Reflexiones 101 a 150

 

Reflexiones Breves

Solo para ministros de iglesias cristianas

 

101.    Músicos y cantores

102.    Crecimiento espiritual

103.    Jesús es mayor

104.    Esposas sometidas

105.    Libro de la vida

106.    Demoraciones

107.    Tesoros no apreciad

108.    Paz en Jerusalén

109.    Murallas que nos div

110.    Inmundicia ¿solo m?

111.    salvación por intercam

112.    Tilde y jota

113.    Salvación asegurada

114.    ¿Enojo de Jesús?

115.    Verdad eterna

116.    vender su alma

117.    Shabat/reposo

118.    Usos viles

119.    Otros mandamients

120.    Debilidad de la ley

121.    Inmunes a los dardos

122.    Fascinados por la ley

123.    Cristianos que maldice

124.    Lugares secos

125.    Aceite para ungir

126.    Todo lo que pidieren

127.    Billetes falsos

128.    Misión no cumplida

129.    Nuestros caminos

130.    Derribar, destr, reedi

131.    La mente de Cristo

132.    Redimidos y adoptados

133.    Ídolos “cristianos”

134.    Investidos de poder

135.    Reino inconmovible

136.    Nuevas criaturas

137.    Un castigo mayor

138.    Un nuevo sacerdocio

139.    Enemigos de la cruz

140.    Comiendo y bebiend

141.    Firmar el pacto

142.    Fascinación y embot

143.    Ministros que perfec

144.    Eventos interdenomina

145.    Disciplina y correcció

146.    Ministros competent

147.    Suprimir ministerios

148.    Quiénes están en Cri

149.    Pecar deliberadame

150.    Lobos rapaces

 

 

 

 

 

101.                Músicos y cantores

 

Muchas iglesias dicen que los músicos y cantores “tienen la responsabilidad de llevar al pueblo a la presencia de Dios a través de un tiempo especial de adoración”. Quienes presentan alabanzas a Dios bajo esta enseñanza, están utilizando un argumento que ni siquiera existe en el viejo testamento, por lo tanto están ofreciendo fuego extraño que Dios nunca mandó. Cosa terrible es la que hace Dios: ÉL se santificará y se glorificará en presencia (Levítico 10.1-3) de los aprobados que reciben el reino inconmovible, consumiendo a tales ministros porque se aferran a lo que ya fue removido (Hebreos 12.27-29).

 

En el nuevo pacto, Dios busca adoradores en espíritu y en verdad, y eso es una condición espiritual personal que algunos congregantes alcanzan, otros no. La presencia de Dios no desciende al edificio donde se reúne la iglesia, ni depende de los músicos-cantores, sino que entró en algunos, y la portan de manera permanente, no por un tiempo especial de 30-60 minutos.

 

Quienes enseñan que la presencia de Dios desciende por la calidad de la música y las voces, hacen inválida la palabra de Jesús (Juan 4.24).

 

102.                Crecimiento espiritual

 

No es lo mismo “entendimiento de la palabra” que “crecimiento espiritual”. El entendimiento se logra por escudriñar, meditar, reflexionar; con tres condiciones previas: Que no esté embotado (2ª. a corintios 3.14-15), que Jesucristo lo abra (Lucas 24.45) y que el Espíritu Santo nos guíe para conocer la verdad (Juan 16.13).

 

El crecimiento espiritual se va dando día a día a través de las experiencias de la vida: Haces lo incorrecto, te estancas, no creces. Reaccionas a las vicisitudes de la vida conforme al evangelio de Jesucristo, entonces sí creces espiritualmente. Por lo tanto, el conocimiento se puede impartir por parte de los maestros y predicadores; pero el crecimiento en estatura no se imparte de unos para otros, sino que se alcanza para sí mismo.

 

Si cuando se reúnen los integrantes de una congregación preguntáramos quiénes quieren crecer espiritualmente, todos levantarían la mano. Jesús de Nazaret dio una enseñanza acerca de este crecimiento, y sin embargo, muy pocos creyentes la ponen en práctica. Esto es evidencia de una enseñanza deficiente por parte de los ministros, aunque ellos mismos quisieran crecer y que sus congregantes también alcancen crecimiento espiritual.

 

¿Cuál es esa enseñanza que ha permanecido oculta para muchos? (Mateo 20.25-27).

Enviarla con la rx188

 

103.                Jesús es Mayor

 

Aunque reconocemos que Jesús es mayor que el templo, muchos ministros continúan construyendo templos para que en ellos el pueblo reciba de Dios, pero al mismo tiempo afirman que los creyentes son el templo.

 

Aunque reconocemos que Jesús es mayor que Moisés, muchos ministros continúan enseñando la ley de Moisés, a pesar de que Dios ya nos dijo que escuchemos a Jesús (Mateo 17.5), y que la lectura del antiguo pacto embota nuestro entendimiento (2ª. a Corintios 3.14-15). Esta es la razón por la cual muchos no entienden que las promesas del nuevo pacto son mejores (Hebreos 8.6), todas, no solo algunas. Y se dejan fascinar por las promesas de la ley, igual que aquellos gentiles (gálatas 3.1-3), porque Jesucristo no fue bien formado en ellos (Gálatas 4.19).

 

104.                Esposas sometidas

 

El mandamiento de Dios es que ellas se sometan a sus maridos; pero el enemigo ha engañado a muchos ministros haciéndoles enseñar a los varones la actitud de imponer el sometimiento. En este caso, el hombre está actuando según la ley, y por ello se desliga de Cristo y cae de la gracia (Gálatas 5.4). Por un plato de lentejas se pierde en el nuevo pacto algo mucho más valioso que la primogenitura del viejo pacto.

 

Y cuando las esposas logran someterse a sus maridos, si lo hacen con enojo, porque deben hacerlo aunque no quieran, se ponen bajo culpabilidad de juicio (Mateo 5.22), igualmente desligadas de Cristo y de la gracia, y por lo tanto, bajo la maldición de la ley (Gálatas 3.10). La única razón espiritualmente sana para el sometimiento voluntario de parte de la esposa, es que lo haga por agradar a Jesucristo, no al hombre. Y para que esto pueda suceder así, es necesario que la esposa encuentre el camino excelente (1ª. a Corintios 12.31), para que no se irrite (13.5), para que lo haga porque ama al Señor (Juan 14.15).

