Reflexiones breves 151 a 200

breves Reflexiones Bíblicas

 

151.    Motivos para destruir

152.    Tabernáculo de David

153.    Santuarios paganos “cs”

154.    La gloria del nuevo pact

155.    Hijos contra hijos

156.    Doctrina de Jesús

157.    Ministros sin poder

158.    Entraron al reino

159.    Boleto de entrada

160.    Quiénes heredan el rein

161.    El ADN de los hijos

162.    Manadas pequeñas

163.    Enemigos del reino

164.    Tapando la entrada

165.    Evangel de la prosperid

166.    Cartas ministeriales

167.    Ministros envanecidos

168.    Reqs para todo ministro

169.    Probar la autenticidad

170.    Derechos exclusivos

171.    Adivinación  o profecía

172.    La falsa ciencia

173.    Desacuerdos y converge

174.    Materiales de construcci

175.    Verdugos, fuego y azufr

176.    Propósito de la ley

177.    Enseñar cuáles mandam

178.    Injustos no hered el rein

179.    Nacidos del Espíritu

180.    Ídolos en las iglesias

181.    No pueden recibir la her

182.    No entraron al reino

183.    Acumular tesoros

184.    Buscando a los culpable

185.    Comunión sin distracció

186.    Compártelo sin probarlo

187.    Restauración del Reino

188.    Les abrió el entendimien

189.    La ley escrita por Dios

190.    Perdonados y limpiados

191.    La supremacía del amor

192.     

193.    Cadenas de oración

194.    Confirmación de Dios

195.    Envanecidos y jactancios

196.    Para buenas obras

197.    El salario del obrero

198.    El velo y el pelo

199.    Noticias de min desobed

200.       Pastores  piden armas

 

 

151.                      Motivos para destruir

 

En cuanto a los motivos que tuvo Dios para destruir Su templo, resulta sorprendente entenderlo: Los judíos de aquellos tiempos del profeta Jeremías acudían fiel y oportunamente a cumplir con todas las ordenanzas de la ley respecto al culto, presentaban las ofrendas de paz, las de expiación, efectuaban los sacrificios de ganado, invocaban el nombre de Dios, danzaban en el templo, levantaban las manos, cantaban los salmos, adoraban a Dios, etc.

Y no obstante todo lo anterior, habían llegado a colmar la copa de la ira de Dios hasta el borde, de tal manera que Dios les decía “mejoren sus caminos y sus obras, conviértanse a mí” (Jeremías 7:3  y 18:11).

Dos eran las principales causas de esta ira provocada en Dios por Su pueblo Israel: Por una parte, estaban las injusticias que cometían unos contra otros (Jeremías 7:5-6), y por la otra que el templo se había convertido en un ídolo en el corazón de ellos. Los israelitas decían: “Templo de Jehová es este”, en respuesta a las profecías de destrucción, queriendo decir  con ello  que el templo no podría ser destruido por nada ni por nadie. De esta manera, ellos llegaron a poner su confianza en el templo de Dios y no en el Dios del templo (Jeremías 7:4 y 14).

Lo mismo sucede actualmente en muchas iglesias cristianas (1ª. a corintios 6.6).

 

152.                      Tabernáculo de David

 

Un deslumbramiento del que más recientemente me he dado cuenta, es que algunos ministros tienen como encomienda de parte de Dios según ellos, el levantar físicamente el tabernáculo caído de David, y por eso están entregados con muchas ganas en el propósito de edificarlo, publicándolo en internet para recibir ofrendas aún de los inconversos (1ª. a Tesalonicenses 4.11-12).

Pero el Espíritu Santo no puede inspirar a alguien que haga algo contrario a lo que dijo Jesús, porque los tres están de acuerdo. Jesús no le dijo a la samaritana “No me preocupa que el templo de Jerusalén donde se debe adorar, vaya a ser destruido, porque mis discípulos construirán miles alrededor del mundo”. No. Le dijo que para ser verdaderos adoradores, no hay necesidad de entrar en un templo físico, sino más bien edificar el templo espiritual en base a la verdad (Juan 1.17).

Y veo a varios apóstoles –cada uno por su lado- con su confianza puesta en el día en que terminen de construir el tabernáculo físico, porque ese día, según ellos, Dios hará descender allí Su Gloria. La misma idolatría por el templo que los judíos en los tiempos del profeta (Jeremías 7:14). El pueblo siendo llevado a adorar a Dios en los lugares altos que existen levantados en las iglesias para que allí suban los ídolos, al igual que antaño (2º. Libro de las Crónicas 33:17). Pero en el nuevo pacto con Jesús está establecido que el único lugar de adoración es el templo vivo. Por lo tanto, edificar un tabernáculo/templo de piedras frías, es abominación a Jehová, una maldad suficiente para no poder entrar en el reino.

Y yo estoy seguro que los van a construir. Recursos no les van a faltar, porque el enemigo provee abundantemente a los líderes eclesiales para que hagan todo aquello que sea contrario a la Palabra. Y el día de la ceremonia de dedicación o como le llamen, será un día de júbilo, de llanto, de emociones desbordadas. Ellos realmente estarán convencidos de que es la Gloria de Dios que estará cayendo. Y millares y millares vendrán o irán de muchas partes del mundo, para ser partícipes de esa “gloria”.

Sin darse cuenta, estarán menospreciando a Jesús, a quien en su buena intención quieren agradar.

Enviarla con el Estudio bíblico.

153.                      Santuarios paganos “cristianos”

 

Conocemos la historia de qué fue lo que Dios le ofreció y qué fue lo que Salomón pidió, y la sobreabundancia que le dio Dios más allá de lo que había pedido. Y Jehová le puso una condición, que a cualquiera de nosotros nos podría pasar desapercibida para considerarla y cumplirla: “Que anduviera en SUS caminos, que guardara SUS estatutos y SUS mandamientos” (v. 14), pues la realidad es que en muchas cosas de la vida de la iglesia andamos por nuestros caminos, guardamos nuestros estatutos  y nuestros mandamientos, edificamos la iglesia a nuestra manera.

Y la rapidez y sometimiento con que Salomón respondió a esas palabras, es sorprendente: Ese mismo día se devolvió para Jerusalén, se presentó ante el arca del pacto de Jehová y ofreció allí holocaustos y sacrificios de paz (v. 15).  No más Gabaón, no más lugares altos, no más santuarios paganos.

Ahora vayamos un poco más adelante (1er. Libro de los Reyes 8:10-11). Dice allí que la nube de la gloria de Dios llenó la casa de Jehová “cuando los sacerdotes salieron del santuario”, no antes. Dice también que los sacerdotes no pudieron permanecer dentro de la casa a causa de la nube, pues tan densa era la gloria. Es decir que la gloria era una realidad física tangible, visible, sensible; no era una vana ilusión, no era tampoco una cuestión de fe, por cuanto fe es la certeza de lo que no se ve.

 

154.                      La gloria del nuevo pacto

 

Hoy en la actualidad, algunos líderes le dicen a la congregación: “Pasen para acá al altar, porque aquí está la presencia de Dios, la gloria de Dios”; pero la Palabra dice que la nube llenaba toda la casa de Dios, no solamente el lugar santo o el lugar santísimo, de manera que hasta el último rincón de la casa estaba saturado de la gloria de Jehová. Y en la iglesia de Jesucristo solamente hay un altar (Hebreos 13.10).

Y tanto líderes como la mayoría de las ovejas están allí, en el lugar alto de la congregación, supuestamente rodeados de la gloria de Dios. Pero Dios nos dice que aquella gloria era solamente sombras, y no obstante siendo sombras, eran tan densas que ni los sacerdotes santificados pudieron permanecer allí. ¡Cuánto más densa no será la gloria del nuevo pacto! Y cuando ésta descienda de lo alto, no será para llenar un edificio de piedras frías, que no la podría resistir, sino para llenar los templos vivos que estén suficientemente purificados como para soportar tanto peso de gloria.

 

155.                      Hijos contra hijos

 

Cada una de las iglesias afirma que su propia doctrina es la correcta, significando que las demás están equivocadas. Por esta razón,  si nos guiáramos por ese precepto para determinar quién sí trae la doctrina de Cristo y quien no, tendríamos que hacer lo que hacen algunas iglesias: Recibir solamente a ministros de la misma denominación, bajo el supuesto de que nuestra doctrina es la correcta.

Lo anterior pareciera ser la solución adecuada, sin embargo eso ha traído como consecuencia que resulte imposible la reconciliación de unos que se llaman hijos de Dios, con otros que también se autodenominan hijos de Dios. Así que los hijos de Dios se critican unos a otros, se reprueban mutuamente, se pelean unos con otros, teniendo como consecuencia que el mundo no crea (Juan 17:21) y todos desagradando a su Padre, pisoteando a su Señor, y afrentando al Espíritu de Gracia (Hebreos 10.29), del cual muchos afirman estar llenos.

 

156.                      La doctrina de Jesús

 

Encontramos en el libro de los Hechos un texto que viene a dar la respuesta a la inquietud planteada, porque tal como dijo Jesús: “El que busca, encuentra”. Dice en 13:12  que “entonces el procónsul Sergio Paulo, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor”.

¡Eureka! Me dije a mí mismo, aquí ha de estar un tremendo discurso de Pablo en el que explique completa y muy detalladamente en qué consiste la doctrina de Cristo. Así que me devolví unos cuantos versículos, para buscar esa elocuente predicación de Pablo. No importa cuán larga estuviera, yo la iba a leer de punta a punta para disipar toda duda al respecto.

¿Pero qué fue lo que encontré? Ningún discurso, ninguna predicación, ninguna palabra de humana sabiduría elocuente o conocimiento respecto a los textos bíblicos. Ninguna erudición sobre hermenéutica, apologética, exégesis, etc., materias que resultan indispensables de aprobar en los institutos bíblicos contemporáneos mediante un examen intelectual para extenderles el título de ministro.

