que en la mente de Cristo, la profecía es una manifestación del Espíritu diferente a esas otras tres ya citadas (1a. a Corintios 14.6). Por lo tanto, leer el nuevo testamento en la iglesia (para lo cual no se requiere un don del Espíritu, sino solamente saber leer), no es profetizar; y predicar tampoco es profetizar.

 

  1. Recuerde usted que en la iglesia ha de manifestarse toda la diversidad de dones, ministerios y operaciones (1a. a corintios 12.4-6). Esta diversidad está expresada en los siguientes versículos, en uno de los cuales menciona también la profecía como algo diferente a las otras manifestaciones de la palabra (1a. a Corintios 12.7-11). Hay una misma verdad en ambas citas, concuerdan, no se contradicen.

 

  1. Fragmento de otro comentario recibido: Pero sepa usted, Ramón, que hoy, a usted también le ha hablado un profeta de parte de Dios.

 

  1. Para que alguien sea aceptado como profeta que habla de parte de Dios, es necesario que antes proporcione evidencias, tal como lo hizo Samuel con Saúl (1er. libro de Samuel 9.17ss), no dejarnos ir por lo que alguien diga de sí mismo o de otros (Apocalipsis 2.2). Adelante, si usted es profeta, proporcione evidencias. De hecho, yo tengo tiempo buscando un profeta que me dé palabra certera, específica de parte de Dios, nada de generalidades que cualquiera pueda decir y sucederle a muchos de los que escuchan, las cuales abundan en las iglesias produciendo un gozo en las emociones. 

 

  1. Funciones del apóstol

 

  1. Este es un ministerio de uso muy especializado, muy preciso, que sirve para poner con mucha pericia a Jesucristo como el fundamento de la iglesia (1ª. a Corintios 3:10). A través del apóstol, Jesucristo pone la mezcla equivalente a cemento y varillas, que son señales, milagros y prodigios, con los cuales se expresa la esencia del reino de Dios, que no consiste en palabras, sino en poder (1ª. a Corintios 4:18-20, Hebreos 2.4).

 

  1. Estas manifestaciones del poder de Dios le dan consistencia y solidez a los cimientos sobre los cuales ha de estar fundada la fe de los creyentes (1ª. a Corintios 2:4-5). Dicho en otras palabras, cuando en una iglesia no existen estas manifestaciones contundentes y ciertas como lo fueron a través de los apóstoles, evangelistas y diáconos de la iglesia primitiva, la fe de la congregación estaría edificada sobre la arena movediza de la elocuencia, la simpatía, la sabiduría de los ministros incompetentes, las ordenaciones o ungimientos provenientes de voluntad humana, los títulos académicos de algún instituto bíblico o inclusive de instituciones laicas. Ejemplo de esto último son los psicoanalistas clínicos, los consejeros profesionales, los psicólogos, psiquiatras, etc., que existen en algunas iglesias, y que atienden a la gente en base a esta sabiduría humana que Dios quiere destruir (1ª. a Corintios 1.18-19) .

 

  1. El ministro apóstol es utilizado por Jesucristo también para destruir y derribar las fortalezas, altiveces, argumentos que se oponen de manera natural en los seres humanos, para impedir que las ovejas lleguen al conocimiento de Dios y puedan obedecer los mandatos de Jesús (2ª. a Corintios 10:4-5), en lugar de seguir las tradiciones de hombres (Marcos 7.7-9, colosenses 2.8). Las iglesias donde no exista apóstol con autoridad espiritual para ejercer esta función, podrán tener mucha información acerca de Jesús, y sin embargo no tener la experiencia de conocerle espiritualmente (Filipenses 3.8).

 

  1. El apóstol es utilizado por Jesucristo también para comunicar dones espirituales, a fin de confirmar a los creyentes en la fe (Romanos 1:11). Cuando un apóstol ejerce esta función en forma adecuada, trae crecimiento espiritual a la congregación, pues todos los creyentes reciben dones de parte del Espíritu (1ª. a Corintios 12:7-11) y los ponen al servicio de la iglesia para edificarla, ayudándose mutuamente según la actividad propia de cada miembro (Efesios 4:16,  y 12:28-30), no siendo uno solo quien edifica, sino todos los ministros.

 

  1. Actualmente en muchas denominaciones se está restituyendo el ministerio de apóstol. Lamentablemente, en la mayoría de los casos, el ministerio de apóstol se desempeña ejerciendo un puesto de mando jerárquico sobre los demás ministros. Esto lo hacen interpretando que Dios ha puesto ese orden de jerarquía en la iglesia, en base a 1ª.a Corintios 12.28, que dice: “. . . . . . primeramente  . . . . “.

 

  1. La palabra griega “protón”, ciertamente significa “primero”; pero puede referirse a tiempo, lugar, orden ó importancia. Y como el Padre no puede contradecir al hijo, y Jesús muy claramente dijo que entre sus discípulos no se ejercería dominio, mando, control, etc., sino que el que quisiera ser el mayor de todos, que le sirviera a todos,  tenemos por lo tanto que de los cuatro significados posibles de la palabra griega, podrían ser correctos en este caso “tiempo” ó “lugar”; pero de ninguna manera un orden de mando jerárquico.

 

  1. Ya no hay apóstoles

 

  1. En cuanto al oficio de apóstol, en base a 1ª. a corintios 9:1 hay quienes consideran que para ser apóstol, es requisito indispensable haber visto al Señor Jesús, y por lo tanto –dicen- solamente hubieron los 12 apóstoles y Pablo. Ninguno más. Lo cual de entrada es una equivocación, puesto que José, por sobrenombre Bernabé (Hechos 4:36), también fue enviado como apóstol al igual que Saulo (Hechos 13:2,  14.4 y 14.14), eso aún cuando de él no hay constancia bíblica de que haya visto al Señor. Aún contando con estas 3 citas anteriores, algunos ministros niegan que Bernabé haya sido apóstol, por lo cual agregaré dos más: Una dice que “constituyeron ancianos” (Hechos 14.23), es decir que los dos hicieron esa función, no solamente Pablo. La otra dice que “refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos (Hechos 14.27), es decir con ambos, no solamente con Pablo.