 

105.                      Libro de la vida

 

Ningún nombre es agregado al libro de la vida cuando alguien repite una oración, porque ese libro ya está escrito desde la fundación del mundo (Apocalipsis 17.8). ¿Por qué será que muchos ministros enseñan lo contrario? ¿Es que acaso no entienden algo tan sencillo? ¿O definitivamente son engañadores conscientes?

 

Lo que debieran enseñar a los congregantes es que tengan mucho cuidado de que sus nombres –si es que acaso están escritos- no sean borrados (Apocalipsis 3.5), porque nosotros no podemos hacer nada para que nuestro nombre sea escrito. Pero esta enseñanza se omite. Algunos incluso ofrecen como carnada en el anzuelo, la idea de que Dios está esperando que vayas a la iglesia para que allí le pidas que escriba tu nombre en el libro; pero esa falsa enseñanza equivale a poner la soberanía en las personas y quitársela a Dios.

 

106.                      Demoraciones

 

Participar en los grupos de oración de la iglesia es una práctica muy común, y desde luego el principio es genuino, pues estar unánimes en oración y ruego es requisito para que llegue el día de nuestro “pentecostés” (Hechos 2.1), cuando deberíamos ser investidos con poder de lo alto (Hechos 1.8). ¿Porqué no sucede este acontecimiento, si todas las iglesias tienen su grupo de oración?

 

La razón principal es que generalmente los grupos de oración están integrados por personas que todavía siguen siendo chismosas, envidiosas, orgullosas, soberbias, altivas, enojonas, pleitistas, celosas, corajudas, idólatras, obstinadas, contenciosas, desobedientes, manipuladoras, mentirosas, etc. En esta situación, aunque las oraciones fuesen sinceras, con toda su alma y su mente, con esa realidad espiritual no pueden orar en espíritu y en verdad, ni estar unánimes; y en consecuencia no se ministra a Dios. Más bien lo que sucede es que ministran a los demonios, los cuales se mueven allí con toda libertad.

 

Cómo nos hace falta tomar en cuenta que aquel grupo de la iglesia primitiva ya había alcanzado la condición de que eran de Cristo (Hechos 4.24-31), que alcanzaron la unanimidad desde antes de pentecostés (Hechos 2.1) porque se esforzaron (Lucas 13.24), no sucedió de manera automática, sino que habían crucificado la carne con sus pasiones y deseos, por lo cual en ellos sí se manifestaba el fruto del Espíritu (Gálatas 5.22-23, 1ª. a corintios 13.5), sí podían estar unánimes, sí adoraban en espíritu y en verdad (Juan 4.24).

 

Por algo Jesús mandó que oremos en secreto. ¿Será que conocía la naturaleza humana?

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107.                      Tesoros no apreciados

 

Entre las abundantes riquezas de la gracia de Dios (Efesios 2.7), hay una gracia que todos los cristianos creen tener desde el primer día que repitieron una oración, mas sin embargo, una de las joyas indispensables para poder alcanzar esa gracia, es la paz, entre otras. Es triste; pero para muchos creyentes la paz vale un penny: Si lo vemos tirado no lo recogemos; si lo perdemos, quizá ni nos demos cuenta, y si acaso lo notamos, no nos preocupa.

 

Otras cosas que según el evangelio de Jesucristo son vanidad, para nosotros valen no un penny sino algunos o muchos dólares. Esas vanidades, aunque nos hacen perder la paz, las conservamos como si fuesen muy valiosas, lo cual demuestra que todavía andamos en la vanidad de nuestra mente, como cuando “éramos” inconversos (Efesios 4.17), porque no hemos conocido a Cristo Jesús de manera excelente como para considerarlas basura (Filipenses 3.8).

 

La realidad es que los tesoros del reino son muy poco apreciados en el mundo “cristiano”, por eso la mayoría vive en una vana ilusión de que ya tiene esa y otras gracias más.

 

108.                      Paz en Jerusalén

 

Las oraciones que hicieron los propios judíos desde los tiempos de David hasta que se manifestó Jesús como Mesías, nunca fueron suficientes ni eficaces para que Jerusalén estuviese en paz, en primer lugar porque el mismo David –aunque oró por la paz- era un hombre de guerra, y con esa condición espiritual, los tiempos de paz solo pueden ser breves. Esto lo podemos comprobar porque Jerusalén tuvo paz durante los tiempos de Salomón, no como fruto de las oraciones, sino porque Jehová determinó que este rey fuese un hombre de paz (shalom-on); pero después de él, las guerras volvieron sobre Israel, aún hasta hoy.
En la actualidad, muchos ministros e iglesias promueven cruzadas de oración y marchas por la paz de Jerusalén, basándose en el Salmo 122.5-6. Estas acciones que tienen apariencia de piedad (2a. a Timoteo 3.4-6), siguen siendo recursos insuficientes e ineficaces; pero nuestro Dios ya proveyó un Mesías no solamente salvador, sino también pacificador, redentor. Cristo Jesús ya hizo posible lo que era y sigue siendo imposible para el hombre, aunque sean muchas sus oraciones, sus marchas, sus vigilias, etc. En la cruz, Jesucristo derribó la pared de separación entre los gentiles y los judíos, y también mató las enemistades añejas entre ambos pueblos, reconciliándolos con Dios al hacer de ellos un solo Cuerpo en Cristo, esto es la iglesia (Efesios 2.13-17).
Entonces, ¿por qué Israel continúa bajo ataque? ¿Y porqué sigue habiendo guerras entre los demás pueblos? Con estas evidencias, no existe ningún indicio de que sea verdad  lo expresado en esta parte del evangelio de Jesucristo. ¿Acaso Jesucristo es mentiroso? ¿No hizo en realidad lo que dice que hizo?

