38.- La conversiòn de Saulo

Si viviéramos en la locura de la cruz como lo hicieron aquellos ministros competentes de la iglesia primitiva, Dios continuaría hoy y durante todas las generaciones (Efesios 2.7) destruyendo la sabiduría de los sabios y el entendimiento de los entendidos, por las demostraciones de poder (1ª. a Corintios 1.19 y 18, 2.4-5 y 4.20), manifestadas a través de ministros aprobados (Hebreos 2.4). Haciéndolo así, la iglesia cumpliría su misión en este mundo ante los principados y potestades celestiales (Efesios 3.10) que todavía lo gobiernan por la escasez de ministros que militen en el Espíritu (2ª. a Corintios 10.3-5). 

 

LA CONVERSIÓN DE SAULO

(Solo para ministros de la iglesia)

 

  1. La narración que leemos en el capítulo 9 del Libro de los Hechos, cuando Saulo va a medio camino entre Jerusalén y Damasco, no es su conversión, sino que ese acontecimiento fue solo el primer encuentro de Saulo con Jesús el Cristo. La conversión de Saulo ocurrió después en algunos momentos no precisados en el tiempo; pero claramente identificables en cuanto a los cambios acaecidos que están descritos en sus cartas, y por las cuales podemos darnos cuenta que la conversión no es un suceso instantáneo sino un proceso gradual, paulatino.

 

  1. En algún momento, que pudo haber sido durante sus tres días de ceguera física, o posteriormente, al Padre le agradó revelar a su Hijo en él (Gálatas 1:15-16), y lo hizo con el propósito bien definido de que hubiera alguien que predicase el evangelio a los gentiles, con una peculiaridad muy importante: Que Saulo no lo aprendió de hombre alguno, sino por revelación directa (Gálatas1:12).

 

  1. Pero pasemos a lo dicho de identificar y precisar lo que ocurrió en aquellos momentos, que quizá algunos fueron para él incluso una conmoción, un shock espiritual, tanto así como para no comer ni beber.

 

  1. La ley dada por Dios a Moisés era un conjunto de ritos, ordenanzas  y mandatos del todo sagrados para Saulo de Tarso, quien además los consideraba inamovibles. Sin embargo, en algún momento le fue revelado que la ley se termina con Cristo (Romanos 10:4 King James version), porque en Cristo y no en la ley es donde el creyente puede encontrar gracia y verdad (Juan 1.17). Partiendo de allí, son muchas las referencias que hace el apóstol Pablo a lo que la ley significaba para él.

 

  1. Así que Saulo entendió que era indispensable cambiar su manera de pensar, ser transformado por la renovación de su entendimiento (Romanos 12:2), lo cual sucedió efectivamente en él de tal manera que cuando ya había desechado la ley, llegó a decir que tenía la mente de Cristo (1ª. a Corintios 2:16).

 

  1. También había sucedido esto otro en Saulo: Que antes de su encuentro con Jesús rumbo a Damasco, él había tenido una opinión humana acerca de Jesús (2ª. a Corintios 5:16), la cual en algún momento cambió, consistiendo aquí su conversión en que ya no juzgaba –ni a Cristo ni a nadie- según la carne, por lo cual se consideraba a sí mismo verdaderamente como una nueva criatura (v. 17, versión Castilian), pues ahora ya no estaba en su antigua manera de pensar, como lo hace el mundo, sino en la de Cristo.

 

  1. Resulta sorprendente entender la conversión de Saulo en este otro pasaje, cuando narra él que todo lo que eran sus tesoros de la justicia conforme a la ley, los tuvo por basura, se deshizo de ellos, los tiró, con el único propósito de poder ganar para sí mismo a Cristo y como requisito indispensable para conocerlo espiritualmente, no intelectualmente, y ser hallado en ÉL (Filipenses 3:8). Dicho de otra manera, si Pablo hubiera permanecido en su apego a la ley, no hubiera podido conocer a Jesucristo como lo conoció.

 

  1. Así que Saulo de Tarso el incrédulo (1ª. a Timoteo 1:13) fue transformado, fue convertido en un ministro competente del nuevo pacto (2ª. a Corintios 3:6), en un perito arquitecto (1ª. a Corintios 3:10), que estuvo dispuesto a dar su vida por defender la suficiencia salvadora de Jesús en el nuevo pacto, contra aquellos judaizantes que querían imponer la ley a los gentiles (Gálatas 2.4-5), a la cual en tiempos pasados él mismo había considerado de supremo valor.