 

  1. Por otra parte, si el requisito para ser apóstol es haber visto al Señor, ya sea de  manera natural o sobrenatural, entonces los más de quinientos (1ª. a Corintios 15:6) también debieron haber sido apóstoles; pero no fue así, aunque obviamente ha pasado desapercibida para muchos ministros contemporáneos la afirmación de que hubieron otros apóstoles aparte de los doce (1ª. a Corintios 15:5-7, Lucas 10.1ss).

 

  1. Sabemos respecto a Matías, que él había andado con el grupo desde los tiempos del bautismo de Juan (Hechos 1:21-26), por lo cual se concluye que ciertamente conoció a Jesús de Nazaret, el hijo de María. Y fue hecho apóstol para que atestiguara junto con los otros once de la resurrección del Señor Jesucristo. Es decir que, de acuerdo con este texto de Hechos, solamente los doce  podían ser testigos de la resurrección del Señor, y los muchos otros a quienes también apareció –incluido Pablo- no podrían atestiguarlo, porque no anduvieron con Jesús.

 

  1. Como consecuencia de ello, nosotros los cristianos de épocas posteriores, que no vimos a Jesús el hombre natural ni al Señor Jesucristo resucitado, habríamos estado siendo falsos testigos al afirmar que Jesús resucitó, pues no lo hemos visto. Menciono lo anterior no para descalificarnos, sino para llegar a la conclusión de que el requisito de haber visto al Señor Jesús, aplicaba solamente a los doce en aquella época y solamente en cuanto a atestiguar, no en lo relativo a que nadie más pudiera ser apóstol. Pero pasado ese tiempo, nosotros hoy podemos testificar de ello por fe, en base a las escrituras, las cuales tenemos por fidedignas porque proceden de la inspiración de Dios, si es que somos  respaldados por el Espíritu (Hechos 1.8 y Hebreos 2.4).

 

  1. Otro argumento de algunos para afirmar que ya no hay apóstoles, y que solamente hubieron aquellos doce de la iglesia primitiva y Pablo, es 1ª. a Corintios 15:8 por la palabra “último”, la cual implicaría –según dicen- que después de él no hubo ningún otro apóstol. Esta interpretación está haciendo a un lado cuatro detalles: El primero es que el tema central que se está tratando desde el versículo 4, no es en relación a quiénes eran apóstoles o cuántos apóstoles hubo, sino a qué personas se apareció Jesucristo resucitado. Concluir que después de Pablo y los doce ya no hubo más, en base a esta palabra “último”, es sacarla de su contexto, que en este caso se refiere al orden de las apariciones.

 

  1. Un segundo detalle es que, habiendo dicho en el versículo 5 que apareció a los doce, más adelante en el v. 7 dice que “después apareció a todos los apóstoles”. Esto significa que aparte de los doce, había otros. Recordemos que los setenta también fueron enviados por Jesús, con las mismas instrucciones (Lucas 10.1-12). Y cuando ellos regresaron, vemos que habían hecho una obra similar a la de los doce (Lucas 10.17-20). Y Jesús se regocijó por lo que habían hecho los setenta (v. 21).

 

  1. El tercer detalle es este: Si el significado del versículo 8 fuera que Pablo es el último de los apóstoles, refiriéndose a que después de él, ya no hubo ni habría nadie con el oficio de apóstol, tendría que decir “el último”; pero démonos cuenta que dice “al último”, lo cual significa esto: “Yo fui el último al que apareció”. Y al decir estas palabras, se está refiriendo a un asunto de tiempo de las apariciones, esto es después que a Cefas y a Jacobo en particular, después que a los doce como grupo, después  que a los más de quinientos, y -muy importante entenderlo- también después que a todos los demás apóstoles.

 

  1. El cuarto detalle es que Bernabé fue escogido como apóstol en el mismo momento que Saulo de Tarso (no antes ni después), y ejerció su ministerio de apóstol acompañando a Pablo en el primer viaje (Hechos 14.4 y 14.14).  Posteriormente cuando se separó de Pablo,  acompañado por Juan Marcos se fueron a Chipre, Dios no revocó el llamamiento de Bernabé, ni el de Marcos, aunque Pablo lo haya desechado temporalmente (Romanos 11.29, 2ª.a Timoteo 4.11).

 

  1. Otro argumento que recibí recientemente, dice que para ser apóstol se requiere haber sido bautizado por Juan el bautista (Hechos 1.22). Pero vemos que Pedro y Andrés fueron llamados después de que Jesús empezó su ministerio (Mateo 4.18, Marcos 1.16). Leemos que Andrés había sido discípulo de Juan el bautista; pero él le habló de Jesús a su hermano Simón Pedro, hasta después de que Jesús fue bautizado (Juan 1.40-42). Por lo tanto, la conclusión de que Pedro fue bautizado por Juan, no tiene fundamento sólido, y si fue Jesús quien lo bautizó, de acuerdo con aquella afirmación, ni el mismo Pedro, ni los otros discípulos podrían haber sido apóstoles.

 

  1. Cualquier ministro que en la actualidad realice las señales de apóstol, como son prodigios, milagros, liberaciones, maravillas, sanidades, resurrecciones, etc. (2ª. a Corintios 12:12) está mostrando con evidencias que es apóstol (Marcos 16.17) y puede poner a Jesucristo como fundamento, acompañado de un profeta (Efesios 2.20). En algunas denominaciones, los ministros que no reconocen como apóstol a quien hace las señales, están tomando la misma actitud de aquellos que negaban el apostolado de Pablo (1ª. a Corintios 9.2). Y por el contrario, en muchas otras, reconocen como apóstoles a los que solo traen palabra elocuente; pero están vacíos de poder (1ª. a corintios 4.18-20).

 

  1. ¿Hubo falsos apóstoles en la iglesia primitiva? Por supuesto que sí (2ª. a Corintios 11:4 y 13 y Apocalipsis 2:2); pero también los hubo verdaderos. ¿Hay falsos apóstoles en la actualidad? Por supuesto que  sí, como también ha de haber falsos pastores, falsos profetas, falsos maestros, falsos evangelistas.