Lo que encontré fue el caso en el que el embajador del reino llamado Saulo, que es  Pablo, lleno del Espíritu Santo, es decir lleno del poder de Dios, proclama un decreto de ceguera física  contra el mago Elimas, por el cual “inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas”.

 

157.                Ministros sin poder

 

Pablo se atrevió a decir que algunos súper apóstoles hebreos que estaban edificando la iglesia de corinto (2ª. a Corintios 11.22), eran falsos (v. 13). Esto lo hizo basándose en la ausencia de poder de Dios en ellos (1ª. Corintios 4:18-20), aunque fueran muy elocuentes como para lograr que se aceptara a otro Jesús, a otro espíritu  y a otro evangelio (2ª. a Corintios 11.4), tal como sucede hoy en muchas iglesias “cristianas”.

En una ocasión nos visitó un “evangelista”, ex boxeador, quien consiguió permiso del pastor de la casa para predicarnos, rogándole que por favor le ayudara, que le diera la oportunidad de predicar, pues no traía ni cinco centavos para continuar con su viaje. Quizá el pastor quiso hacer una obra de caridad; pero no con su dinero (Lucas 11.41), y al costo de que toda la congregación participara de las malas obras de ese “evangelista” que no traía la doctrina de Cristo, pues vino con elocuencia y conocimiento; pero sin poder de Dios (1ª. Corintios 2:4-5), y con el propósito manifiesto de que predica el evangelio solo como su “modus vivendi”.

 

158.                Entraron al reino

 

Jesús de Nazareth, el hijo de María, fue el primero en entrar al reino de los cielos (Lucas 4:18-19), porque Dios lo ungió en el Jordán para desempeñar los 5 ministerios (Efesios 4.11) como resultado de que había complacido al Padre desde antes, en su vida privada. Esta herencia del reino de los cielos  fue a la vez entregada por Jesús a sus discípulos (Juan 17:22).

En el libro de Los Hechos podemos leer que Dios repartió –en esta vida- su herencia del reino de los cielos durante los primeros años de la iglesia primitiva a varios de sus hijos, de una manera real, no ilusoria; sólida, consistente; no imaginaria, no emocional, no vana. Este hecho se  manifestó a través de milagros, señales, prodigios, sanidades, liberaciones, decretos, etc.

Algunos casos de hijos que sí recibieron la herencia de la gloria del reino, son: Pedro, Juan, Esteban, los otros diáconos/ministros, los otros once apóstoles, los demás apóstoles (1ª. a Corintios 15.5-7, Lucas 10.1-9 y 17), Felipe el Evangelista (Hechos 8.5-8), Ananías el discípulo de Damasco, los apóstoles Bernabé y Saulo (Hechos 13.1ss).

 

159.                Boleto de entrada

 

Existe la creencia muy generalizada entre los cristianos de que como Dios es muy bueno, todo lo regala, inclusive el reino; pero no es así. De esta manera el enemigo mantiene una nube de engaños sobre muchas iglesias.

Está establecido y Jesús lo anunció, que el reino de los cielos ha de ser buscado (Mateo 6:33), es decir: No es algo que le caiga a las personas así nomás porque sí. Una búsqueda requiere esfuerzo, dedicación, perseverancia, etc. Las palabras de Jesús incluyen buscar también la justicia del reino, lo cual implica -como Él mismo lo dijo en otras ocasiones- no hacer nuestra propia justicia. Conozco el caso del líder de una de las iglesias más grandes de la localidad, quien está clamando ante la justicia de los hombres. Este solo hecho le coloca en la imposibilidad de poder entrar al reino.

En Mateo 11:12 Jesús dijo que solamente los violentos arrebatan el reino. Y aun con estas palabras, todavía hay ministros enseñando que por solo repetir una oración a Jesús, ya están dentro del reino.

Existen muchos cristianos que en su vida pasada vivían en adulterio, vienen al Señor Jesús; pero continúan viviendo en adulterio con la segunda o tercera pareja porque no se les trasmite correctamente la enseñanza de Jesús sobre este punto (Mateo 5.32 y 19:3-12). Quienes están en esta situación y quieran entrar al reino, tendrían qué pagar el precio de hacerse eunucos a sí mismos (Este tema se trata por separado).

 

160.                Quiénes heredan el reino

 

Dios tiene el reino de los cielos como herencia exclusivamente para sus hijos, de ninguna manera para los esclavos de la ley (Gálatas 4.21-25 y 30). Tal herencia está reservada para aquellos que son guardados mediante la fe para alcanzar la salvación (1ª. Pedro 1:4-5). Es decir que no es para todos los que dicen ser cristianos.

Esta herencia es la gloria de Dios repartida a  algunos de sus herederos, los que alcanzan la condición espiritual requerida para ello, la cual se manifiesta también a través de ellos con señales, milagros, prodigios, sanidades, liberaciones, etc., porque en esencia el evangelio de la cruz es poder de Dios para los que se salvan (1ª. Corintios 1:18), y no consiste en palabras elocuentes, sino en poder (1ª. Corintios 4:20).

Solamente los que llegan a alcanzar la condición de ser adoptados como hijos por Dios (Gálatas 4.5-6) pueden aspirar a la posibilidad de que tal vez entren al reino de los cielos, único lugar espiritual en donde se puede recibir la herencia. Por lo tanto, nos conviene saber cómo se llega a ser hijo de Dios.

En base a Juan 1:12 se enseña erróneamente que por el solo hecho de repetir una oración en la que pides perdón por tus pecados, y que aceptas a Jesús como tu salvador, ya eres hijo de Dios. Pero el texto dice claramente que creer en el nombre de Jesús y recibirlo, te da derecho a que puedas llegar a ser hecho hijo de Dios, no dice que te hace hijo de Dios.

 

161.                El ADN de los hijos

 

En Mateo 5:44-45 y Lucas 6.35 Jesús dice cuatro cosas que debes hacer para que seas hijo del Padre que está en los cielos. He podido comprobar que, por nuestra manera de ser que no cambia en forma automática, inadvertidamente después de habernos supuestamente “convertido”, seguimos obrando con iniquidad en contra de estas palabras de Jesús.

Verdaderamente que muchos ministros debieran hacer algo para que pueda suceder en ellos esta transformación de cabritos a ovejas y de ovejas a discípulos de manera eficaz; pero es un asunto que no se atiende con diligencia, en base a la suposición de que por el solo hecho de haberlo oído una vez en la predicación, las personas van a modificar su comportamiento así de fácil, o simplemente se dan por vencidos creyendo  que es imposible un cambio total, contradiciendo así la palabra de que somos nuevas criaturas, pero afirmando a la vez que seguimos estando destituidos de la gracia de Dios de manera permanente.

Este otro texto es más sorprendente y categórico todavía: Dice que “los que son guiados por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios” (Romanos 8:14). En este asunto las enseñanzas comunes en las iglesias son también violatorias, pues muchos creyentes afirman ser guiados por el espíritu; pero continúan practicando las obras de la carne. Por lo tanto, una enseñanza de las más importantes en la iglesia sería para que quienes ya fueron convertidos en ovejas, aprendieran cómo ser guiadas por el Espíritu para llegar a ser adoptados por Dios (Gálatas 4.5). Mateo 5.9 nos dice que a quienes son pacificadores, Dios los llamará sus hijos.

En gálatas 4.5-6 leemos que a fin de ser adoptados como hijos, es indispensable que antes seamos redimidos de la ley, por Jesucristo. Pero quienes siguen obrando conforme a la naturaleza humana adecuada a la ley del talión (Mateo 5.38ss), evidentemente no han sido redimidos de esa ley.

En 1ª. de Juan 3.6-9 está claramente manifestado por Dios que quienes han nacido de ÉL, no practican el pecado, porque permanecen en Su Hijo, quien los hizo verdaderamente libres del pecado (Juan 8.34-36, Romanos 8.2), y por lo tanto, para ellos que ya son hijos, no hay condenación alguna (Romanos 8.1 y 7.25) porque ya no pecan, no pueden pecar porque tienen SU simiente.

Con estos textos que anteceden, se hace evidente que muchos de los que ilusamente se consideran a sí mismos como hijos de Dios, en realidad sus nombres nunca fueron escritos en el libro de la vida, o quizá sí; pero fueron borrados (Apocalipsis 3.5). La mejor evidencia de la identidad divina, está en el amor (1ª. a Corintios 13.1-7, 1ª. de Juan 4.20, Gálatas 5.14).

 

162.                Manadas pequeñas

 

Multitudes se acercaron a Jesús; pero no a todos les fue dado saber los misterios del reino de los cielos (Mateo 13:11). Lo mismo sucede hoy con tantos y tantos que asisten a las iglesias y afirman ser hijos de Dios.

Al Padre le ha placido dar el reino a una manada pequeña (Lucas 12:32), no a una mega-iglesia. Hay ministros que han perseguido como objetivo principal tener una iglesia con miles  y miles de gentes, y al conseguirlo, se sienten satisfechos de sí mismos y consideran que tienen complacido a Dios; pero este propósito es opuesto a la búsqueda del reino, por lo tanto, no podrán entrar en él.

Todos los que verdaderamente son hijos de Dios, es decir los que son guiados por el Espíritu de Dios –en los cuales una de las evidencias es no pecar (1ª. de Juan 3.6-9)- son herederos (Romanos 8:14-17), mas no todos los herederos alcanzan a cumplir los requisitos para heredar (Gálatas 4.1-5, 4-21-25 y 30).

 

163.                Enemigos del reino

 

La gran mayoría de los ministros ha convertido al evangelio de Jesús en lo que no es: Un asunto de palabras. La elocuencia de los predicadores se considera hoy un ingrediente esencial, y el poder de Dios, que es una esencia de la verdadera doctrina de Jesús, está ausente. No se manifiesta ese poder porque los mismos ministros no han logrado entrar al reino por la puerta estrecha para recibir la gloria de Dios como herencia, con la cual puedan aliviar las miserias del ser humano en esta vida (Romanos 7.24).