 

¿Está Israel bajo ataque? Es culpa de los ministros “cristianos” que en sí mismos no han alcanzado la condición personal de ser pacificadores (Mateo 5.9), y por lo tanto sus oraciones por la paz de Jerusalén son infructuosas. También porque hemos nulificado la obra pacificadora de Jesús en la cruz entre Israel y los demás pueblos (Efesios 2.14-16), al hacer que las iglesias vivan en una mezcla de ambos pactos, siendo que Jesucristo ya abolió el antiguo (Efesios 2.15, Colosenses 2.14, Hebreos 7.18-19 y otras), porque cuando se hace un nuevo testamento, el anterior pierde su validez (Hechos 8.13).

 

Mientras sigamos haciendo esto, de nada sirve orar por la paz en Jerusalén, porque los “cristianos” le estamos echando más leña al fuego.

(ACOMPAÑARLA CON EL ESTUDIO 22.- PALESTINA VS ISRAEL).

 

109.     Murallas que nos dividen

 

A la ciudad latinoamericana equis, hace quizá más de un siglo llegaron unos misioneros estadounidenses, con la misión “de parte de Dios” de ganar a todo el pueblo para Jesucristo. Traían una denominación, una doctrina, unos dogmas. Algunos pocos años después, llegaron otros misioneros estadounidenses, supuestamente con la misma misión “de parte de Dios”; pero con otra denominación, otra doctrina, otros dogmas. Y así fueron llegando otros, y otros, y otros.

 

Hoy en la actualidad, podemos ver que aunque hayan pasado cien años, aunque hayan llegado más misioneros, más “evangelistas y apóstoles”, más etcs., ni entre todos han logrado ganar para el Señor a la mitad del pueblo. En los tiempos de la iglesia primitiva, el evangelista Felipe, solo, en unos pocos días causó que hubiera gran gozo en Samaria (Hechos 8.5-8).  Y el apóstol Pedro yendo también solo  a Lida, con sanar a un paralítico, logró que se convirtieran todos los de aquella ciudad.

 

¿Cuál es la causa de resultados tan diferentes? Que las denominaciones, doctrinas y dogmas, dividen al pueblo “cristiano”. Estas diversas doctrinas son muros de separación, son otro anticristo (Efesios 2.14-16), más resistentes que el muro de Berlín. Pero el poder de Dios manifestado a través de sus ministros (Hebreos 2.4) competentes del nuevo pacto, atrae a las multitudes, porque todos son sanados.

 

¿Quién ama más al Señor que a su denominación, como para empezar a derribar su parte del muro?

 

110.     Inmundicia ¿solo de la mujer?

 

La inmundicia a que se refiere el libro levítico en la mujer que está en sus días de menstruación, ¿Es una inmundicia espiritual, o física?

 

Algunos ministros no permiten que la mujer predique en la iglesia, nunca, para no correr el riesgo de que lo hiciere estando inmunda por esta causa. En el libro de los Hechos (10.11-16), leemos que a Pedro le sobrevino un éxtasis espiritual, y le dijo una voz: “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común”.  ¿Acaso Dios le habrá dado mayor importancia a quitar la inmundicia de los animales que de las mujeres? Hubo una mujer que de acuerdo con la ley estaba inmunda por el flujo de sangre; pero Jesús no le reclamó que lo hubiese contaminado por tocarlo. Esta es una evidencia de que el nuevo pacto contiene mejores promesas que el viejo.

 

Los fariseos aplican esta regla de inmundicia solamente a las mujeres; pero el libro de levítico dice que también el hombre, cuando tiene flujo de semen, es inmundo. Por lo tanto, si consideran que esta inmundicia es espiritual, a fin de que los ministros “cristianos” sean más justos que los escribas y fariseos y no tengan por ello impedimento para entrar al reino de los cielos (Mateo 5.20), deberían prohibirse a sí mismos predicar, para que no lo hagan estando inmundos.

 

O bien aprender que, en el evangelio de Jesucristo, nada es inmundo en sí mismo, sino que lo es para el que piensa que es (Romanos 14.14), y aprender también esto otro: que ya no hay diferencia entre varón ni mujer, porque somos uno (Gálatas 3.28).

 

111.     salvación por intercambio

 

En una circunstancia imprevista y repentina, quizá muchos de nosotros arriesgaríamos nuestra vida por salvar a alguien de un accidente inevitable, aunque fuera un desconocido. Conscientemente, y habiéndolo meditado, apenas habrá quien osara morir por alguien bueno, justo. Y sin embargo, Jesús de Nazaret murió por nosotros los impíos (Romanos 5.6-7) voluntariamente, pudiendo haberlo evitado (Mateo 26.53). ¿Por qué lo hizo? Porque sabía muy bien cuál era el destino de fuego para todos los seres humanos, incluyendo al pueblo judío y a los líderes religiosos de ellos, que creían ser justificados por las obras de la ley.

 

Todos tenemos algún pariente que no esté convertido al evangelio. ¿Le amamos lo suficiente como para estar dispuestos a perder nuestra salvación con tal de que él fuera salvo? Esta pregunta puede parecerle a usted totalmente sin sentido, porque no es así; pero hubo alguien muy importante en la obra del evangelio en los tiempos de la iglesia primitiva, que sí estuvo dispuesto a ser enviado al infierno, con tal de que todos sus parientes de raza alcanzaran salvación (Romanos 9.1-5).

 

¿Cuál es la situación de quienes quieren estar bajo la ley? (Gálatas 4.21-30).  Pablo lo entendió muy bien como para tener esta osadía. Lo mismo les resultaría bueno entender a los judaizantes de hoy, no para salvar a otros, sino para que ellos mismos puedan ser salvos sin son hallados en ÉL (Filipenses 3.7-9).

 

112.     Vender su alma

 

Jesucristo anuló el acta de los decretos -esto es la ley- (colosenses 2.14), con sus mandamientos y ordenanzas (Efesios 2.15). Gracias a esa abrogación, los gentiles podemos recibir vida y perdón de pecados por medio de ÉL (Colosenses 2.13). Sin embargo, somos privados de ese premio al considerar que las cosas que son solo sombra puedan servirnos de algo (2.17), al dejarnos juzgar por estas cosas de la ley (v. 16) como si todavía fuesen valiosas, siendo que lo verdadero es el Cuerpo de Cristo.