 

  1. Otro punto muy importante es este: La naturaleza humana de nosotros los creyentes del siglo XXI, es la misma que la de aquellos de la iglesia primitiva, por lo tanto, tenemos la misma necesidad de ser perfeccionados por los 5 ministerios constituidos por Jesucristo específicamente para que realicen esa función de perfeccionar, incluidos los apóstoles.

 

  1. El modelo que Jesucristo presenta en efesios 4:11-16, si solamente fuera para la iglesia de aquellos tiempos, no tendría sentido que Dios lo hubiera incluido en la palabra que Él decidió que quedara plasmada para todas las generaciones futuras. Lo que debemos hacer no es eliminar ministerios, sino probar a quienes dicen ser ministros, para hallarlos mentirosos o auténticos (Apocalipsis 2.2).

 

  1. La única diferencia, el único privilegio que tienen los doce; pero no los setenta (Lucas 10) ni los otros apóstoles (1ª. a Corintios 15.5 y 7), es que ellos tienen su cimiento y su nombre en el muro (Apocalipsis 21.14). Igualmente, ni Pablo ni Bernabé tienen este galardón, y sin embargo, fueron apóstoles del cordero. Si Jesucristo habría de constituir posteriormente como apóstol solo a Saulo de Tarso; pero a ningún otro ni antes ni después, entonces no habría de haber permitido que se eligiera a otro sucesor de Judas, para que Pablo fuese contado con los doce en todo, y tampoco debería haber enviado a los otros setenta.

 

  1. ¿Conoce usted algún texto específico en el que Jesucristo afirme la desaparición del ministerio de apóstol? Por favor dígamelo, porque yo no lo he encontrado; pero en los párrafos anteriores he fundamentado con citas bíblicas porqué los creyentes de hoy también necesitamos ser perfeccionados por el oficio apostólico.

 

  1. Ya no hay profetas

 

  1. Uno de los argumentos que se esgrimen para justificar que ya no hay profetas, es afirmar que Juan fue el último y después de él, nadie (Mateo 11.13 y Lucas 16.16). Esta afirmación lleva implícito que Agabo y los profetas que bajaron con él, habrían sido falsos (Hechos 11.27-29 y 21.9-11). La misma conclusión de falsedad habríamos de aplicársela a las hijas de Felipe (Hechos 21.8-9), y a los profetas que había en Antioquía (Hechos 13.1), así como también a Silas y a Judas en Jerusalén (Hechos 15.32).

 

  1. Dado que los profetas de Antioquía habrían sido falsos, en consecuencia el ministerio de Bernabé y Saulo como apóstoles resultaría también falso (Hechos 13.1), lo mismo que el de Timoteo (1ª. a Timoteo 4.14). Y las palabras de Pablo vendrían a ser falsa doctrina al decir que el Padre pone profetas en la iglesia (1ª. a Corintios 12.28-30), que Jesucristo constituye profetas para perfeccionar a los santos (Efesios 4.11), que procuremos el don de profecía (1ª. a Corintios 14.1-5), que no menospreciemos las profecías (1ª. a Tesalonicenses 5.19-21), que profeticen dos o tres y los demás juzguen (1ª. a corintios 14.29-32), que procuremos profetizar (14.39), que la profecía descubre lo oculto del corazón para demostrar que verdaderamente Dios está en medio de nosotros (14.24-25), que los varones y aún las mujeres profetizan en la iglesia (1ª. a Corintios 11.4-5), que los profetas y los apóstoles son el fundamento para que seamos edificados (Efesios 2.20), que a los profetas y a los apóstoles les revela Dios sus misterios (Efesios 3.5).

 

  1. También habría sido falsa profecía la de los doce en Éfeso (Hechos 19.6), falso profeta el de Creta (Tito 1.12), falsos profetas aquellos cuya sangre será derramada en un futuro (Apocalipsis 16.1-6), falsos profetas los que se alegrarán sobre ella (Apocalipsis 18.20), falso profeta el apóstol Juan y todo lo que escribió en la isla de Patmos (Apocalipsis 10.1), junto con los dos testigos (Apocalipsis 11.3). Y por si eso fuera poco, aún el mismo Jesús resultaría falso profeta, porque fue después que Juan (Hechos 3.22-23, 7.37).

 

  1. Ahora pasemos a revisar la realidad contemporánea: En muchas iglesias no es permitido que se manifiesten las expresiones del Espíritu, en un acto de franca rebeldía al Señor. Por supuesto que en estas iglesias no hay profetas, no hay quienes hablan en lenguas ni quienes interpreten. En consecuencia, no pasan de ser clubes religiosos establecidos para entretener a gente religiosa, que permanece allí porque se le da aquello que satisface a los religiosos.

 

  1. Podemos tener muchas buenas razones humanas para eliminar el ministerio del profeta: Que son rebeldes e insumisos, que se creen más que los demás, que . . . . . . lo que usted quiera. Ninguna razón le será válida delante de Jesucristo. ¿Acaso Él no conoce nuestra naturaleza humana? Y sin embargo, fue el Padre quien puso profetas en la iglesia (1ª. a Corintios 12:28) y Jesucristo quien constituyó profetas como uno de sus ministros indispensables para perfeccionar a los santos (Efesios 4:11-12).

 

  1. Ahora pasemos a indagar o averiguar qué fue lo que sucedió para que las iglesias cristianas llegaran a la rebeldía de suprimir el ministerio/diaconía de profeta. Por una parte, los profetas no supieron ceñirse a comunicar exclusivamente lo que fuera palabra de parte de Jehová. Ellos, viendo que todo cuanto decían era creído por la congregación, empezaron a desviarse hacia sus emociones y propósitos personales, empezaron a sacar ventaja de ello y a ejercer control y dominio sobre las vidas particulares de los congregantes, llegando de esa manera a la situación de que el oficio de profeta está bastante desacreditado.

 

  1. A su vez, eso sucedió así porque en las congregaciones no hubo ministros vigilantes y sobrios que descubrieran las artimañas del enemigo, que se dieran cuenta de qué manera el adversario se infiltra muy astutamente en las reuniones de los creyentes, con disfraces muy bonitos, muy llamativos, con apariencia de bien.