Igualmente, habiéndose dado cuenta de esta carencia de poder de Dios que compruebe en ellos una verdadera representación como embajadores del reino (Hebreos 2.4), le han hecho creer a las ovejas que por el solo hecho de repetir una oración ya son hijos de Dios, ya son garantizadamente salvos, ya son absolutamente nuevas criaturas, ya están dentro del reino, aunque esto no se palpe de manera real alguna. En otros casos, les mantienen una vana ilusión acerca de que entrar al reino es para después que mueran.

Con estas y otras enseñanzas, han dado culto a la comodidad, a la facilidad, a la vanidad de su mente (Jeremías 18:15) contradiciendo con ello a Jesús, que habló de esfuerzo, de valentía, de puerta estrecha por la que pocos logran entrar, etc. Definitivamente, quienes deseen ser de los pocos, necesitarán salir de ella (Apocalipsis 18:4), dejar de ser miembro de la madre o de las hijas (17.5), o por lo menos, mantenerse sin contaminación (Apocalipsis 3.4-5).

Muchos son los ministros que aunque predican acerca del reino, no entienden la esencia del evangelio del reino, sino solamente lo superficial, razón por la cual no pueden conducir a las ovejas hasta el fondo de los misterios del reino, quedándose por lo tanto en los rudimentos y huecas sutilezas, infiltradas en las iglesias (Colosenses 2.8). Este es el caso de líderes en los que la palabra fue sembrada en sus corazones; pero como son el terreno que estaba junto al camino, vino el malo y les arrebató la palabra (Mateo 13:19). Entonces tenemos que la gran mayoría de los ministros, aunque de palabra predican del reino, en los hechos no predican con el reino de manera manifiesta por señales, milagros y prodigios. Por lo tanto, su evangelio no es el de Cristo.

 

164.                Tapando la entrada

 

¿Puede ser posible que los líderes de las iglesias tapen la puerta de entrada al reino de los cielos y no dejen entrar a las ovejas? (Mateo 23:13). Claro que sí, Jesús lo dijo; pero las ovejas no saben identificar quiénes son los ministros que les estorban.

Hay ministros que declaran el reino de Dios exclusivamente con palabras; pero que no lo testifican con hechos de poder (Hechos 28:23), lo cual viene siendo una adulteración de la doctrina de Jesús. Por lo tanto, en realidad son opositores del reino, y en consecuencia lógica, no podrán entrar a él, ni dejan entrar a otros. Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder (1ª. Corintios 4:18-20), entonces lo que predican muchos ministros es otro evangelio diferente y opuesto al de Cristo, aunque la palabra que trasmitan sea correcta, aunque crean y afirmen que son guiados por el Espíritu de Dios.

 

165.                Evangelio de la prosperidad

 

En muchas iglesias se predica el evangelio de la prosperidad; pero no el evangelio del reino. El enemigo tiene autoridad para administrar y distribuir las riquezas de este mundo, así que allí está una puerta abierta para hacerles creer a los que tienen su corazón puesto en el dinero, que es Dios quien les está bendiciendo. Ilusamente de verdad que ellos se lo creen, de tal manera que existen ricos en las iglesias que cómodamente disfrutan las “bendiciones de Dios”, pero sin entrar en el reino, después de lo cual sí vendrían añadidas estas cosas verdaderamente de parte de Dios (Romanos 4.4).

Los cristianos que han preferido el evangelio de la abundancia económica y viven dentro de ella como bendecidos de Dios, no cuenten con certeza respecto a heredar el reino, porque esta es para los pobres de este mundo y ricos en fe (Santiago 2:5) y exclusivamente para los  hijos de la libre, no los de la esclava (Gálatas 4:30 y 21-25). Su preferencia por el dinero habla claramente de dónde está su corazón, y es claro que no se puede servir a dos señores (2ª. a Corintios 9.9).

 

166.                Cartas ministeriales

 

Las cartas escritas por el apóstol Pablo a Timoteo y a Tito se conocen como “cartas pastorales”, y ese nombre nos lleva a pensar únicamente en el ministerio pastoral, siendo que Jesucristo constituyó no nada más pastores, sino también y primeramente apóstoles, profetas, maestros y evangelistas para perfeccionar a los santos (Efesios 4.11 y 1ª. a Corintios 12.28). De la misma manera, nos lleva a pensar que Timoteo y Tito fueron pastores, siendo que los contenidos de las cartas no los ubican explícitamente en ese ministerio.

Por lo que respecta a Timoteo, Pablo le dice que cumpla su ministerio haciendo obra de evangelista (2ª. a Timoteo. 4.5). ¿En qué consiste la obra de evangelista? Podemos conocer en qué consiste cuando leemos Hechos 8.5-8; y la misión que le encargó en otra ocasión al dejarlo en Efeso de cuidar la sana doctrina (1ª. a Timoteo. 1.3-4), corresponde a los maestros, no a los pastores.

En cuanto a Tito, leemos que lo dejó en Creta para realizar dos acciones muy específicas: Primero corregir lo deficiente, y después establecer ancianos (plural) en cada ciudad. Respecto a la primera acción, Pablo le menciona algunas  de esas deficiencias, de las cuales seguramente la más difícil habrá sido taparles la boca a  los que enseñan lo que no debieran enseñar en la iglesia (1.10-11), seguida de desechar a los que causan división (3.10). Bastante difícil, y para hacerlo así, la unción pastoral no es suficiente, sino que se requiere la autoridad de apóstol que milite en el Espíritu (2ª. a Corintios 10.4-5).

Otro punto importante sobre el nombre dado a las cartas, es que en ambas se mencionan los requisitos con los cuales se debe poner a prueba a quienes anhelen obispado, o se les vaya a poner como diáconos/ancianos, que son las palabras utilizadas en los documentos del nuevo testamento para referirse a los ministros. Por lo tanto, si hemos de darles un nombre, estaría más correcto llamarles “cartas ministeriales”, pues lo que en ellas se trata, abarca los cinco ministerios de perfeccionamiento.

 

167.                Requisitos para todo ministro

 

Yo le había preguntado al Señor porqué el evangelio de Jesucristo menciona los requisitos que deben cumplir los diáconos; pero en ninguna parte hacía referencia a los requisitos de todos los ministros. Estos son los requisitos con los que todo creyente debe ser probado para saber si efectivamente la palabra profética que se haya dado para constituirlo ministro fuese auténtica, o que ya es apto para que se le otorgue el obispado, porque el Espíritu Santo no puede contradecir ni al Padre, ni al Hijo: 1ª. a Timoteo 3.1-13, Tito 1.5-9, Hechos 6.3.

Estas instrucciones de Jesucristo aplican a obispos, ancianos, presbíteros, ministros, diáconos; es decir a hombres y mujeres (v.11 de 1ª. a Timoteo 3), para que pudieran ser constituidos por Jesucristo con algún ministerio (Efesios 4.11 y 1ª. a corintios 12.28), a través de palabra profética e imposición de manos del presbiterio (Hechos 13.1-3, 1ª. a Timoteo 1.18 y 4.14, 2ª. a Timoteo 1.6), para que en ese momento reciban el don que requiere específicamente ese ministerio (1ª. a Corintios 12.7-9).   

 

168.                Ministros envanecidos

 

Cuando un ministro predica o enseña de lo que no ha discernido claramente, o de lo que no ha vivido una experiencia real en el Espíritu, o que aparenta ser humilde pero no lo es, o que promueve el culto a los ángeles; lo hace movido por su propia mente carnal que está envanecida (Colosenses 2.18). Haciéndolo así, muestra evidentemente que no está asido de la Cabeza (2.19). Esto es bastante delicado porque quienes le escuchan y aceptan su palabra, están en riesgo de ser privados de su premio, que es la salvación (2.13).

 

169.                Probar la autenticidad

 

Las congregaciones deben probar a sus ministros para saber si son auténticos o mentirosos (Apocalipsis 2.2, Hebreos 13.7 y 2.4, 1ª. a Corintios 4.18-20, 2ª. a Corintios 12.12), y no retener entre ellos a los que resulten falsos (2ª. a Corintios 11.4, 13 y 20, Apocalipsis 2.6, 14-15 y 20), porque quienes hacen tales cosas, se han extraviado de la verdad, y quienes los sigan, van rumbo a la muerte, igual que cuando eran inconversos; pero ahora con mayor condenación (Santiago 5.19-20).

 

170.                Derechos exclusivos

 

Generalmente se cree que solo los apóstoles tienen derecho a realizar ciertas funciones, como por ejemplo impartir el Espíritu Santo, comunicar dones espirituales, confirmar en la fe, constituir a otros en algún  ministerio, etc.; pero no es así.

En la iglesia de Antioquía, quienes constituyeron a Bernabé y a Saulo como apóstoles eran maestros y profetas (Hechos 13.1). Ananías de Damasco, quien comunicó el Espíritu Santo para que Saulo fuera sanado y lo recibiera junto con palabra profética, era solo un discípulo (Hechos 9.10-17 y 22.12-13). Judas y Silas eran profetas, y confirmaron a los hermanos en la fe (Hechos 15.32). El apóstol Pablo no conocía personalmente a los colosenses (Colosenses 2.1), y sin embargo, ellos estaban confirmados en la fe (Colosenses 2.7). De Timoteo, sabemos que era evangelista (2ª. a Timoteo 4.5); pero no hay evidencia explícita de que fuera apóstol, y sin embargo a los creyentes de Tesalónica los confirmó en la fe (1ª. a Tesalonicenses  3.2).

De acuerdo con la palabra profética más segura que hemos recibido en forma escrita (2ª. de Pedro 1.19), dos ministros constituidos como apóstol y profeta son quienes pueden plantar iglesias poniendo en ellas a Jesucristo como fundamento (Efesios 2.20). Tal es el caso de Bernabé y Saulo (Hechos 13.1-3), así como de Pablo y Silas (Hechos 15.32).

