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Siervo fiel es el que obedece las instrucciones de su Señor, tomando en cuenta no solamente  “qué”, sino también  “cómo”, “quién” y  “con qué”.

¡Cómo amamos nuestra manera de pensar, nuestra manera de hacer las cosas! Tanto así, que aún la obra de Dios la hacemos según nuestras propias mejores ideas y no como lo marca Dios en Su palabra. Cuando Dios nos dice “vuélvanse a mí”, se refiere precisamente a que abandonemos nuestros pensamientos y tomemos los de Él. Para que lleguemos a tener la mente de Cristo (1ª. Corintios 2:16), es necesario que hagamos lo que hizo Saulo: Despojarnos de nuestra inicua manera de pensar (Filipenses 3:8) para que seamos transformados por la renovación de nuestro entendimiento (Romanos 12:2) y entonces podremos decir sin mentir que Cristo vive en nosotros (Gálatas 2:20). 

Para todos los ministros, Jesucristo tiene un solo plano de edificación de SU iglesia. Por lo tanto, todas las iglesias alrededor del mundo deberían resultar iguales, si los edificadores fueran siervos fieles que siguen las instrucciones dadas por el Señor.

Dios el Padre estableció un pacto con el pueblo de Israel a través de Moisés, para tenernos confinados bajo pecado, de manera tal que cuando miráramos a Jesucristo, anheláramos ser libertados de esa cautividad. El nuevo pacto entró en vigor al morir Jesús en la cruz, y se abolió el antiguo pacto (Hebreos 8.13).

Dos puntos esenciales de la gran comisión son: Enseñar a guardar, y haber sido investidos de poder. Quienes no cumplen con ellos, aunque hagan muchas actividades en la obra, están cayendo en una gran omisión.

Para que los santos seamos perfeccionados, para que alcancemos la unidad de la fe y la estatura de Jesucristo, ÉL ha determinado que la obra sea hecha por 5 ministros.          

Cuando un órgano del cuerpo se enferma, ningún otro puede suplirle para realizar sus funciones. De esa manera debe ser en la iglesia, que cada miembro haga la actividad que le es propia, para que  el cuerpo reciba crecimiento (Efesios 4.16). Ningún ministro puede suplir las funciones de otro, es necesario traer otro órgano igual.

En el viejo pacto es imposible el perfeccionamiento, porque la ley es débil e ineficaz para ello. En el nuevo pacto de gracia a través de Jesucristo es posible alcanzar la unidad de la fe y la estatura del varón perfecto. Solo hace falta que en las iglesias estén funcionando los 5 ministerios de perfeccionamiento constituidos por Jesucristo.

El crecimiento numérico lo da Dios, y ÉL ya tiene determinado cómo hacerlo. A los ministros no les corresponde ocuparse en inventar estrategias de mercadotecnia, lo que deben hacer es perfeccionar a los santos para que crezcan espiritualmente.