 

  1. La solución para no darle entrada al enemigo por lo que respecta a los profetas, es que toda palabra que el profeta diga de parte de Dios, debe ser juzgada por los otros profetas y más aún, debe venir acompañada de una evidencia, ya sea un acontecimiento pasado del cual se pueda dar fe que el profeta no tiene conocimiento de manera natural, o mejor todavía, de uno o más acontecimientos a futuro inmediato (1º. Samuel 9 y 10).

 

  1. Esto es lo que sucedió en el caso de Saúl cuando fue a buscar al profeta Samuel por el asunto de las asnas perdidas. El profeta Samuel le dio palabra de parte de Dios, le dio una evidencia de hechos pasados recientes (9.20), y tres acerca del futuro inmediato, las cuales se cumplieron al pie de la letra (10.1-9). Así debemos hacerlo nosotros en las congregaciones de la iglesia, para tener certeza de la palabra emitida, para cerrarle las puertas al enemigo y no dejar que se meta, para cuidar tanto al profeta como a la congregación. Hemos de ser astutos como serpientes, no desconocer las artimañas del enemigo. Pero la realidad es que hemos sido muy ingenuos, y los ingenuos no son siervos fieles, están reprobados, no encuentran la puerta estrecha.

 

  1. Los profetas son parte muy importante del equipo ministerial que edifica una iglesia y perfecciona a los santos, haciendo la actividad que les es propia, y que a ningún otro ministro le corresponde hacer (Efesios 4.15-16).

 

  1. En muchas denominaciones han tenido la brillante idea de suprimir apóstoles y profetas. ¿Podrá algún ministro hacer una maldad (Mateo 7:23) mayor, que esta de reprobar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo? ¿O de ofrecer fuego extraño que Él nunca mandó? (Levítico 10.1-3). ¿Recibirán algún galardón por las muchas obras que están haciendo “para Dios”? ¿O serán castigados todavía más por esto que por someterse a la ley de Moisés? (Hebreos 10:29).

 

  1. Otro argumento es el de los testigos de Jehová y algunos ministros cristianos, quienes basan su afirmación de que ya no hay profecías en un texto del apóstol Pablo (1ª. a Corintios 13.8). Esta doctrina -como muchas otras-, toma un versículo y descarta otro (13.10). Alguien contésteme: ¿Acaso ya acabó la ciencia? ¿han cesado las lenguas, esto es “los idiomas”? (Hechos 2.6-11). En algunas iglesias se han acabado las profecías porque los ministros determinaron por sí mismos que ya no hay profetas. Hay quienes afirman que lo perfecto ya vino, argumentando que se refiere al evangelio de Jesucristo que fue predicado por los apóstoles, y que quedó plasmado en el nuevo testamento. Si esto fuera así, Pablo no debió enseñar lo que dijo  y escribió acerca de la profecía.

 

  1. Además, algunos versículos atrás Jesucristo nos dice en qué consiste lo perfecto (1ª. a corintios 12.31-13.7), y no se refiere a las escrituras. Si en su iglesia todos los miembros han alcanzado la perfección del amor que se manifiesta con estas características citadas, entonces ustedes ya tienen esa parte de razón para creer que han acabado las profecías; pero les faltarían aún los otros dos: Que hayan cesado las lenguas y la ciencia.

 

  1. Los ministros se cuidan unos a otros

 

  1. Todos estamos expuestos a caer de la gracia, a caer en pecado de muerte, a extraviarnos de la doctrina de Cristo, aún los escogidos (Mateo 22.14, 24.22 y 24.24). Una congregación que es edificada por un grupo de ministros que hacen la obra juntos, sometiéndose unos a otros, es menos probable que se extravíe.

 

  1. Una de las obras que harán estos ministros de manera espontánea, natural, porque se aman unos a otros, es que se cuidarán. Y cuando vean a uno de ellos que empieza a desviarse, le ayudarán a volver (Santiago 5.19-20), porque los ministros, todos, están sobrios y velando (1ª. de Pedro 5.8). Los peligros más comunes en que pueden caer los ministros, son:

 

  1. El apóstol y el evangelista: Envanecerse por hacer las obras propias de quien está sentado en los lugares celestiales (Efesios 2.6-7), llegando a creer que por ellas, serán salvos (Efesios 2.9 y Mateo 7.22-23).

 

  1. Los profetas: Permitir que salga palabra producida por sus propias emociones; dominar y controlar la vida de los demás. Creerse que son infalibles, y por lo tanto, se vuelven insubordinados al presbiterio.

 

  1. Los pastores: Manipular las decisiones de sus ovejas, controlar sus vidas, sacar beneficios personales de esa relación.

 

  1. Los maestros: Creer que conocen absolutamente toda la verdad y por lo tanto, que no pueden equivocarse, nadie les puede enseñar.

 

  1. De todos: Creer que hacer la obra del ministerio es más importante que hacer las obras que le son necesarias para alcanzar su propia salvación (filipenses 3.12, efesios 2.10, Mateo 25.33, Lucas 13.23-24, Santiago 2.14-16). Sacar ganancia deshonesta por la obra del ministerio (Tito 1.7 y 11, 1ª. a Timoteo 3.3 y 8, 1ª. de Pedro 5.2), etc.

 

  1. Quema de brujas

 

  1. Sucede en ocasiones que algún brujo o hechicero ingresa a una congregación cristiana, ya sea porque fue enviado con una comisión específica de parte de su señor, o porque alguien de la iglesia le predicó el evangelio. Indistintamente de cuál sea la razón, siempre es indispensable que alguno de los varios ministros que edifican la congregación tenga el don de discernimiento de espíritus (1ª. a corintios 12.7-11), de manera que en cuanto llega una persona así, inmediatamente son descubiertas sus intenciones secretas por el Espíritu Santo (1ª. a corintios 14.24, Hechos 5.1-11).

 

  1. En una congregación donde los ministros son administradores fieles de los misterios de Dios (1ª. a corintios 4.1-2 y 1ª. de Pedro 4.10), lo que sucede en estos casos es que el brujo se convierte porque mira que las demostraciones del poder de Dios (1ª. a corintios 2.5), son superiores a sus brujerías (Hechos 19.15-20), también porque comprueba que la fe de los congregantes no está fundada sobre la arena movediza de las cualidades humanas (1ª. a corintios 2.4-5), porque se demuestra con poder que el reino de Dios no consiste en palabras (1ª. a corintios 4.18-20). Como resultado de esto, podría suceder que en la iglesia venga un gran temor (Hechos 5.5 y 11), lo cual es imposible que se produzca con enseñanzas (Isaías 29.13).