 

Si le volvemos a dar a los principados y potestades el poder que tenía sobre nosotros por la ley que le da fuerza al pecado (1a. a Corintios 15.56-57), nos constituimos en enemigos de la cruz de Cristo (Filipenses 3.7-18).  Esta es la triste situación de muchos ministros cristianos, y quizá Pablo si viviera hoy, estaría otra vez dispuesto a "vender su alma al diablo" (Romanos 9.1-3), con tal de que los gentiles nos volviéramos de la ley a Cristo (Gálatas 5.1).

 

113.     Tilde y jota

 

Hasta los tiempos de Juan el bautista, los mandamientos de la ley y los profetas no se habían cumplido a cabalidad. Era necesario que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa (Gálatas 3.19), por eso Jesús de Nazaret la cumplió toda, para que pudiera pasar, derogarse (Mateo 5.17-18). Habiendo heredado un nombre superior al de Moisés, al de la ley y a cualquier otro nombre (Hebreos 1.4), Jesucristo (no Jesús de Nazaret) abolió la ley y sus ordenanzas (Efesios 2.15), esa acta de decretos que era contraria a nosotros (Colosenses 2.14), porque sus estatutos no son buenos para nosotros, ni por ellos se puede vivir (Ezequiel 20.25).

 

No obstante esta verdad de Jesucristo, todavía hoy y aún en las iglesias de gentiles, existen muchos ministros “cristianos” que creen que por medio de la ley pueden tener vida eterna (Juan 5.39-40), mas la triste realidad es que al dejarse fascinar por ella (Gálatas 3.1-3), se desligan de Cristo (Gálatas 5.4), no permanecen en ÉL (Juan 15.1ss), y ninguna gracia pueden alcanzar (Juan 1.17), porque la herencia es solo para los hijos de la libre (Gálatas 4.21-25 y 30).

 

114.     Salvación Asegurada

 

Los que no se esfuerzan (Lucas 13.23-24), aunque digan que creen, aunque hayan repetido la oración de fe, aunque . . . . ., etc., no alcanzan su salvación. Tampoco los ministros que no perdonen alguna ofensa (Marcos 11.25-26), los que no hayan dejado de hacer maldad (Lucas 13.26-27, Mateo 7.22-23), ni los que no hagan estas buenas obras (Mateo 25.41-45, Efesios 2.10, Santiago 2.14-16 y 1.26-27). ¿Y qué decir de los ministros que empezaron bien; pero al tiempo se convirtieron en lobos rapaces que enseñan cosas perversas (Hechos 20.28-30), o los que se enseñorean de la grey (1ª. de Pedro 5.2-3, 2ª. a Corintios 11.20), o quienes se convirtieron en nicolaítas, balaamitas o jezabelitas? (Apocalipsis 2.14-15 y 20).

 

Para algunos, la salvación puede estar más cerca que cuando creyeron, si se levantaran del sueño (Romanos 13.11 y Efesios 5.14), si no fuesen eliminados por correr a la ventura (1ª. a Corintios 9.26-27), si es que perseveran hasta el fin (Mateo 10.22, 24.13 y Marcos 13.13), si sus nombres no fueran borrados por mancharse (Apocalipsis 3.4-5), si prosiguieran hacia la meta y lograran asirse de la salvación (Filipenses 3.12-14), si no estuvieran en condición de tibieza espiritual (Apocalipsis 3.16).

 

Los ministros que se han extraviado de la verdad, van rumbo a la muerte, igual que cuando “eran” inconversos (Santiago 5.19-20). ¿Para dónde van los que naufragan en cuanto a la fe por seguir la falsa ciencia? (1ª.a Timoteo 6.20-21), ¿y los que se desvían de la verdad y trastornan la fe? (2ª. a Timoteo 2.18), ¿y los que enseñan con palabrería vana y profana lo que NO dice el evangelio de Jesucristo? (2.16-17). ¿Y los que enseñan lo que no debieran enseñar? (Tito 1.10-11). ¿Y los que no cuidan su salvación? (Hebreos 2.3). ¿Y para qué habríamos de ocuparnos en cuidar algo que no se puede perder? (Filipenses 2.12). ¿Y los ministros que dicen creer en Jesús (Juan 8.31); pero afirman que nunca dejarán de ser pecadores? (Juan 8.36, romanos 8.2-1, 1ª. de Juan 3.6-9).

 

Un ministro que aparenta ser humilde pero no lo es, priva a los creyentes de su premio (Colosenses 2.18). ¿De cuál premio? La vida y el perdón en Cristo (2.13), o sea de su salvación. Una fe muerta, a nadie puede salvar, aunque sea fe (Santiago 2.14-16).

 

115.     ¿Enojo de Jesús?

 

Afirmar que Jesús de Nazaret se enojó aquella ocasión en que hizo un azote de cuerdas en el templo (Juan 2.13-17), es decir que fue pecador (2ª. a Corintios 5.21), y el enemigo habría tenido de qué acusarlo.

 

Por nuestra cultura y nuestra condición humana, consideramos que se enojó porque nosotros hacemos algo semejante a lo que ÉL hizo en esa ocasión, solamente cuando nos enojamos, cuando perdemos el dominio de nosotros mismos, cuando nos salimos de nuestras casillas. En esas circunstancias, la ira-enojo nos lleva a ofender a los demás, a hacer cosas o a decir palabras de las cuales después reconocemos que estuvimos mal (Mateo 5.22).

 

Y si Jesús hubiese pecado, ¿cómo podría él hacernos libres del pecado? Jesús no enseñó ni mandó algo que Él no hubiese cumplido ya antes, en su vida natural. No pretendamos hacer a Jesús un hombre que haya sido igual a nosotros también en el pecado (Hebreos 4.15). Sin embargo, para quienes ya lo hayamos hecho, recordemos que hablar mal de Jesús es algo perdonable (Mateo 12.31).