 

  1. Así, queda aclarado que uno es el momento del primer encuentro con Jesús, y otros son los momentos en los que sucede la conversión del viejo hombre que, al cambiar sus pensamientos, se está revistiendo del nuevo, renovándose en el espíritu de su mente, si es que en verdad es por Él enseñado (Efesios 4:21-23).

 

  1. Pero tal vez usted se pregunte para qué pueda servirnos entender cómo aconteció la conversión de Saulo. Nos resultaría muy útil comprender esta situación, ya que los cristianos comúnmente se refieren al momento en que Cristo les fue predicado y ellos repitieron una oración, como si ese fuera el momento de su conversión, cuando en realidad este es el paso inicial, solo por el cual es erróneo considerar que ya se tiene la condición de hijo de Dios (Romanos 8:14, Mateo 5.45, Gálatas 4.5, 1ª. de Juan 2.29, 3.6, 3.9, 4.7, 5.18).

 

  1. Este proceso continúa con la dedicación personal a asimilar la enseñanza de los mandamientos de Jesús, de Su filosofía de la vida según Dios, seguida de la decisión de adoptar esos mandamientos  y esa doctrina como estilo de vida. Esta es la etapa de discipulado.

 

  1. La renovación de nuestro entendimiento, es irnos deshaciendo de los criterios mundanos con los que siempre hemos vivido, con los que hemos juzgado a los demás y a nosotros mismos, para encaminarnos hacia alcanzar la estatura de Cristo, en obediencia, en conocimiento, en sabiduría, en fe, para que todo esto se pueda comprobar posteriormente con obras más grandes que las Suyas (Juan 14:12), de manera que podamos afirmar –sin mentir, sin que sea una vana ilusión- que Cristo vive en nosotros (Gálatas 2:20). Esta es la etapa de transformación para que lleguemos a tener la mente de Cristo (1ª. a Corintios 2:16).

 

  1. Pero en la realidad sucede que, creyéndonos todos convertidos a Jesús de manera instantánea desde el primer momento, pueden pasar años y años de congregarnos sin falta cada semana en la iglesia, y resulte que la gran mayoría de los “cristianos” terminemos muriendo sin habernos convertido totalmente a Jesús, sin que Jesús haya sido plenamente formado en nosotros (Gálatas 4:19), habiendo experimentado solamente una conversión parcial, la cual es insuficiente para alcanzar salvación (Romanos 8:1-2, Juan 8.31-36).

 

  1. Esto sucede así porque son muy escasos los ministros auténticos, los que verdaderamente militan en el espíritu, los que fueron perfeccionados antes de ser enviados, para que pudiesen realizar de manera eficaz la obra del ministerio (Efesios 4:12). Los ministros que ya alcanzaron la estatura del varón perfecto, tienen autoridad espiritual para destruir las fortalezas, los argumentos, las altiveces que de manera natural  existen en todas las ovejas, para oponerse al conocimiento de Cristo (2ª. a Corintios 10:4-5), es decir para impedir que lo conozcamos espiritualmente. En consecuencia, el mundo cristiano permanece en una condición de niñez espiritual, sintiéndose muchos satisfechos a pesar de ella por falta de comprensión de la realidad, estando imposibilitados para recibir la adopción de hijos (Gálatas 4.1-6), y no pudiendo entrar al reino (Gálatas 4.24 y 30).

 

  1. Así que en síntesis, la conversión es abandonar nuestra vieja manera de pensar, ser renovados en nuestro entendimiento, vestirnos de la naturaleza de Jesús –quien no juzga según las apariencias-, ser nuevas criaturas que con evidencias lo demuestran, no viviendo en ilusiones que son muy bonitas; pero no tienen sustancia efectiva.

 

  1. Resultaría muy útil que los ministros entendieran esta situación, para que se enfocaran en corregir lo deficiente (Tito 1:5), lo cual surge de manera automática como consecuencia directa e inevitable de los conceptos erróneos con los cuales se edifica la iglesia, por las filosofías y huecas sutilezas que se han introducido del mundo a la iglesia (Colosenses 2.8).

 

  1. Habiendo comprendido cómo sucede el proceso de la conversión, los ministros actuales, trabajando en equipo como lo manda Jesucristo, podrían dedicar esfuerzos y estrategias verdaderamente eficaces que transformaran a los cabritos en ovejas, a las ovejas en discípulos, a los discípulos en amigos, y a los amigos en nuevos ministros competentes.

 

Ministerio de Enseñanza “Nuevo Pacto”

Hno. Ramón Oliveros Ochoa

Hna. María Auxilio Carrillo Ibarra

Febrero de 2012