En Creta existían muchas deficiencias, al igual que en muchas iglesias-denominaciones de  hoy, en parte porque no fueron plantadas conforme a este diseño. Tales iglesias requieren de un ministro que llegue a corregir lo deficiente y a establecer ancianos (Tito 1.5).

 

171.                Adivinación o profecía

 

Algunos ministros confunden profecía con adivinación. La adivinación proviene por un espíritu diabólico (Hechos 16.16ss, 1er. Libro de Samuel 28.8), en cambio la profecía es un don del Espíritu Santo (1ª. a Corintios 12.10) dado a quienes Jesucristo constituya como profetas (Hechos 13.1, 15.32, 11.28 y 21.10, Efesios 4.11, 1ª. a Corintios 12.28), no solo para anunciar lo que Dios hará (Amós 3.7), sino también para descubrir los secretos de los congregantes (Hechos 5.3-5, 1ª. a Corintios 14.24).

En muchas iglesias, los demonios tienen entrada libre para orar, danzar, cantar, levantar manos, ministrar la palabra, hablar en lenguas, tumbar a la gente, etc.,  precisamente por falta de creyentes que velen y sean sobrios, contando con la ayuda insustituible de los dones de profecía y de discernimiento de espíritus (1ª. a Corintios 12.10).

También sucede que viviendo en pecado oculto, algunos ministros permanecen haciendo la obra (¿de quién?) porque no hay profetas que los descubran.

 

172.                La falsa ciencia

 

En el amplísimo conocimiento de la humanidad, existe algo a lo que Dios llama “falsa ciencia” (1ª. a Timoteo 6.20), y el evangelio de Jesucristo nos previene a los creyentes, porque hay el peligro de que cayendo en sus argumentos, nos desviemos de la fe (v.21), y por ello vayamos rumbo a la muerte aunque antes hubiésemos estado en la verdad, aún los ministros (Santiago 5.19-20).

Por lo tanto, nos conviene averiguar, investigar cuál es esa ciencia, en qué consiste, cuáles son sus argumentos y altiveces que se oponen al conocimiento de Cristo, que provocan una desviación y un extravío, para que el ministro que verdaderamente milite en el Espíritu, los derribe, y después de eso podamos verdaderamente sujetarnos y obedecer a Cristo (2ª. a Corintios 10.4-5), hasta alcanzar que pensemos como ÉL (1ª. a Corintios 2.16).

 

173.                Desacuerdos y convergencias

 

En una ocasión Jesús estaba hablando con unos judíos que decían haber creído en ÉL (Juan 8.31). Ellos afirmaron ser hijos de Abraham (8.39); pero Jesús les decía que no eran hijos de Abraham (8.39), que eran hijos de su padre el diablo (8.44). ¿Quién estaba diciendo la verdad? El desacuerdo entre ellos fue porque no estaban hablando de lo mismo. Ellos se referían a la descendencia natural, genética, y Jesús estaba hablando de la descendencia espiritual.

Eso mismo ha sucedido con algunos ministros que manifiestan desacuerdo con lo que manifiesto en alguna reflexión: La divergencia aparente es porque no estamos hablando de lo mismo, y cuando resulta imposible que ambas partes converjan en un punto, el desacuerdo permanece. Aquellos siendo creyentes, querían matar a Jesús (8.40); estos diciendo ser hijos del mismo Padre, juzgan, reprueban, y condenan; pero no me exponen más exactamente cuál es el camino  de Dios según su convicción (Hechos 18.26), para cumplir con su deber ante Dios de instruir a quien consideran que está extraviado. Por lo tanto, quedan sujetos a una responsabilidad delante de Dios (Ezequiel 3.18 y 33.8-9).

 

174.                Materiales de construcción

 

Quienes hacen la obra del ministerio basados en sus dones naturales, están edificando con madera, heno y hojarasca (1ª. a Corintios 3.12b). Eso fue lo que hicieron los falsos apóstoles hebreos que estaban causando divisiones en la iglesia de Corinto (1ª. a Corintios 1.10-12), porque no iban con demostraciones del poder de Dios, pero sí con palabras persuasivas, elocuencia, y mucho conocimiento de las escrituras del antiguo testamento (1ª. a corintios 2.4-5, Hechos 18.24), sin conocer bien el camino de Dios (Hechos 18.25-26). Estaban predicando otro Jesús, otro evangelio, repartían otro espíritu (2ª. a Corintios 11.4), y se aprovechaban para beneficio personal de las inocentes ovejas de Corinto (2ª. a Corintios 11.20). Por esas cosas, Pablo les llamó falsos apóstoles (2ª. a Corintios 11.13), y estaba más que puesto para ir a probarlos, no en su elocuencia, sino en el poder (1ª. a Corintios 4.18-20).

En cambio, quienes hacen la obra del ministerio habiendo sido hechos competentes por Dios (2ª. a Corintios 3.6), porque se les dio palabra profética y se les impusieron manos del presbiterio (Hechos 13.1-3, 1ª. a Timoteo 4.14, 2ª. 1.6), en ese momento recibieron el don necesario (1ª. a Corintios 12.7-9), y por lo tanto, su obra podrá ser de oro, plata, piedras preciosas (1ª. a Corintios 3.12ª).

 

175.                Verdugos, fuego y azufre

 

Es algo muy común que la mayoría del pueblo “cristiano” (inclusive ministros de años), viven bajo las opresiones del enemigo, aunque al congregarse manifiestan estar en victoria, bendecidos y gozándose en la presencia del Señor. Una de las causas por las que sucede esto es por vivir con alguna ofensa no perdonada, de manera que la realidad espiritual de la persona es que en esta vida está entregada por el Padre en manos de los verdugos, quienes le ocasionan toda clase de destrozos en su persona, bienes, familia, etc., y lo seguirán haciendo con toda libertad y derecho, hasta que el “creyente” haya pagado toda la deuda por la cual fue entregado por el Padre a ellos, es decir: Hasta que haya perdonado de todo corazón a su hermano (Mateo 18.34-35). Algunos “cristianos” mueren sin haber sido hechos libres de la falta de perdón.

Cuando un “cristiano” muere, generalmente el pastor dice en el sepelio que el hermano ya está en la presencia del Señor, ya está en el reino de los cielos. Sin embargo, cuando se trata de una persona que no logró perdonar las ofensas de los demás, aunque sea solo una, el Padre no le habrá perdonado sus pecados (Mateo 6.14-15 y Marcos 11.25-26), y por lo tanto, no puede ser recibido en el paraíso, en la morada que Jesús le había preparado (Juan 14.2), así que su destino será el lago de fuego y azufre.

La enseñanza o creencia de que tenía su salvación asegurada, tendrá un costo muy alto, porque su alma se perderá; pero a los ministros se les pedirán cuentas de ella (Hebreos 13.17), y de todas las demás que estén en la misma situación por haber hecho la obra con negligencia, por no enseñar esta parte de la verdad del evangelio de Jesucristo.

 

176.                Propósito de la ley

 

Antes de que fuera dada la ley a Moisés, Dios no podía inculparnos de pecado (Romanos 5.13), así que fue añadida a causa de nuestras transgresiones (Gálatas 3.19ª) para tenernos encerrados bajo pecado, confinados bajo la ley, a fin de que los creyentes pudiésemos recibir la promesa que le dio a Abraham. La ley tiene el propósito de enseñarnos nuestra condición de esclavitud al pecado (Romanos 7.7), para que cuando la fe fuera revelada, anheláramos ser llevados a Cristo. Por lo tanto, la ley ha cumplido su función en quienes ya tenemos fe en Jesucristo, de manera que la ley ya no tiene algo que enseñarnos (Gálatas 3.22-25), porque la simiente a quien fue hecha la promesa, ya vino (3.19b).

Nos conviene tomar en cuenta que gracia y verdad no pueden ser halladas en la ley, sino solo en Jesucristo (Juan 1.17), que los hijos de la esclava no pueden recibir herencia alguna (Gálatas 4.21-25 y 30).

 

177.                Enseñar cuáles mandamientos

                                                                                

Las palabras de Jesús en Mateo 5.19 se refieren a quienes quebranten o no hagan ni enseñen SUS mandamientos muy pequeños, no está hablando de los mandamientos de la ley. Para entender esto, es necesario tomar en cuenta lo que ÉL aclara en el v. 20, porque la justicia de los escribas y fariseos que todavía hoy aún llamándose cristianos se sujetan a la ley, no es suficiente para entrar al reino, porque las obras de la ley a nadie justifican (Romanos 3.20), a nadie perfeccionan (Hebreos 7.11, 7.19), a nadie hacen hijos Libres de Sara, a todos les hacen hijos esclavos de Agar (Gálatas 4.21-25), que no pueden heredar ninguna gracia (4.30).

Luego en Mateo 5.21 inicia el establecimiento de esos sus pequeños mandamientos, al sobreponerlos por encima de los de la ley, cuando dice: “ . . . , pero yo os digo que . . . .”. Si usted considera que en Mateo 5.19 Jesús se refiere a que sus discípulos deban guardar los mandamientos de la ley, entonces usted puede seguirse enojando e insultando con palabras (5.22), puede seguir presentando ofrendas aunque haya cuentas pendientes (5.23-24), seguir mirando a las mujeres con codicia (5.28), divorciarse de su esposa por cualquier motivo y casarse con otra mujer (5.32); jurar por el cielo, por la tierra, por Jerusalén, por lo que sea (5.34-37); puede cobrarse ojo por ojo, resistir al que es malo, devolver la cachetada, etc., porque la ley de Moisés sí se lo permite a usted.  

Pero el evangelio de Jesucristo no es así. Por lo tanto, quienes queramos ser discípulos de Jesucristo, deberemos guardar SUS mandamientos (Mateo 28.20), no por obligación, no de mala gana, sino porque le amamos (Juan 14.15). Y cuando un creyente haya alcanzado la forma de amar como Jesús, ninguna necesidad tendrá de someterse a los mandamientos de la ley, porque ya la habrá cumplido toda (Romanos 13.8, Gálatas 5.14). Nuestra predilección por los mandamientos de la ley en vez de por los de Jesús, son la evidencia de que en nuestro subconsciente sabemos que no amamos al prójimo como Jesucristo quiere.