 

En aquellos ministros que todavía se enojan, el Espíritu Santo no ha dado aún su fruto. ¿Será porque están llenos de ÉL, o porque no está ÉL? Porque contra el fruto del Espíritu, la ley del pecado y de la muerte (Romanos 8.2) nada puede (Gálatas 5.22-23).

 

116.     Verdad Eterna

 

La verdad de Dios es una, siempre la misma, y permanece inmutable. Pero esta SU verdad la ha ido revelando poco a poco a la humanidad, no toda de una vez, ni ha terminado aún de revelarla.

 

Para los judíos del antiguo testamento, Jesucristo fue verdad solo como promesa a futuro, dada a Abraham y confirmada por la ley y los profetas. Estos hubieran querido vivir en los tiempos en que esa verdad futura se hiciera verdad presente (1ª. de Pedro 1.10-12); pero tales misterios estuvieron ocultos para ellos  y para los antiguos (Romanos 16.25, 1ª. a Corintios 2.7). La verdad de Dios presente para ellos, fue la ley de Moisés, con una vigencia temporal que no entendieron. Quizá ellos estén justificados delante de Dios porque se los dijo solo de manera implícita; pero a nosotros nos lo ha dicho muy explícitamente, y no una vez sino muchas (Gálatas 3.18, Efesios 2.15, Colosenses 2.14, Hebreos 7.18, 8.6-7, 8.13, 9.15, Romanos 10.4).

 

La verdad presente para nosotros es Jesucristo (Juan 1.17). Esta verdad revelada en el nuevo pacto únicamente por medio de ministros competentes, se fue mostrando a los creyentes de la iglesia primitiva a través de sus santos apóstoles y profetas de esos tiempos (Efesios 1.9, 3.3-5; Colosenses 1.26), y tiene también una vigencia temporal, que inicia en Jesucristo; pero desconocemos su final, y ya lleva una vigencia de dos mil años.

 

Respecto al arrebatamiento, la gran tribulación y el milenio, nosotros conocemos esa parte de la verdad única de Dios, solo como promesas o profecías. El arrebatamiento será verdad presente por un instante, para pocos; la gran tribulación será verdad presente durante un período corto ya predeterminado, para multitudes;  y el tercero durante mil años. Hasta hoy, esos tres acontecimientos son verdad presente para Dios en su eternidad, mas para nosotros, solo son verdad futura. Así, cuando esas profecías se cumplan, vendrán a ser verdad presente para otros.

 

Y posteriormente habrá generaciones a las que tal vez se les dé a conocer otras partes de la verdad de Dios, que hoy por hoy no le ha sido dado al hombre conocerlas o decirlas (2ª. a Corintios 12.4 y Apocalipsis 10.4), porque no son la verdad presente para nosotros.

 

Por lo tanto, cada generación debe estar confirmada en lo que sea la verdad presente para ella, pues lo escrito por Pedro no es una mentira, no es una equivocación gramatical, ni una traducción incorrecta  (2ª. de Pedro 1.12). Quienes enseñan una nueva revelación ajena al evangelio escrito, se han extraviado de la verdad (Santiago 5.19-20).

 

117.     Shabat/reposo

 

En el nuevo pacto, el día del Señor es el domingo, no es el sábado. Empecemos por la evidencia de que es el día de su resurrección (Marcos 16.9). Otro ejemplo de esto lo vemos cuando Pablo da instrucciones acerca de la ofrenda para los pobres de Jerusalén, diciendo que "cada primer día de la semana . . . " (1a. a Corintios 16.2) porque ese era el día en que se congregaba la iglesia de Cristo (Hechos 20.7). Así que fue la iglesia de Cristo (la primitiva) la que estableció el domingo como día del Señor, y no la iglesia católica romana a partir del siglo IV, como muchos afirman.

 

En realidad ha sucedido otra cosa contraria: Quienes impusieron el sábado en algunas iglesias gentiles desde el mismo siglo I, fueron los falsos hermanos supuestamente convertidos a Cristo, que se habían introducido para reducir a los gentiles a la esclavitud de la ley (Gálatas 2.4-5) y enseñaron a los gentiles a judaizar; esto es a guardar el sábado y otras fiestas, y otras costumbres más (Gálatas 3.1-3 y 4.10-11, colosenses 2.16). La causa de que Pablo estuviera preso fue por defender el evangelio de Jesucristo como sustituto de la ley, y él en ningún momento accedió a someterse a ellos, porque la verdad del evangelio de Jesucristo no puede permanecer en quienes se someten a la esclavitud de la ley (Gálatas 2.5). De verdad que Pablo tendría hoy una tristeza mayor, si mirara que el mundo "cristiano" ha sido coptado por el judaísmo del cual él se desligó para poder ganar a Cristo para sí mismo, para ser hallado en Él y no en la ley (Filipenses 3.8-9).

 

Desde los tiempos del profeta Isaías, Jehová Dios dijo que ya no soportaba todas esas cosas (1.10-15), ¿cómo puede ser posible que quienes quieren agradarle, sigan presentando esas ofrendas que son conforme a la ley (Hebreos 10.8), ahora que ya está presentada la ofrenda perfecta que es Jesucristo? (Hebreos 7.28). La única explicación es que los sabatistas consideran a Jesucristo como una ofrenda insuficiente, y por eso ellos tienen qué ofrecer el sábado conforme a la ley (Hebreos 10.8). Yo por mi parte, guardo todos los días para el Señor, sin importar lo que ande haciendo, porque ÉL es Señor no solo del sábado (Marcos 2.27-28). Nótese la palabra “aún”. ¿O acaso el diablo es señor de los otros 6 días?

 

118.     Usos viles

 

La iglesia de Cristo es una casa muy grande, en la cual hay vasos de honra; pero también hay vasos para usos viles (2a. a Timoteo 2.20);  ambos procedemos de una misma masa (Romanos 9.21), y más allá, somos parte del mismo cuerpo (1a. a Corintios 12.14-24).  Los que son honrosos, no lo son por mérito propio, sino por misericordia de SU soberanía. Y los que somos de deshonra según opinión de otros vasos, también lo somos por SU soberanía. No todos estamos llamados a predicar a los inconversos de afuera (Santiago 5.19-20). 