 

  1. Todos los dones del Espíritu Santo debieran estar repartidos en cada una de las congregaciones; pero lamentablemente es muy escaso encontrar evidencias en este sentido. Por lo tanto, lo más probable es que en la mayoría de las iglesias haya brujos y hechiceros infiltrados como creyentes, y aún más allá, que estén dirigiendo a la congregación.

  1. ¿Qué puede hacer un ministro que no tiene el apoyo del don de discernimiento de espíritus? Generalmente el ministro se puede enterar por medios naturales, es decir que alguien le da el pitazo. Lo que primeramente se piensa es en correr al supuesto brujo; pero es necesario probar a quien haya hecho tal afirmación. Recuerde usted cuántas injusticias fueron cometidas por la santa inquisición que se basaba nomás en que alguien lo dijera. También tome en cuenta lo que dice Jesucristo a través del apóstol Pablo: Todo asunto se decidirá por boca de 2 o 3 testigos (2ª. a corintios 13.1), que deben presentar su acusación DELANTE del acusado, no a escondidas, porque existe la posibilidad de que el acusador sea aún más perverso, y que este sea su modus operandi para sacar de la congregación a los pocos fieles que le estorban.

  1. Pecados de muerte

 

  1. Algunos ministros reprueban totalmente que se hagan señalamientos directos por los extravíos en que viven algunos de los “grandes ministros” de Dios, y ordenan que lo que debiera hacerse es orar por ellos para que el Espíritu Santo les muestre su pecado. Con esta actitud están ignorando una palabra de Dios que específicamente habla de este asunto (1ª. de Juan  5.16), y aún otra más que se refiere directamente a los ancianos, es decir a todo ministro (1ª. a Timoteo 5.19-20).

 

  1. Pero como no existe una palabra donde expresamente se mencione cuáles son todos esos pecados de muerte por los que Dios mismo nos dice que no pidamos, lo que podemos hacer es buscar los  casos citados en el nuevo testamento acerca de personas que estaban en pecado de muerte, y por los cuales no se oró:

 

  1. Jesús nunca oró por los escribas, fariseos, saduceos, sacerdotes, intérpretes de la ley, etc.,
  2. Cuando Jesús oró por sus discípulos, excluyó a Judas (Juan 17.12),
  3. Simón Pedro le dijo a Simón el mago: “tú mismo ruega a Dios por tu maldad”, y no existe constancia de que Pedro o la iglesia hayan orado por él (Hechos 8.22-24),
  4. El apóstol Pablo no oró por el joven inmoral de Corinto, sino más bien lo entregó a Satanás (1ª. a corintios 5.3-5). Posteriormente leemos que se arrepintió, no porque la congregación de Corinto haya orado por él, sino porque fueron muchos los que le reprendieron (2ª. a corintios 2.6-8),
  5. Cuando en Antioquía el maestro Saulo de Tarso miró al apóstol Pedro en pecado de simulación, no se puso a orar por él, sino que le reprendió duramente delante de todos (Gálatas 2.11-14),
  6. En la Isla de Creta, Tito no recibió el encargo de parte de Pablo para que orara por los contumaces que trastornan casas enteras, sino que les tapara la boca (Tito 1.10-11),
  7. El apóstol Juan no le escribió a Gayo encargándole que orara por Diótrefes, sino que cuando Juan fuera para allá, recordaría delante de todos las obras malignas de este nicolaíta (3ª. de Juan 1.10),
  8. Jesucristo no mandó a alguna de las siete iglesias que oraran por aquellos que hacen las obras que ÉL aborrece. Más bien les escribió que daría galardón a quienes los vencieran (Apocalipsis 2 y 3),
  9. El apóstol Pablo no oró ni mandó orar por Alejandro el calderero (2ª. a Timoteo 4.14), ni por Himeneo (1ª. a Timoteo 1.20), ni por Fileto (2ª. a Timoteo 2.17), ni por Demas (2ª. a Timoteo 4.10). Tampoco mandó tal cosa por los falsos hermanos judaizantes (gálatas 2.4-5), ni por los falsos apóstoles hebreos que estaban predicando otro evangelio, otro Jesús y otro espíritu a los corintios (2ª. a Corintios 11.13, 4 y 20-22),
  10. En Efeso, Timoteo no recibió el encargo de orar por los que estaban enseñando otra doctrina (1ª. a Timoteo 1.3), esto es a los que querían ilegítimamente aplicarles la ley a los ya convertidos (1ª. a Timoteo 1.7-10).

 

  1. Por lo tanto, los ministros que reprueban a quien hace señalamientos directos, están teniendo la misma actitud de los fariseos, de los escribas, de los falsos hermanos judaizantes, etc., y se están oponiendo a mandatos expresos de quien dicen es su Señor.

 

  1. Ahora bien, es importante precisar que el apóstol Juan no prohibió que se ore en estos casos, sino que escribió “no digo que se ore”. Si usted ora por alguien que está en pecado de muerte, a usted no le va a perjudicar, ni a él le va a beneficiar. Por lo contrario, cuando usted cree que alguien está en pecado de muerte, y en base a ello usted decidiera no orar por esa persona, podría ser que el juicio de usted no sea justo, que sea por apariencia (Juan 7.24), equivocado. Además, como Dios es soberano, ÉL ya tiene decidido lo que hará con cada persona, independientemente de que alguien ore o no.

 

  1. Un caso en el que Dios nos dice cuál es un pecado de muerte, es el que se refiere a los ministros que se han extraviado de la verdad, y Dios no manda que se ore por ellos, sino que se les haga volver (Santiago 5.19-20). Esta cita tiene congruencia sobre lo que se debe hacer en este caso, con otra del antiguo testamento en donde te manda hacer algo que no es orar (Ezequiel 3.18).