Los pequeños mandamientos de Jesús, ¿no son de Dios? La fe en Jesús, ¿no es fe en Dios? (Apocalipsis 14.12).

 

178.                Injustos no heredan el reino

 

Los líderes de las iglesias que no enseñan a las ovejas a vivir conforme a los mandamientos de Jesús (Mateo 5:19), no pueden heredar el reino. En algunas iglesias es una enseñanza totalmente ignorada, en otras solo lo enseñan como teoría: “Aquí tienes una relación de los mandamientos de Jesús. Apréndetelos, y nos vemos en la escuela dominical, para que me los digas de memoria”. El mandato de Jesús fue: “Hagan discípulos, . . . . . . .  enseñándoles a guardar mis mandamientos” (Mateo 28:20).

Los creyentes que no seamos más justos que los escribas y fariseos (Mateo 5:20) tampoco podemos heredar el reino. Todos venimos del mundo cargados de injusticias, no solamente las sufridas, sino también las cometidas. Ciertamente, al confesar nuestros pecados, Jesús nos perdona; pero ¿Qué es lo que sucede con cada uno de nosotros? Seguimos siendo injustos, porque así somos, es nuestra manera natural de ser, mas si nunca en la iglesia se nos ministra liberación de la injusticia, ni tampoco se nos enseña a ser justos, ¿Cómo es que podemos ilusamente creer que ya estamos dentro del reino, si seguimos siendo injustos?

En Mateo 25:37 nuevamente encontramos otro texto bíblico en el cual Jesús establece como requisito el ser justos, que ya no son esclavos de la injusticia,  para poder recibir el reino por herencia (Gálatas 4.30).

 

179.                Nacidos del Espíritu

 

En Juan 3:3-13 encontramos una cita bíblica muy conocida; pero igualmente entendida solo en lo superficial, no en la esencia: Quienes no nazcan del agua y del Espíritu, no podrán ni siquiera ver el reino de Dios, ya no digamos entrar en él. Nacemos del agua cuando nos bautizamos en agua, eso es una cosa terrenal, sencilla; pero nacer del Espíritu es una cosa celestial, y no a todos les es dado subir al cielo (Hebreos 12.22-24). No obstante, existen miles y miles de creyentes que afirman haber sido bautizados en el Espíritu Santo, basándose solamente en el hecho de hablar en lenguas; pero sin contar con la evidencia del fruto del Espíritu (Gálatas 5.22-23).

Además, una característica de quienes han nacido del Espíritu, es que no saben de dónde vienen, ni a dónde van. Pero muchos ministros de las iglesias cuentan con una agenda anual en la que tienen programadas todas sus actividades, lo cual es una prueba de que no han nacido del Espíritu.

 

180.                Ídolos en las iglesias

 

En Efesios 5:5 Jesucristo nos dice que quienes practican idolatría tampoco tienen herencia en el reino de Cristo y de Dios, y cuando se presenten delante del Señor, Jesús no los va a reconocer. Algunos ídolos que existen en las iglesias, son:

1.      Los dones personales, en base a los cuales se han levantado grandes ministerios, ya sea de apóstoles, evangelistas, artistas musicales, con obras de teatro, con títulos académicos de ciencias humanas, etc.,

2.      Ministros sobresalientes por sus cualidades humanas, los cuales llegan a ser considerados como indispensables en la iglesia, insustituibles, únicos conductos de la gracia,

3.      Los grupos de alabanza, sin cuya participación se llega a sentir que el servicio o culto para Dios no tiene sabor, está aburrido,

4.      El consumismo de productos cristianos, ya sean música, películas, etc., que no siempre contienen un mensaje fiel a la palabra,

5.      La mercadotecnia que se utiliza para realizar la obra de Dios, ya sea esta de evangelización, de multiplicación, etc.,

6.      Las metas, establecidas estas en función de número cuantitativo; pero no de crecimiento cualitativo,

7.      El diezmo, considerado este como un instrumento indispensable para que se pueda continuar con la obra de evangelización a otros pueblos, otras naciones. Es decir: La iglesia no puede vivir sin el diezmo; pero sí ha podido vivir sin el poder de Dios,

8.      La palabra Rhema, palabra fresca, palabra de revelación; pero sin poder,

9.      Etcétera.

10.  ¿Cuál es el suyo?

 

181.                No pueden recibir la herencia

 

Los creyentes que continúan estando en esclavitud bajo los rudimentos del mundo, bajo algunas ordenanzas de la ley (Colosenses 2.16), que no han sido redimidos de la maldición de la ley (gálatas 3.13), no han recibido la adopción de hijos (Gálatas 4:1-6) y por lo tanto, no pueden recibir herencia (4.30). Ahora bien, los que ya hayan sido adoptados como hijos, esto es los que ya no están bajo la ley porque fueron redimidos, aunque ya son herederos, en nada difieren de los esclavos respecto a recibir la herencia, mientras sigan siendo niños. Necesitan dejar atrás la condición de niñez espiritual que les caracteriza, hasta alcanzar la estatura del varón perfecto, para que puedan recibir el reino por herencia. Estos son los santos que ya han sido perfeccionados para la obra del ministerio (Efesios 4:12), obra de poder, no de palabras.

 

182.                No entran al reino

 

Juan el Bautista, el más grande de todos los profetas, pudo anunciar que el reino de Dios se había acercado, lo vio; pero no pudo entrar a él (Lucas 7:28), porque halló tropiezo en Jesús (Lucas 7:23). Y si el más grande de los profetas no pudo entrar, esa es una prueba de que Dios no es condescendiente otorgando lo que alguien no es digno, así se trate de ministros que reúnen multitudes (Lucas 3:7) en su programa de radio, de televisión, cruzadas, conciertos musicales, etc. No se malinterprete lo que digo, porque no es lo mismo ser salvo que entrar en el reino.

Juan el Bautista supo darse cuenta que era necesario que él menguara y que el Cristo creciera. Sin embargo, después de haber bautizado a Jesús, Juan continuó ejerciendo su ministerio de profecía y bautismo. Es decir que no supo llevar al terreno de los hechos la palabra que él mismo dijo: darle fin a su propio ministerio y dejarle totalmente libre el camino a Jesús.

Esto es lo que sucede con muchos ministros en la actualidad, que han visto crecer sus propios nombres, lo cual les llena de satisfacciones; pero que no dejan crecer el nombre de Jesús por el hecho de que no son portadores de Su gloria y Su poder. No menguan para que él crezca, sino que le roban la gloria a Dios y se la otorgan a los sabios de este mundo, los doctores del cuerpo y del alma (1ª. a Corintios 1:18-20). Por lo tanto, no podrán entrar al reino.

 

183.                Acumular tesoros

 

En Mateo 6.19-20, Jesús nos dice que hagamos tesoros en el cielo, no en la tierra. En este caso, la manera en que hacemos las acciones mencionadas por Jesús desde 6.1, es la que determina si estamos acumulando tesoros aquí, o allá. Y la verdad es que en las iglesias sí se acostumbra hacer lo QUE dijo Jesús; pero de una manera diferente. O dicho al revés: Estamos haciendo estas cosas, como Jesús dijo que NO lo hiciéramos, y por lo tanto, muchos “cristianos” creerán que tienen tesoros acumulados allá, pero en realidad esos tesoros estaban aquí y ya se apolillaron, por la manera en que hacen lo que Jesús mandó.

Si gusta usted, revise el texto y compárelo con las maneras (el “cómo) en que acostumbramos hacer estas cosas.

Enviarla con la 233

 

184.                Buscando a los culpables

 

Maneras de extraviarse de la fe, las hay muchas (1ª. a Timoteo 6.20-21, Hebreos 13.9, 2ª. a Corintios 2.11, Efesios 4.14, y un largo etcétera), por eso son muchos los ministros que se han extraviado de la verdad (Santiago 5.19-20), entre ellos inclusive algunos de los escogidos (Mateo 24.24). Ponernos a buscar culpables de tales situaciones tiene el propósito no solo de disminuir los tropiezos y caídas, sino aún de estar en condiciones de prevenir y evitar, y más allá todavía, de expiar nuestra participación, aunque haya sido involuntaria y al momento presente no lo sepamos.

El primer culpable desde luego es el que cae, porque cada quien debe cuidar su propia salvación con temor y temblor (Filipenses 2.12). Sin embargo, cuando alguien de nuestra congregación se extravía de la verdad y de la fe, si fuésemos prudentes, nos pondríamos a revisar nuestras actitudes y obras, para llegar a saber si acaso tengamos parte de culpa en el extravío de algún hermano o ministro. Es conveniente aclarar que el extraviado no es necesaria y exclusivamente el que sale (1ª. a Timoteo 6.5, Apocalipsis 18.4, 1ª. a Corintios 5.11), sino que en muchas circunstancias es alguno, varios o todos los que se quedan.

Voy a mencionar algunos casos solo para ilustrar, no es una lista completa desde luego.

Son co-culpables quienes entienden que algún ministro está predicando o tomando decisiones en la iglesia, que no son conforme al evangelio de Jesucristo y –por la razón que sea- se quedan callados, nada le dicen al ministro (Ezequiel 33.8). También son culpables quienes acomodándose al extravío, sacan cualquier provecho o ventaja personal; los que obtienen un lugar de preferencia por apoyar los extravíos; los que participan en las truhanerías del extraviado (Efesios 5.4), los que se van de la iglesia por el mal testimonio de algún ministro o hermano; pero no obedecen al evangelio de Jesucristo que les manda hablar para rescatar a la oveja perdida, y si no se corrige,  aún para exhibirlo públicamente (Mateo 18.15-17), etc.