 

Yo entiendo que la amonestación es algo que muchos ministros no quieren recibir; pero esa es una actividad indispensable en el cuerpo, y alguien la deberá hacer, porque también es un mandato en el evangelio de Jesucristo (Romanos 15.14). Lo que yo escribo no es un juicio acerca de nadie en lo particular, es una exhortación, una amonestación, que a algunos les resulta útil según me lo han expresado, y a otros tal vez no, es según la tome cada quien.

Enviarla con el estudio temático “7.- Actividades de los ministros”.

 

119.     Otros mandamientos

 

En el evangelio de Jesucristo existen otros pequeños mandamientos que van dirigidos expresamente a los ministros. ÉL tiene establecido el diseño acerca de cómo debemos edificar SU iglesia, para que SUS ministros se sujeten a esas instrucciones, a fin de que la obra que hagan pase la prueba de fuego. Algunas acciones son fáciles de llevar a cabo, son las que cosechan aplausos, admiración, reconocimientos, ofrendas, diezmos, etc. Pero ÉL también manda que se ejecuten ciertas acciones difíciles de realizar para los cobardes e incrédulos (Apocalipsis 21.8): Amonestar, corregir, reprender duramente (1ª. a Timoteo 5.20, Tito 1.13, 2ª. a Timoteo 4.2, Tito 2.15), desechar (Tito 3.10), apartarse de . . . . (Romanos 16.17, 1ª. a Timoteo 6.5), tratar de hacer volver a otros ministros que ya estaban en la verdad y se extraviaron (Santiago 5.19-20).

 

Y aún más allá de esto, existen otros mandamientos de Jesucristo que hoy podrían parecer imposibles: Taparles la boca a . . . (Tito 1.10-11), no tolerar a . . . (2ª. a Corintios 11.4 y 19-20), ni a los nicolaítas, los balaamitas y los jezabelitas (Apocalipsis 2.14, 15 y 20). A quienes hagan estas obras difíciles o casi imposibles, Jesucristo les dará galardones: (Apocalipsis 2.7, 11, 17, 26; 3.5, 12 y 21). Hay ministros que no se atreven a obedecer esta palabra de Jesucristo porque le oponen otra de Jesús de Nazaret, el hijo de María (Mateo 13.29); pero no están entendiendo que esta parábola hace referencia al mundo, no a la iglesia (Mateo 13.38).

 

Y yendo más lejos, existen ministros que no lo hacen, pero tampoco quieren que otros lo hagan (3ª. de Juan 1.9-10); y si alguien se atreve, lo reprueban, lo juzgan y lo condenan (Gálatas 4.29), con lo cual se colocan más cerca de la medida del juicio. Más allá de esto, también existen ministros que hacen lo que no debieran hacer, y en lugar de premio, llevarán su sentencia (Gálatas 5.10 y 12), y hasta podrían ser eliminados (1ª. a Corintios 9.27) de alcanzar el supremo llamamiento (Filipenses 3.14-15), si su nombre es borrado (Apocalipsis 3.5).

 

En aquél día habrá mucha sangre demandada a ministros indolentes (Ezequiel 3.18-20), extraviados (Santiago 5.19-20), o desorientados (1ª. de Juan 5.16).

 

120.                      Debilidad de la ley

 

Las tres cartas del evangelio de Jesucristo que tratan el tema de la ley con amplitud (Romanos, Gálatas y Hebreos), hablan de ella como una sola unidad, no hablan de tres leyes. Allí podemos saber que imponer el sábado como día obligado de reposo, es solo sombra (Gálatas 4.10, Colosenses 2.16-17), que el hombre no es justificado por las obras de la ley (Gálatas 2.16), que ocuparnos de esas cosas nos priva del premio (Colosenses 2.18 y 13), nos desliga de la cabeza (Gálatas 5.4).

 

Y no podremos justificarnos en aquel día, de no haber sabido que las fascinaciones de la ley te hacen volver a la carne (Gálatas 3.1-3), que si decimos ser guiados por el Espíritu, ya no debemos estar bajo la ley (Gálatas 5.18), porque quienes estén en la ley, es imposible que sean liberados del pecado y de la muerte (Romanos 8.2-3), y por lo tanto sigue habiendo condenación para ellos (8.1).

 

La ley de Moisés es débil e ineficaz, a nadie puede perfeccionar (Hebreos 7.18-19), por eso es que siendo aquel un pacto defectuoso, se procuró lugar para el segundo (Hebreos 8.7). Este nuevo pacto en Jesucristo contiene mejores promesas que las del antiguo (Hebreos 8.6), es el pacto en el cual sí podemos ser perfeccionados por ministros competentes (Efesios 4.11-12), para que las iglesias alcancen la unidad de la fe, para que ya no seamos niños que fluctúan de Jesucristo a la ley (Efesios 4.14, Hebreos 13.8-9). Esto es necesario que hagamos, para que podamos participar de la cena del Señor (Hebreos 13.10), no indignamente (1ª. a Corintios 11.29).

Enviarla con el estudio bíblico “significado de la ley”.

 

121.                      Inmunes a los dardos

 

De las muchísimas maquinaciones que tiene Satanás para engañar a los ministros, la principal de todas es lograr que las ignoremos (2ª. a Corintios 2.11), haciéndonos creer que por habernos “convertido” (por ser pueblo de Dios) somos inmunes a sus dardos. Partiendo de este engaño, todos los demás son posibles, pues con esa artimaña del error (Efesios 4.14),  nuestra actitud será contraria a “sed sobrios y velad” (1ª. de Pedro 5.8), y en consecuencia, habremos resultado presa fácil de devorar a través de los obreros fraudulentos (2ª. a Corintios 11.13).

 

Tal es el caso –entre muchos otros- de quienes afirman que el embotamiento por leer el antiguo pacto, solo puede sucederle a los judíos, no a los cristianos (2ª. a Corintios 3.14-15); pero esa idea es la evidencia de dos cosas: 1.- Su entendimiento está embotado, 2.- no se han convertido a Cristo (v. 14 y 16).