 

  1. La gran tribulación

 

Apreciado Hno. Ramon Oliveros: ¿Tienes algún estudio completo donde des detalles de que la iglesia NO PASARA POR LA GRAN TRIBULACION?

 

Hno. Pedro: Antes de enviarle algunas reflexiones en donde se incluye algún comentario sobre esto que me plantea, quiero preguntarle lo siguiente: ¿En qué situación ubica usted a la iglesia católica en este punto?

 

Apreciado Hno. Ramon: En relación al tema de “las manchas”, primero creo que Jesús vendra por una iglesia que ama y busca la santidad y no esta enfocada en el poder sino en su santidad ya que tristemente muchos ministerios estan enfatizando el poder pero creo que una vida de santidad traera la manifestacion del poder de Dios. Con relacion a la iglesia catolica creo que es la gran ramera de babilonia aunque tambien de la misma iglesia cristiana hay un sector apostata que se unira a los pensamientos de la iglesia católica.

 

Hno. Pedro: La iglesia católica es cristiana, puesto que también ellos creen que Jesús de Nazaret, Jesucristo el que resucitó, es Dios. Usted afirma que TODA la iglesia católica es babilonia la grande, y en consecuencia, ningún católico se salvaría. Pero en su primera misiva, usted afirma que la iglesia no pasará por la gran tribulación.

 

Luego me afirma que entre las iglesias cristianas hay un sector apóstata. Supongo que usted afirmaría acerca de este sector, que no sería arrebatado, luego entonces, esta parte de la iglesia cristiana sí se quedaría a la gran tribulación.

 

En Apocalipsis 3, Filadelfia es la única iglesia a la que Jesucristo le avisa que tiene tres razones de fidelidad por las cuales ÉL la guardará de la hora de prueba (v. 8 y 10). Todas las congregaciones que tengan estas tres características, pueden considerar que el aviso es para ellas, si perseveran en ello hasta el fin. Tiene usted razón al afirmar que hay un sector apóstata; pero ese sector no es pequeño, es la mayoría, y esto lo afirmo no porque las conozca o me conste personalmente de alguna manera, sino en base a la palabra "muchos" que Jesús repitió en varias ocasiones (Lucas 13.23-24; Mateo 7.22-23, 20.16, 22.14).

 

Ahora bien, consideremos que Jesucristo dice que Babilonia es "la madre de las rameras" (Apocalipsis 17.5), lo cual significa que la iglesia católica tiene hijas, que vienen siendo exactamente todas las iglesias cristianas que fornican espiritualmente, igual que su madre; esto es las que apostatan y no permanecen siendo fieles. Según lo que he observado, son muchas las costumbres y tradiciones que existen en las iglesias cristianas, tomadas de su madre. Estas hijas se parecen mucho a su mamá, y “no se unirán”, ya están unidas a esos pensamientos de la iglesia católica.

 

¿Cuáles iglesias son apóstatas, y por lo tanto no serán arrebatadas? Las que han perdido su primer amor , si acaso no se arrepienten para volver a hacer sus primeras obras (Efeso); las que no sean fieles hasta la muerte cuando pasen tribulación (Esmirna); las que retienen la doctrina de Balaam y Nicolás, que son muchas (Pérgamo); las que serán heridas de muerte por enseñar y seducir a las ingenuas ovejas a fornicar con otras doctrinas ajenas al evangelio de Jesús, que también son muchas (Tiatira);  las que por sus muchos y grandiosos eventos aparentan estar vivas; pero en realidad están muertas (Sardis); las que no son frías ni calientes, que tienen grandes y lujosos edificios, magníficos equipos de sonido y etc. (Laodicea).

 

Creo que con esto queda suficientemente atendida su petición acerca de algún estudio en donde con fidelidad a la palabra, se afirme que la iglesia no pasará por la gran tribulación: Sí, quienes sean fieles como Filadelfia, es decir: Muy pocas.

 

  1. Nos justificamos porque . . . . . . .

 

  1. El ser humano natural busca justificaciones a lo que son sus intereses, sus necesidades emocionales que requieren ser satisfechas a toda costa, a las estructuras mentales que han sido sus fortalezas y argumentos (2ª. a corintios 10.4-5), es decir aquello con lo que ha aprendido a hacerse fuerte para proyectar lo que vale. En algunos ministros ha sido el orgullo, en otros la vanidad, en otros los aires de superioridad, la distinción, la autosuficiencia ministerial, el dominio-manipulación-control sobre los demás, etc. Le pongo solo tres ejemplos de lo anterior:

 

  1. Justificamos nuestra elegancia del buen vestir, con el argumento de que es para honrar a las personas con quienes hablamos. Con este argumento, estamos reprobando por deshonrosos a Juan el bautista vestido con su piel de camello, la cual no se quitó cuando vinieron a él los distinguidos escribas y fariseos, ni cuando fue a gritarle a Herodes su adulterio. Estaríamos reprobando así mismo a aquellos apóstoles llenos del poder de Dios, pero vestidos todavía como el vulgo (Hechos 4.13, 1ª. a Timoteo 2.9, 1ª. de Pedro 3.3); a Pablo que en ocasiones estuvo predicando con ropa de trabajo, desaliñado o hasta sucio, etc. (1ª. a corintios 4.11, 2ª. a corintios 11.27).

 

  1. Más aún, el mismísimo Señor Jesús -quien ni almohada tenía, ni una maleta llena de túnicas para sus constantes e interminables viajes, más modesto que las zorras que tienen madriguera- envió a los 82 apóstoles con instrucciones que muchos grandes ministros menosprecian porque les resultan bastante inadecuadas e imposibles de cumplir. Con nuestras actitudes reprobamos a Jesús por no haberles dicho que cuando hablaran con reyes y gobernantes, honraran a esos importantes personajes con su elegancia en el vestir.

 

  1. Justificamos también las imposiciones que hacemos en la iglesia, argumentando que es para bien de las ovejas. Hacemos eso, aunque en ninguna parte miramos a Jesús que impusiera algo a sus discípulos, y nos enseñoreamos aunque Jesús dijo que entre sus discípulos no debiera suceder lo que es común que hagan los gobernantes y poderosos sobre el pueblo; y nos justificamos aunque Jesucristo dice a los ministros que no se enseñoreen de la grey (1ª. de Pedro 5.1-3); y nos justificamos aunque ÉL reprueba a quienes hacen tales cosas (2ª. a Corintios 11.20); y nos justificamos aunque el evangelio nos dice que la iglesia se cuida, no se gobierna (1ª. a Timoteo 3.5), etc.