Si en un examen de sí mismo (Mateo 7.3-5) usted se encuentra que es co-culpable en algo de esto, le conviene hacer lo que sea necesario para expiar esa culpa, porque mientras no lo haga, eso será un lastre pesado que no le deje avanzar o crecer espiritualmente por estar sujeto a la demanda de Dios (Ezequiel 3.18), y quizá usted nunca llegaría a saber por qué. Para encontrar la manera de expiarla, es cuestión de meditar y reflexionar sobre el asunto, con el apoyo de las escrituras, porque la Palabra puede iluminar nuestro entendimiento.

Las congregaciones que son edificadas por un equipo de ministros que son iguales entre sí, ellos se cuidan unos a otros, por lo tanto tienen menos riesgos de extraviarse. Pero en el lado opuesto, las que son dirigidas por un ministro absoluto, que tiene ayudantes pero son sus súbditos y en nada pueden discrepar, ni redargüir, ni siquiera sugerir; esas son presa fácil para el enemigo, bastante fácil. Toda congregación que esté en esta situación, por ese solo hecho, ya está extraviada (Efesios 4.11-16).

 

185.                Comunión sin distracción

 

Decir que  “para estar en comunión con el Espíritu Santo es preciso que no te distraigas al leer este mensaje, para que esa comunión sea total”, es una expresión muy hermosa; pero quizá no sea conforme a la verdad del evangelio de Jesucristo, quizá no tenga sustento bíblico. Vamos leyendo todas las citas en donde aparece la palabra “comunión” para cimentarnos sobre la roca y no seguir en arenas movedizas:

2 Corintios 13.14 Aquí encontramos la expresión de un buen deseo del apóstol Pablo; pero ese deseo no es suficiente para que Dios esté en comunión con los corintios mientras su condición espiritual siga siendo niños que están envanecidos (1ª. a Corintios 3.2, 5.2) con palabra elocuente sin poder (1ª. a corintios 4.18-20), aceptando otros evangelios (2ª. a Corintios 11.4). Es el mismo caso del muy común saludo de “Dios le bendiga”.

Filipenses 1.5 La comunión en el evangelio consiste en permanecer firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, no estando otra vez sujetos al yugo de esclavitud de la ley (Gálatas 5.1). Muchos son los ministros que se han extraviado de la verdad (Santiago 5.19-20) hacia otros evangelios, de manera que ellos no pueden estar en comunión con el Espíritu.

Filipenses 2.1-3 Uno de los resultados que se alcanzan al tener comunión del Espíritu, es estar unánimes (Hechos 2.1), sintiendo una misma cosa, para que Dios verdaderamente esté en una congregación (2ª. a Corintios 13.11). En todas las iglesias se afirma que está la presencia de Dios; pero hay muestras claras de las divisiones, contiendas, distinciones de clases sociales, etc. ¿Cómo creer que hay comunión con Dios en medio de estas tinieblas? (1ª. de Juan 1.3-7).

Salmo 25.14 En las iglesias no es común que existan evidencias de que hay temor de Dios (Hechos 5.11). Por lo tanto, esta es una de las razones por las que muchos ministros no conocen SU pacto, el que está vigente desde que Jesús murió en la cruz (Hebreos 9.16-17), y en consecuencia, la comunión que creen tener la fundamentan en otros principios no bíblicos, como el de no distraerse, entre otros.

Proverbios 3.32 Tener la condición de justos es indispensable para la comunión con el Padre. Cómo ser más justos que los escribas y fariseos es una enseñanza que debiera tener preponderancia en la iglesia, para poder entrar al reino de los cielos (Mateo 5.20), para que Dios nos diera aquellas cosas por añadidura (Mateo 6.33), para que nuestra oración pueda ser eficaz (Santiago 5.16), etc. Aunque solo hubiera unos pocos cristianos que tuvieran esta condición espiritual, resultarían bastante notorios al mundo, por los resultados (Hechos 11.26).

 

186.                Compártelo sin probarlo

 

Con frecuencia recibimos correos de ministros compartiendo sus escritos o los de otros, así como también videos de predicaciones que recomiendan. Con estas acciones estamos aprovechando al máximo la tecnología de la red internacional que nos permite estar en contacto simultáneo con multitudes alrededor del mundo.

Pero es necesario que a todo ello le apliquemos la palabra del evangelio de Jesucristo que nos manda examinarlo todo y quedarnos con lo bueno (1ª. a Tesalonicenses 5.21). Por lo tanto, si algún ministro nos dice que reenvíemos el material aunque no lo hayamos leído o escuchado, tal consejo o petición es contrario al evangelio, pues aunque sea con muy buena voluntad, si resulta que ese mensaje no está ajustado a la sana doctrina de Cristo, estaríamos participando de las malas obras del autor (2ª. de Juan 1.9-11).

 

187.                Restauración del Reino

 

Cuando alguna obra se encuentra bastante deteriorada, ya sea por el uso y abuso, ya sea por la falta de mantenimiento o por el abandono, si se quisiera conservarla como era al principio, sería necesario aplicarle un trabajo de restauración.

Algunas congregaciones se llaman “Ministerio de restauración del reino” o alguna expresión similar. Ello equivale a que los ministros de allí consideran que el reino está bastante deteriorado por alguna o varias de las razones posibles, y deciden que ellos lo van a restaurar, es decir que le van a devolver su estado original.

Pero el reino de Dios permanece sin cambios, no se puede deteriorar porque es inconmovible (Hebreos 12.28). La realidad es que muchos ministros -aunque hayan empezado bien (Gálatas 5.7)-, se han deteriorado tanto en su vida espiritual, que ellos necesitan restauración, que haya cerca algún hermano que les restaure (Gálatas 6.1). Otros, que no fueron puestos por Dios en el ministerio, requieren no de una restauración, sino de una remoción de sus escombros, para que pueda llegar otro a edificar (Hebreos 12.27).

El reino de los cielos se ha acercado (Mateo 10.7-8), ya está entre nosotros. El asunto es que muchos que queremos entrar, no hemos podido (Lucas 13.24).

 

188.                Les abrió el entendimiento

 

Los once, y otros discípulos de Jesús, ya llevaban más de tres años conviviendo diariamente con él, recibiendo sus enseñanzas y viendo su manera de vivirlas. En algunas ocasiones habrían tenido destellos de entendimiento, como en el caso de Pedro; pero en general, no entendían las escrituras. Eso fue lo que les dijo Jesucristo resucitado, y entonces les abrió el entendimiento para que las comprendiesen (Lucas 24.44-46).

El entendimiento para comprender las escrituras no es un asunto intelectual, de que solamente los que tienen cierta preparación académica o teológica puedan entender las cosas espirituales. No es eso, pues no se trata de un conocimiento intelectual de la biblia, sino de vivir experiencias espirituales dentro de la iglesia, para llegar a comprender. Y aún esas experiencias no son suficientes, como nos lo demuestra la cita mencionada de Lucas.

Algunos institutos bíblicos ponen como requisito para estudiar cualquier carrera eclesiástica con ellos, que se tenga mínimo el nivel de escuela preparatoria, por lo cual pensando en los doce, ninguno podría haber estudiado con ellos. Y el título que se les otorgue a los estudiantes será en base a un examen intelectual, porque no se dan cuenta que los títulos humanos no abren el entendimiento para comprender los aspectos espirituales de las escrituras, y por lo tanto, aunque sean doctores en teología y otras cosas, seguirán siendo hombres naturales (1ª. a Corintios 2.14).

Muchos ministros que consideran estar aprobados, necesitan que Jesucristo les quite el velo que está puesto sobre el corazón de ellos. Cuando se conviertan al Señor, el velo les será quitado, y entonces el Espíritu Santo tendrá libertad en su interior para darles a entender las verdades del evangelio de Jesucristo (2ª. a Corintios 3.14-17), siendo por ÉL enseñados (Efesios 4.21).

 

189.                La ley escrita por Dios

 

Cuando Dios ha escrito sus leyes en la mente y el corazón de alguien, esa persona ya no necesita presentar ninguna ofrenda, porque ha sido redimido (Hebreos 10.16-18) de la ley del pecado y de la muerte (1ª. a Corintios 15.56-57, Gálatas 4.5-6 y Romanos 8.2), y por lo tanto ya no puede pecar (1ª. de Juan 3.6-9); pero yo no conozco una congregación en donde ya hayan alcanzado esta condición, quizá en su caso personal sí, y con todos sus congregantes.

Otra característica de aquellos en quienes Dios ya escribió sus leyes, es que no necesitan ser enseñados (Hebreos 8.11), y ¿quiénes tienen esta condición en las iglesias? ¿Sabe usted de alguna iglesia en donde no se imparta enseñanza, donde no se predique?

 

190.                Perdonados; pero no limpiados

 

Jesucristo aboga por nosotros, y nos limpia de todo pecado al haber arrepentimiento en nosotros, experiencia por la cual todos pasamos de alguna u otra manera. Sin embargo, cuando volvemos a pecar después de habernos unido a ÉL, no estamos permaneciendo en él, no estamos guardando sus  mandamientos, y eso es evidencia de que aún no le conocemos (1ª. de Juan 2.1-3).

Si no fuere así, ¿por qué Jesucristo dirá a muchos ministros que nunca los conoció? Todos los que pasen por esta experiencia del perdón, es porque se arrepintieron, lloraron por su pecado y fueron perdonados; pero éstos ministros a los que se refiere Jesús, aunque fueron perdonados, nunca dejaron de hacer maldad. ¿Se fija usted en la diferencia? No es  lo mismo ser perdonado de mis pecados anteriores, a ser limpiado de mi maldad, para que ya no vuelva a pecar (1ª. de Juan 1.9), son dos cosas diferentes. Cuando pecamos, es porque andamos en tinieblas, no estamos practicando la verdad, no estamos permaneciendo en ÉL (1ª. de Juan 1.6).​

Vivimos la experiencia de lo primero (ser perdonados), y nos conformamos creyendo que eso es suficiente, o peor aún, que eso es todo; pero de acuerdo con lo que dijo Jesús, no lo es (Mateo 7.21-23).