 

Precisamente de entre los gálatas convertidos a Cristo durante su primer viaje apostólico-profético, Pablo y Bernabé constituyeron ancianos/ministros en cada iglesia de la región de Galacia (Hechos 14.23), los cuales muy pronto fueron fascinados por algunas ordenanzas de la ley (Gálatas 3.1-3), aunque habían nacido al Espíritu, y habían estado corriendo bien. Esta fascinación y extravío les sucedió cuando ya eran cristianos, porque algunos judaizantes les estorbaron (Gálatas 5.7-8) persuadiéndoles con otro evangelio -el de la ley- que no procedía del que les llamó (Gálatas 1.6). Toda la carta trata de este asunto, y es exactamente lo mismo que sucede en la actualidad con los judaizantes modernos y los ministros improvisados no hechos competentes por Dios para el nuevo pacto (2ª. a Corintios 3.5-6).

 

Por este y otros engaños, es que en las iglesias se tolera lo que no debiera tolerarse (Romanos 16.17, 2ª. a Corintios 11.4 y 20, 1ª. a Timoteo 1.3-11, Tito 1.10-11 y 3.10, Apocalipsis 2.2, 14, 15 y 22).

 

122.                      Fascinados por la ley

 

Leyendo la porción de Gálatas 4.8-10, pareciera que Jesucristo está haciendo referencia a las costumbres paganas que habían tenido los neófitos conversos de la región de Galacia. Yo también llegué a considerar por un momento esa posibilidad; pero no es así, pues esta interpretación contradice muchas referencias explícitas que se hacen a la ley de Moisés a lo largo de esta carta.

 

Jesucristo nos hace una pregunta a los gentiles que decimos creer en ÉL (Gálatas 4.21), y ese cuestionamiento es muy explícito como muchos otros, de manera que es indudable la referencia a la ley dada por Dios a Moisés en el monte Sinaí (Hebreos 12.18). Y en 4.22-30, Jesucristo nos da a conocer cuál es la deplorable condición espiritual de los ministros cristianos que se someten a  esa ley.

 

De mucho provecho nos resultará entender esto, para que nosotros no sigamos en semejante ejemplo de desobediencia (Hebreos 4.11), como lo hicieron los corintios y los gálatas, persuadidos ahora por los hebreos judaizantes que supuestamente son ministros de Cristo; pero siempre celosos por la ley (Hechos 21.20). Posteriormente Pablo escribiría sobre ellos, que tienen celos por los gentiles, pero no conforme a ciencia, porque ignoran la justicia que Dios les ofrece a través de Jesucristo (Romanos 10.1-3).  El celo por aplicar la ley a los gentiles es en la carne (Gálatas 4.17), y lo confunden o lo maquillan como celo que les consume por la casa de Dios (Juan 2.17). Y la carta a los hebreos está dirigida precisamente a esos ministros judaizantes, exhortándolos a que salgan de ese deslizamiento (Hebreos 2.1).

Enviarla con el estudio “Esclavos de la ley”.

 

123.                      Cristianos que maldicen

 

El mandamiento de Jesús es muy claro, y sencillo. No obstante, existen ministros que se atreven a maldecir, encontrando justificaciones humanas para hacerlo. Jesús en la cruz logró muchos propósitos de Dios, no uno solo, entre los cuales está que ÉL abolió las enemistades entre judíos y gentiles, para ponernos en paz a todo ser humano (Efesios 2.15), y aún a la creación de las cosas inanimadas (Romanos 8.19-21).

 

No es lo mismo retener pecados, que lanzar maldiciones, como tampoco es lo mismo emitir decretos espirituales teniendo autoridad para ello, y hacerlo conforme a la voluntad de Dios para que se manifieste la doctrina de Cristo (Hechos 13.8-12 resaltando que fue “por algún tiempo”), que hacerlo movido por emociones. El que obra impíamente, se coloca a sí mismo en terreno minado del enemigo, y por supuesto la bomba le explota de alguna manera en su salud, en sus bienes, en su familia, etc.

 

Quienes maldicen no están en paz: ni consigo mismos, ni con Dios, ni con la humanidad, ni con la creación. No son pacificadores, y por lo tanto, queda evidente que no son hijos de Dios (Mateo 5.9).

 

124.                      Lugares secos

 

Los demonios también buscan sus días de  “reposo”, y los alcanzan cuando logran entrar en personas o animales. Las cosas son seres inanimados (que no tienen ánima=alma), y aunque hemos oído de cosas que son habitadas o poseídas por demonios, ellos no están reposando allí, están inquietos, ávidos de un lugar que no sea seco.

 

Existe una costumbre muy arraigada entre muchos ministros “cristianos” de utilizar el aceite de la unción para casas, vehículos, terrenos, lugares altos, etc. Lo hacen con la idea de echar fuera de allí a los demonios, para evitar accidentes, enfermedades o desgracias de todo tipo; para tomar posesión de algún lugar (Génesis 28.18), etc. ¿Cuál es la razón de que –aparentemente- esos actos de ungir dan buenos resultados? Los demonios son astutos, y deciden suspender sus manifestaciones espantosas, para que las personas estén tranquilas y sigan con su misma vida de pecado; pero en el momento oportuno ya saben de un buen lugar habitable dónde reposar (Lucas 11.24-26).

 

¿Y porqué pueden meterse en las personas? Porque ellas siguieron con su vida normal de pecado, están a su entera disposición (Juan 5.14 y 8.11). El aceite de la unción a nadie redime de las maldiciones de la ley, así que aunque se ungiera incluso a las personas, las maldiciones de la ley (Deuteronomio 28.15ss.) les seguirán alcanzando a todos aquellos  que no hayan sido redimidos por Jesucristo (Gálatas 3.13), aunque sean ministros ungidos con aceite. 

 

Por lo tanto, le conviene leerlas otra vez, para averiguar cuál (es) le ha(n) alcanzado al tiempo presente, y una sola de ellas es evidencia de que no se ha realizado la redención en usted, y por lo tanto, tampoco la adopción (Gálatas 4.5).