 

  1. De la misma manera, encontramos justificaciones para desobedecer el mandamiento que habla de no apagar el Espíritu, de no menospreciar las profecías (1ª. a Tesalonicenses 5.19-20), no impidan el hablar en lenguas (1ª. a Corintios 14.39),  provocando con ello que la vida de los creyentes no sea edificada por estas manifestaciones.

 

  1. Etc., etc.

 

  1. Estas desobediencias hacen evidente que muchos ministros están ejerciendo la labor del ministerio sin haber sido antes perfeccionados para ello por los 5 ministerios que Jesucristo constituyó (Efesios 4.11-12) precisamente para hacer esta función en la iglesia (Efesios 4.16). Por estas desobediencias muchos ministros son llevados por diversos vientos de doctrina, como niños que fluctúan de la verdad a los engaños astutos del error (Efesios 4.14).

 

  1. ¡qué triste sorpresa nos podríamos llevar en aquel día, si resultara que seamos desconocidos (Mateo 7.23)  solo por una maldad: Haber justificado nuestras desobediencias.

 

  1. Poder de Dios, ¿Inalcanzable?

 

  1. Recibí con tristeza los siguientes comentarios de un ministro de Dios: Sr. Oliveros Mis cordiales saludos. Hasta hoy Dios sólo ha permitido a los hombres divulgar su obra para ver si entran en un entendimiento de lo divino y hacen comunión de ideas con el. Su poder no ha sido aún otorgado a ningún mortal. 

 

  1. Y le envié mi respuesta distinguible con estas letras azules. Hno. Peter: Las siguientes citas son evidencias de hombres mortales que recibieron y ministraron el poder de Dios (Hechos 1.8,  4.33, 6.8; Romanos 15.19; 1a. a Corintios 2.4-5, 4.18-20, 5.4; 2a. a Corintios 6.7, 12.9; Efesios 3.7, 3.20; Colosenses 1.11; 1a. a Tesalonicenses 1.5). Y la siguiente cita es la orden de parte de Dios para que quienes hablan y ministran en la iglesia, vean cómo deben hacerlo (1a. de Pedro 4.11). El mismo Jesús de Nazaret fue investido de poder de Dios cuando era un hombre mortal (murió), que fue resucitado por el poder de Dios que habitaba en él, por lo cual ahora VIVE para siempre (Lucas 4.14, Hechos 10.38, Romanos 1.4).

 

  1. Es demasiada la marca del pecado de la carne Así repitamos muchas veces que creemos en Jesús, mientras neguemos que Jesús puede hacernos libres del pecado, no lo hará (Juan 8.31-36); mientras sigamos blasfemando contra SU Espíritu de vida que lo hizo en Saulo para convertirlo en Pablo, al negar que también lo pueda hacer en nosotros (Romanos 8.2-1), seguiremos bajo el poder de la ley del pecado y de la muerte (1a. a Corintios 15.56-57). 

 

  1. y su confianza en nosotros aún no alcanza el límite mínimo para liberar esos poderes en nosotros Así es en quienes todavía no lo hemos alcanzado; pero quienes ya hayan logrado esa estatura espiritual de Cristo (Efesios 4.13), son sentados en los lugares celestiales y reciben el poder en esta vida, para que manifiesten las riquezas de SU gracia aquí y ahora (Efesios 2.6-7).

 

  1. No sabe cuánto he pedido por recibir una Micronesia partícula de su poder el poder de Dios no se recibe por pedirlo, sino por ser fiel en lo poco, en obedecer sus mandamientos (Mateo 28.20) para que algún día ÉL vea que somos confiables de recibir lo mucho, es decir “todo”, no una porción, porque ÉL no lo da por medida (Juan 3.34).

 

  1. porque quisiera mitigar sino eliminar todas las maldades que el maligno esparce en nuestro mundo Jesús mitigó en mucho y en muchos las terribles consecuencias de la maldad y rebeldía del hombre (Deuteronomio 28.15ss). En esta obra podremos participar cuando seamos investidos de poder de lo alto (Hechos 1.8); pero en cuanto a eliminar la maldad del maligno, me parece que no nos toca a nosotros, ni es el tiempo todavía, porque lo hará Jesucristo después del milenio (Apocalipsis 20.10).

 

  1. Entretanto no nos queda más que esperar pacientes, doblegado a Dios y lastimados por el perverso Esto no puede sucederle a quienes ya nacieron de Dios (1a. de Juan 5.18), pero nos seguirá sucediendo mientras creamos vanamente que ya somos hijos de Dios, cuando en realidad no somos todavía, porque quien tiene SU simiente, ya no puede pecar (1a. de Juan 3.9), ya fue redimido, y por lo tanto, adoptado (Gálatas 4.5). Lo que pasa es que creemos que nos hemos doblegado a Dios; pero esta condición que usted menciona, es prueba de que NO lo hemos hecho (Gálatas 5.24).

 

  1. Fuego extraño

 

  1. Recibi la siguiente correspondencia: Hermano Ramón,  ¿qué es lo que quiere realmente hacer con esto de andar buscando un apóstol y un profeta para empezar una nueva congregación? Para lograr lo que usted desea, solamente debe creer que Dios puede usar cualquier vaso para glorifarse a sí mismo. La fe es el punto de partida de todo, incluyendo la autoridad que usará para tener una identidad o ministerio compatible con sus propósitos. Yo no soy apóstol ni profeta, pero ya he levantado 2 iglesias.

 

  1. Esta es la respuesta que le envié: Hno. Javier: Jesucristo dice en SU evangelio que ÉL constituye a los ministros, asignándole a cada uno su función en el cuerpo; pero NO la que cada quien quiere, sino la que EL quiere (Efesios 4.11), porque EL es el soberano, no nosotros, para que cada uno haga ESA actividad que le es propia (Efesios 4.16), no porque esa persona la escogió, sino porque EL se la asignó.