¿Nos miente Dios al decir que quien ha nacido de ÉL, ya no puede pecar? (1ª. de Juan 3.9).

 

191.                La supremacía del amor

 

Si acaso alguien ha alcanzado la revelación de toda la verdad como concepto ¡gloria a Dios!; pero si considera que su sana doctrina es lo más importante, tal vez ya se ha desviado de la verdad (Santiago 5.19-20) y va rumbo a la muerte, igual que cuando era inconverso.

En el evangelio de Jesucristo, la esperanza tiene supremacía sobre toda otra doctrina, al igual que la fe. No había doctrina acerca de que tocando el manto de Jesús, podría alguien sanar, como tampoco la había sobre los delantales y pañuelos de Pablo, ni acerca de la sombra de Pedro, ni etc. Aquellas personas tuvieron fe, y obtuvieron resultados, sin doctrina.

Muchos ministros tropiezan con las doctrinas poniéndole límites a la fe y a la esperanza. Y algunos van más lejos, cuando en sus hechos ponen a su doctrina como más valioso inclusive que la vivencia del amor fraterno, ignorando -aunque lo saben intelectualmente-, que quien ama a su prójimo, ha cumplido toda la ley (Romanos 13.10 y gálatas 5.14), y por lo tanto tiene esta evidencia de que verdaderamente ama a Dios (1ª. de Juan 4.20).

Si forzosamente hemos de ser doctrinarios, mucho nos beneficiaría al menos considerar que la doctrina más importante en el evangelio de Jesucristo, es el amor. Eso haría alcanzable que nos soportemos unos a otros con paciencia, y después de ello, también alcanzaríamos la unidad (Efesios 4.1-6). Mientras tanto, el mundo nos mira como realmente estamos: divididos en denominaciones (1ª. a Corintios 1.12), y esa es una razón de mucho peso para que  no crean (Juan 17.21).

 

192.                Primeramente apóstoles se hizo una sola con otra.

 

193.                Cadenas de oración

 

En ninguno de los cuatro evangelios vemos a Jesús haciendo cadenas de oración con sus discípulos, para conmover al Padre por ser muchos los que pidan. Muchas veces ÉL les estuvo repitiendo que oraran; pero nunca los citó a alguna velada de oración, para obligarlos o presionarlos a que oraran. Conforme a la Palabra de Jesús, debe ser suficiente con que dos nos pongamos de acuerdo para que el Padre lo haga (Mateo 18.19), pero los resultados no obtenidos hacen evidente que ponernos de acuerdo no es una cosa que se dé automáticamente, de que baste con decir “vamos a orar por tal cosa”.

También sabemos esto: Para que la oración sea poderosa y eficaz, ha de provenir de un justo (Santiago 5.16, Génesis 18.24-32) que cree (Mateo 21.22, Juan 14.12). No dice “de muchos que oren a la misma hora, o en el mismo lugar, o en una marcha por las calles, para ser vistos por los hombres (Mateo 6.1-8), etc”. Lo poderoso no está en las multitudes, sino en nuestra condición espiritual. Así que bien podemos irnos cuestionando acerca de nuestra fe (Marcos 9.24) y nuestra justicia (Mateo 5.20).

 

194.                confirmación de Dios

 

Cuando alguien nos dice algo o algo sucede, y en un corto lapso otra persona nos dice lo mismo o sucede algo que nosotros relacionamos con lo anterior, comúnmente lo hemos considerado como confirmación de Dios. Esto quizá en ocasiones así sea, pero es un principio riesgoso por sí mismo, pues puede equivaler a edificar en un terreno arenoso al que nosotros le hemos atribuido la calidad de roca.

 

Yo sé que esto les parecerá difícil de creer, así que les invito a buscar una evidencia en lo que ha ocurrido estando en la iglesia. Recuerden varias ocasiones que les haya acontecido eso, y que se les dijo o ustedes lo tomaron a ciencia cierta como confirmación de Dios. Revisen si todas esas “confirmaciones” les llevaron a permanecer en la verdad o les condujeron a lo que ahora reconocen como error y engaño.

 

La palabra profética que tenemos en el evangelio de Jesucristo, sí es una roca firme, una antorcha a la que haríamos bien en estar atentos mientras estemos en este mundo de oscuridad (2ª. de Pedro 1.19). Si la palabra de Jesucristo nos dice una cosa, y mil acontecimientos o mil personas nos dicen lo contrario, ¿a quién habremos de creerle?

 

Les pongo un ejemplo bíblico, escrito para que a nosotros no nos pase lo mismo (1ª. a Corintios 10.11): Muchos eran los judaizantes que iban a las iglesias de los gentiles a decirles que era necesario circuncidarse y guardar la ley de Moisés para poder ser salvos (Hechos 15.1 y 5). Quizá porque esos judíos eran muchos (Gálatas 2.12), o porque se presentaban como grandes apóstoles (2ª. a Corintios 11.5 y 12.11), o porque eran hebreos pertenecientes al pueblo escogido por Dios (2ª. a corintios 11.22), tanto los gálatas como los corintios, y algunas otras iglesias, se fascinaron tomándolo como una confirmación de parte de Dios, y se extraviaron hacia otro evangelio, que no era la verdad (Gálatas 1-6-8 y 5.7-9).

 

Es muy importante resaltar que esos hebreos les predicaron con la palabra de Dios, sí; pero con la palabra de Dios del viejo pacto, que es el ministerio de condenación. Precisamente por esa predicación fascinante fue que la verdad del evangelio de Cristo no permaneció con ellos (Gálatas 2.4-5 y 3.1-3). Exactamente lo mismo sucede hoy en muchas iglesias “cristianas”.

 

195.                Envanecidos y jactanciosos

 

Tener de nosotros mismos un concepto más alto de lo que realmente somos, es algo sumamente dañino (Romanos 12.3), pues quienes se creen más de lo que son, se estancan disfrutando sentimientos de gozo y paz supuestamente venidos del Espíritu, mientras permanecen en el engaño por estar muy contentos con lo que sienten en su corazón (Jeremías 17.9).

A fin de evitar ese daño, nos conviene meditar en el evangelio de Jesucristo, leyéndolo versículo por versículo para no adoptar “verdades” sacadas de contexto, y que confrontemos la Palabra con nuestras creencias, tradiciones y costumbres aceptadas en base a enseñanzas del hombre (Marcos 7.7-9, colosenses 2.8). No nos estacionemos en un versículo bonito, mejor busquemos todos los demás que se refieren al mismo asunto.

Si lo hacemos así, el Espíritu de Dios tendrá libertad (2ª. a Corintios 3.17) para llevarnos a toda verdad (Juan 16.13).

 

196.                Para buenas obras

 

Está claro que la fe en Jesucristo es el punto de partida para alcanzar salvación, porque ninguna gracia puede ser hallada fuera de ÉL, ni aún en la ley (Juan 1.17), y una de las controversias sobre este que es el supremo llamamiento, está en el asunto de las obras. Veamos el contexto de la frase “por gracia sois salvos, no por obras . . . “ (Efesios 2.6-10): En los versículos 6 y 7 se menciona que quienes han sido sentados en los lugares celestiales, espiritualmente están allí para que aquí en la tierra muestren en todos los siglos venideros, las abundantes riquezas de SU gracia. Esto es con obras de señales, milagros y prodigios.

En el versículo 9, a los ministros que hagan estas obras de las demostraciones del poder de Dios (2ª. a Corintios 2.4-5), Jesucristo les previene para que no se gloríen por hacerlas, que no se envanezcan creyendo que esas obras milagrosas les van a salvar (Mateo 7.21-23). Luego en el v. 10 les aclara que uno de los propósitos para los cuales son hechura suya creados en Cristo Jesús, es para que hagan buenas obras. Es importante subrayar que en este v. 10 ya no se está refiriendo a las obras del versículo 7.

En las iglesias cristianas son muchísimas las personas que creen ser nuevas criaturas (2ª. a Corintios 5.17) en forma automática, porque repitieron una oración y asisten a congregarse, por eso es que no les llama la atención hacer este tipo de buenas obras, aunque lean que Jesús les abrirá las puertas a quienes las hayan hecho, y mandará al infierno a quienes no las hayan hecho (Mateo 25.31-45).

Por si las palabras de Jesús de Nazaret no fuesen suficientes para usted, veamos lo que nos dice el mismo Jesucristo en Santiago 2.14-17, donde leemos que una fe sin obras es muerta y no puede salvar a nadie. Ahora considere usted cuál sea la causa de que cuando el Señor venga en su Gloria, a unos ministros los apartará a su izquierda por considerarlos cabritos que nunca dejaron de hacer maldad (Mateo 7.21-23), los llamará “malditos”, y por si eso fuera poco, los enviará al infierno, aunque afirmen que es muy grande su fe en Jesucristo.

Está bastante claro que a estos ministros les habrá faltado hacer las buenas obras mencionadas en efesios, Mateo y Santiago, quizá porque hayan estado muy ocupados haciendo las de Efesios 2.7, lo cual será una excusa inválida.

¿Y a dónde serán enviados los ministros que no hicieron las obras del v. 10 ni las del v.7?

Enviarla con el estudio bíblico “salvos por fe, con obras”.

 

197.                El salario del obrero

 

Cuando los doce fueron enviados por Jesús a sanar enfermos, echar fuera demonios, resucitar muertos, limpiar leprosos, etc., les dijo: “Lo recibieron gratis, no cobren por ello;  no lleven dinero, no lleven ropa de más, el obrero es digno de su alimento . . . .hospédense en la casa de una persona digna . . . . . . “ (Mateo 10.8).  Lo mismo sucedió con los setenta (Lucas 10.7).

El salario del cual fueron dignos los 82 apóstoles por hacer esa obra de milagros, fue comida, agua y hospedaje. Como podrá usted darse cuenta observando a los ministros itinerantes de hoy, muchos no hacen la obra con señales, milagros y prodigios; pero cobran muy bien su salario con ofrendas jugosas pre-establecidas o con el diezmo de los diezmos, se hospedan en los mejores hoteles, comen en el mejor restaurante, llevan maletas de ropa y su cartera abultada o la tarjeta de crédito. ¿No le parece a usted que son bastantes desobediencias?

Lo anterior podría no ser importante, si lo comparamos con lo siguiente: Los que cobran por hacer la obra,  pierden los galardones del Señor.            

Enviarla con el estudio bíblico “BATALLAS Y GALARDONES”.

 

198.                El velo y el pelo

 

Un ministro me preguntó: “Dígame sinceramente, hermano, en su iglesia ¿se ponen velo? ¿o ignoran el mandato apostólico?” Le contesté lo siguiente:

 

Algunas mujeres sí, otras no. Sucede igual que con los maridos (1ª. de Pedro 3.7), igual que con los hijos (Colosenses 3.20), que con los jóvenes solteros (1ª. a Corintios 7.20), que con las esposas (Efesios 5.24), que con las jóvenes solteras (1ª. a Corintios 7.35-37), igual que con las congregaciones (2ª a Corintios 11.20). Inclusive, sucede lo mismo que con los ministros (Mateo 5.22, 28.20ª, Lucas 24.49c, Hechos 1.8, 1ª. a Corintios 2.4-5, Efesios 4.11-12, 1ª. de Pedro 4.11, Deuteronomio 22.5, Apocalipsis 2.14, 15 y 20, etc., etc.), porque en las iglesias no todos aman a Jesús (Juan 14.15), no todos le obedecen.

En el viejo pacto, la obediencia a la ley era obligatoria para todos, quisieran o no, y algunas desobediencias se castigaban con la muerte (Hebreos 10.28-29). Pero en el evangelio de Cristo Jesús, la obediencia a Sus mandamientos es resultado de una transformación interior, no de una imposición externa. Y esa transformación no es un suceso instantáneo, automático, inmediato, es un proceso.

En este proceso debieran intervenir los 5 ministros competentes del nuevo pacto, haciendo cada uno la actividad que le es propia, para que los santos seamos perfeccionados hasta alcanzar la unidad de la fe, la estatura de Cristo, para que saliéramos de la niñez fluctuante, para que ya no fuéramos engañados, etc. . . . . . (Efesios 4.11-16).

Muchos ministros imponen la obediencia. Al hacerlo así, están sirviendo el vino nuevo en el odre viejo, y ambos se echan a perder. Y al tomar en cuenta solo algunos mandamientos del evangelio de Jesucristo, desechando otros, resultan ser siervos infieles (Lucas 12.47).

 

  1. Noticias de ministros desobedientes

 

(Entrecomillado el texto de “noticiacristiana.com”, y enseguida el comentario. He suprimido los nombres propios en las noticias, con el propósito de que tal vez de esa manera algunos ministros puedan no encasillar mi comentario como juicio, crítica, denuncia, etc., esperando que pueda leerlos  como lo hace con los señalamientos de advertencia en la carretera, para no irse por otro camino, aunque esté muy transitado por los famosos).

 

“Tras publicarse el video clip oficial “xx xxxxx”, usuarios en las redes sociales han comentado a favor y en contra de Xxxxxx suponiendo erróneamente que grabó dicho video en una iglesia católica”. Habiendo hecho la grabación en medio de lujos y ostentosidades, el ministro Xxxxxx da muestra de ignorancia o desobediencia. Y quienes lo critican por creer que era una iglesia católica, observan la paja en el ojo ajeno y no observan lo importante. Que fuera anglicana, presbiteriana, bautista, etc. es lo de menos.

 

“el pastor Xxxxxxx fue detenido el 23 de mayo pasado, tras organizar marchas anticatólicas en Guayaquil, en las que destruyó imágenes  . . . “, Si existieran las condiciones socio-políticas adecuadas, este pastor sería muy buen miembro de la santa inquisición cristiana. Él está viviendo otro evangelio (Gálatas 1.6-7), el de la ley de Moisés, que es el evangelio de la condenación (2ª. a Corintios 3.9), emulando al rey Josías (2º. Libro de los Reyes 23).

 

“El asalto produjo la muerte de aproximadamente 20 personas, entre empleados y civiles manifestantes, en la ciudad afgana de Mazar-i-Sharif, luego de que el pasado 20 de marzo, el pastor protestante Xxxxx, quemara un ejemplar del Corán en una iglesia de Florida junto al pastor Xxxxxxx, quien el año pasado provocó una controversia por su intento de quemar el Corán”. Es muy posible que estos pastores estén orando por la paz mundial, pero sus actos le echan leña al fuego de las discordias. Evidentemente, no son discípulos de Jesucristo (Efesios 2.14-16).

 

“Xxxxxx Producciones, recientemente envío en su boletín un artículo escrito por Xxxxxxx que también fue publicado en su cuenta oficial en Facebook en el que expresa su profunda preocupación por la iglesia en general. Escribió: “¿Cuántos creyentes hay en el mundo que entienden bien el mensaje de la cruz, creen todas las cosas correctas, pero nunca cambian?”. Hermano Xxxxxxxx: ¿Hasta ahora que tocan a tu hijo, te empiezas a preocupar por la situación de la iglesia en general? Las iglesias han comprado tus discos durante muchos años, lo cual es una de las muestras de su extravío, y de ese extravío has vivido vendiéndoles los cantos que en el momento en que los compusiste quizá fueron alabanza en el espíritu. Recuerda que Jesucristo saca de su templo a quienes hacen mercadería con las cosas sagradas (Juan 2.15 y Apocalipsis 18.1-15). Es necesario entender que en el nuevo pacto, la casa de Dios o el templo de Dios ya no es un edificio, como lo fue en el viejo pacto, así que si el evento es en un estadio de futbol o lo que sea, la palabra de Jesús aplica al acto y a los actores, no al edificio.

 

“El pastor Xxxxxx, estaba ministrando en una conferencia y terminó hablando de un tema muy controvertido en el escenario evangélico: El cobro de eventos religiosos por medio de los cuales artistas evangélicos se están enriqueciendo”. No solamente los cantantes son mercaderes de almas, también apóstoles, profetas, evangelistas y pastores, porque con el cobro de los diezmos venden la salvación y otros dones que Dios da de gracia (2ª. de Pedro 2.3, Apocalipsis 18.13).

 

 “El pastor Xxxxxx asegura que con los “Cursos Xxxxxx”, más de 16 millones de ateos, agnósticos y creyentes tibios, descubren a Jesucristo. La razón de la conferencia fue revelarles a los líderes de las principales denominaciones cristianas –incluyendo jerarcas católicos- este eficaz método de evangelización, que es común para todos los cristianos, ya que tiene una base mínima que no provoca encontronazos doctrinales o teológicos”. O sea que este pastor tiene mejores ideas, mejores métodos de enseñanza que los utilizados por Jesús, de tal manera que si presentamos el evangelio tal como ÉL lo hizo, estaríamos siendo ineficaces. El pastor X está diciendo implícitamente: “Es mejor que aprendan de mí, cómo presentar el evangelio de Jesús”. ¡Vaya, vaya!

 

 “Los premios XXXX reconocen el mérito artístico o técnico, pero no las ventas o la popularidad. Los ganadores son determinados por los votos de sus propios colegas cristianos, los miembros calificados de la academia. El objetivo de los premios Xxxx es reconocer la excelencia y atraer la atención del mundo hacia la música cristiana y el mensaje de salvación de Nuestro Señor Jesucristo”. Pero el mensaje de salvación de Jesucristo dice algo contrario a estos premios: Que no recibamos gloria de los hombres, porque recibiéndola, la consecuencia es que no podemos creer (Juan 12.43, 5.44). La gloria de Dios se manifiesta de una manera muy opuesta a la excelencia artística o técnica. Nada que ver.

 

“Reality show muestra la vida de lujo de los predicadores extravagantes en los Estados Unidos. Después de la presentación del primer capítulo, el obispo Xxxxxxxx de la iglesia Casa del Xxxxxxx, clasificó al programa como una basura de la TV”. Qué extraviados (Stgo. 5.19-20) están los ministros que se enriquecen con el evangelio, que lo utilizan para su propio beneficio (2ª. a Corintios 11.20), en clara desobediencia a las enseñanzas de Jesús. Y aún así, tienen millares de seguidores.

 

200.                Pastores piden armas

 

Para defenderse de los musulmanes en Kenia. “La mayoría de nuestras iglesias no tienen protección, no hay paredes ni puertas. El gobierno debe enviar AK-47 para cada iglesia. Así podremos evitar que nuestras iglesias sean quemadas, nuestras casas saqueadas y los cristianos asesinados”, propuso el pastor XXXXX XXXXXXXXXX durante un funeral en mathole.

En el ministerio de condenación que es la ley de Moisés (2ª. a Corintios 3.7-15), los religiosos siempre encontrarán palabra de Dios para justificar la ira, la intolerancia y la falta de perdón que hay en sus corazones. De esa manera, las acciones bélicas estarán disfrazadas de legitimidad delante de Dios.

Ejemplos del pasado: En base a la ley, los sacerdotes y demás religiosos judíos crucificaron a Jesús, porque no aceptaron su evangelio, no se convirtieron de sus malos caminos. En base a la ley, Saulo de Tarso y sus ayudantes persiguieron a los de la secta del Nazareno. En base a la ley, la iglesia católica divinizó las cruzadas contra los infieles musulmanes, y justificó la terrible santa inquisición, porque los jerarcas de la “única y verdadera iglesia de Jesucristo” no se habían convertido al Señor.

En la actualidad, los ministros de cualquier iglesia que pidan armas para defenderse matando inconversos, están demostrando con toda evidencia que no se han convertido al Cristo que dicen predicar. Es un vituperio para el evangelio que se llamen a sí mismos “cristianos”.