 

  1. Y por esa soberanía de ÉL resulta que no todos somos apóstoles, no todos somos profetas, no todos hacemos milagros, no todos plantamos iglesias, no todos pastoreamos, etc. (1a. a Corintios 12.29-30). Le voy a comentar 4 casos bíblicos sobre este asunto:

 

  1.  En Lida había un grupo de santos, y uno de ellos llevaba 8 años paralítico; pero los creyentes de ese pueblo no lo habían sanado con su fe, y por supuesto que ellos creían en Jesucristo. Mas luego llegó Pedro para hacer la actividad que le era propia porque Jesucristo se la había asignado, y lo sanó. Al mirar ese milagro, todos los de ese pueblo se convirtieron al Señor, y de esa manera, estaban basando su fe en las demostraciones del poder de Dios, tal como lo establece Jesucristo que así debe ser (1ra. a Corintios 2.4-5),  no en la elocuencia de Pedro.

 

  1. Por aquellos días, una discípula había muerto en Jope, y mandaron 2 hombres a Lida para rogarle a Pedro que viniera. Cuando llegó a la casa, las viudas no estaban orando para resucitar a Dorcas, !estaban llorando! Y allí Pedro volvió a hacer lo que es propio de un apóstol, de manera que los creyentes recibieron crecimiento y fueron edificados en amor (Efesios 4.16).

 

  1. Felipe, que era uno de los 7, había sido constituido por Jesucristo como evangelista para hacer milagros, señales, prodigios, sanidades, liberaciones. Cuando fue a Samaria, no lo hizo con mucha palabra elocuente, fue con demostraciones del poder de Dios, con el resultado inmediato de que muchos creyentes se bautizaron ese mismo día. Sin embargo, Felipe no les impuso las manos para que recibieran el E. S. (Hechos 8.5ss).

 

  1. Tito y Timoteo fueron hechos discípulos de Jesús por Pablo, y posteriormente recibieron ministerio. Sin embargo, ellos fueron enviados por Pablo a realizar algunas funciones indispensables en iglesias que ya existían (Tito 1.5, 2ª. a Corintios 12.18; 1ª. a Timoteo 1.3-4, 1ª. a corintios 4.17, Filipenses 2.19, 1ª. a Tesalonicenses 3.2), no los mandó a establecer una nueva iglesia, porque esa labor solamente la deben hacer peritos arquitectos constituidos para ello por Jesucristo (1ª. a corintios 3.10).

 

  1. Una de pilón: cuando alguien está enfermo, Jesucristo no dice que cualquiera puede orar por él para que sea sanado. Dice que llamen “a los ancianos de la iglesia”, esto es a los ministros/obispos/diáconos que tienen tal autoridad delegada, y el enfermo sanará, y ………. (Santiago 5.14-16).

 

  1. Quienes toman ministerio, función, operación o actividad por su cuenta, están ofreciendo fuego extraño. En aquella ocasión, Jehová se santificó en presencia del pueblo haciendo arder en fuego a los dos hijos de Aarón. Por eso es que Aarón calló (Levítico 10.1-3).  ¿Qué sucedió con otros que dijeron ser el mesías? (Hechos 5.36-37). Y si Jesús de Nazaret el galileo nacido en Belén, no hubiera sido puesto por Dios para ser el mesías ungido, ¿qué habría pasado con él? Pero Jesús siendo el escogido por Dios, ni aún así  tomó el ministerio por su cuenta cuando tenía 12 años, sino que esperó hasta ser reconocido y declarado por Dios como su hijo (Hebreos 5.4-5) cuando estuvo en el Jordán (Lucas 3.22). Le envío un documento adjunto de word con este título, para una exposición completa del asunto.

 

  1. ¿Quién reprende a un apóstol?

 

  1. Hay apóstoles que se escudan en que el apóstol Pablo fue quien reprendió a Pedro en Antioquía, y por lo tanto, solo un apóstol puede reprender a otro apóstol. Tal aseveración es el resultado de acomodar la palabra en beneficio propio.

 

  1. Jesucristo nos dice que nos sometamos unos a otros en el temor de Dios, y no hace referencia de exclusividad hacia algún tipo de ministerio (Efesios 5.21). En otra cita nos dice que nos exhortemos y enseñemos unos a otros con la palabra de Cristo que abunde en nosotros (Colosenses 3.16). En ese contexto está implícito que no se refiere a neófitos ni a ovejas, sino a ministros. A través del apóstol impulsivo que en algún tiempo no fue muy sumiso, Jesucristo nos manda que TODOS nos sometamos unos a otros (1ª. de Pedro 5.5). Y eso lo podemos hacer solamente si es que estamos revestidos de humildad, razón por la cual Dios está resistiendo a muchos ministros soberbios.

 

  1. Volviendo con el asunto de que Pablo reprendió a Pedro, si somos diligentes en escudriñar las escrituras a fondo, podremos darnos cuenta que ese acontecimiento sucedió en Antioquía antes de Hechos 13, esto es cuando Saulo de Tarso todavía no era Pablo, sino un profeta o maestro (Hechos 11.26).

 

  1. El dato principal para llegar a esta conclusión, es que los apóstoles Bernabé y Pablo recorrieron la región de Galacia en su primer viaje apostólico (Hechos 13 y 14), y al término de éste, regresaron a Antioquía, de donde partieron hacia Jerusalén para tratar el asunto aquel de los falsos hermanos judaizantes (Gálatas 2.4-5), que querían imponer la circuncisión y toda la ley a los gentiles (Hechos 15.1 y 5). Terminado el primer concilio, regresaron a Antioquía y de allí empezó el segundo viaje acompañado del profeta Silas.

 

  1. En este segundo viaje Pablo se dio cuenta de la muy lamentable situación de los gálatas que tan pronto se habían dejado fascinar por las enseñanzas de la ley (Gálatas 3.1-3), esto es por otro evangelio (Gálatas 1.6). Y después de salir de esa región, pero antes de volver a Antioquía, fue que escribió la carta a los gálatas en donde menciona la reprensión que le había hecho a Pedro anteriormente.

 

  1. Así que los que se escudan en que son apóstoles para no ser reprendidos, tienen en ello el indicio o la prueba de que son falsos.