 

125.                      Aceite para ungir

 

El aceite de la unción es un elemento ordenado por Dios en la ley de Moisés para consagrar/santificar personas y cosas; pero recordemos que todo aquello son solo sombras de lo que había de venir (Colosenses 2.17), que pertenecen al ministerio de condenación cuya gloria ya pereció (2ª. a Corintios 3.9-11), a las cosas que fueron removidas para que pudiera quedar solo lo inconmovible (Hebreos 12.27), a lo que era tan débil e ineficaz, que a nadie podía perfeccionar (Hebreos 7.18), a lo que por defectuoso fue sustituido (8.7) .

 

A nosotros no nos conviene acercarnos a aquellas cosas (Hebreos 12.18), sino a cosas y personas celestiales (12.22-24), para que podamos obtener una mejor esperanza  por la cual nos acerquemos a Dios (7.19), porque en el ministerio de justificación sí podemos ser perfeccionados (Efesios 4.12, Mateo 5.48, Romanos 8.2, Juan 8.36, 1ª. de Juan 3.6-9), y aún glorificados (Romanos 8.30), es decir: Restituidos (3.23).

 

Ciertamente, Marcos 6.13 dice que los doce “ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban”; pero cabe preguntarnos: Si Jesús no les hubiese enviado con SU autoridad, ¿les habrían sanado por el aceite?

 

No es el aceite lo que sana al enfermo, como para justificarse en que ya caducó o está rancio. Tampoco es la fe del enfermo, en lo cual también  muchos ministros se escudan cuando no hay resultados. Es la fe del que ora en el nombre del Señor Jesús, o incluso sin orar (Marcos 16.17-18), si acaso es justo, si acaso se han confesado sus ofensas unos a otros, incluidos los ministros (Santiago 5.14-16).

 

126.                      Todo lo que pidieren

 

Se supone que los líderes de las iglesias son discípulos de Jesús -y más que discípulos, algunos se presentan como embajadores del reino-, y por lo tanto, pueden pedirle a Dios lo que quieran, y Dios les va a dar lo que hayan pedido (Mateo 21.22, Marcos 11.24-25, Juan 14.12-14 y 15.15-17). ¿No le parece asombroso a usted que los líderes de las iglesias pudieran tener un poder tan enorme? ¿No le parece más sorprendente aún que no lo usen? ¿Será posible que no lo sepan?

 

Pedirle a los demás, puede resultar difícil para muchos; pero a Dios le podemos pedir cualquier cosa sin ninguna dificultad. Entonces, ¿Estamos limitándonos mucho en lo que pedimos? ¿Por qué no hacemos mayores cosas que las que ÉL hizo? Lo que pasa es que existen algunos requisitos para que Dios haga lo que alguien le pida, aunque sea una sola persona y no multitudes en una marcha o una cadena:

 

Creer, perdonar, pedir en Su nombre; confesar nuestras ofensas, ser justos, orar de manera eficaz (Santiago 5.15-16), no dudar (Santiago 1.6), guardar sus mandamientos y hacer lo que Le agrada (1ª. de Juan 3.22; 5.14-15).   Creemos que todas estas cosas las hemos cumplido, mas sin embargo, la falta de resultados es evidencia de que en algo estamos fallando.

 

¿Será que ÉL sabe que no creemos? ¿Será porque nuestras intenciones ocultas son obtener glorias para nosotros mismos, lo cual es muy diferente a que sea solo ÉL quien resulte glorificado? (Juan 14.13).

Enviar la rx 193

 

127.                      Billetes falsos

 

Algunas iglesias o denominaciones han decidido no permitir las manifestaciones del Espíritu, en base a que otras las han falsificado, las han contaminado con manifestaciones carnales. Eso equivale a que si un gobierno dijera: “Ciudadanos: Como ustedes saben, algunos delincuentes han falsificado nuestros billetes, por lo tanto, hemos decidido ya no hacer los auténticos”. Completamente equivocado estaría ese gobierno. Esa es la situación de las iglesias que han decidido apagar al Espíritu (1ª. a Tesalonicenses 5.19-20).

 

128.                      Misión no cumplida

 

Si viviéramos en la locura de la cruz como lo hicieron aquellos ministros competentes de la iglesia primitiva, Dios continuaría hoy y durante todas las generaciones (Efesios 2.7) destruyendo la sabiduría de los sabios y el entendimiento de los entendidos, por las demostraciones de poder (1ª. a Corintios 1.19 y 18, 2.4-5 y 4.20), manifestadas a través de ministros aprobados (Hebreos 2.4). Haciéndolo así, la iglesia cumpliría su misión en este mundo ante los principados y potestades celestiales (Efesios 3.10) que todavía lo gobiernan por la escasez de ministros que militen en el Espíritu (2ª. a Corintios 10.3-5).

 

129.                      Nuestros caminos

 

¡Cómo amamos también hoy nuestros caminos! ¡Cómo amamos todavía hoy nuestra manera de hacer las cosas! Tanto así, que aún la supuesta obra de Dios que hacemos, que debiera ser preparar una iglesia santa, sin mancha, sin arruga para cuando ÉL vuelva, la hacemos según nuestra manera de pensar, conforme a nuestras mejores y brillantes ideas; pero no conforme al diseño de Jesucristo.

 

Sabemos que nuestros pensamientos no son los pensamientos de Jehová; pero aún así, no queremos dejar nuestros pensamientos inicuos, no queremos volvernos a los caminos de Jehová y dejar los nuestros (Isaías 55:7-9), y volvemos a ser un pueblo rebelde que anda por camino no bueno en pos de sus pensamientos (Isaías 65:2), porque ahora invalidamos el mandamiento de Dios siguiendo las nuevas tradiciones de hombres que aprendimos dentro de la iglesia (Marcos 7.7-9 y Colosenses 2.8).

 

¿Qué les hace Dios a los ministros que edifican la iglesia según sus propias mejores ideas? (Jeremías 26.13 y 32.19).

Enviarla con el Estudio bíblico 2

 

130.                      Derribar, destruir, reedificar

 

A fin de que los ministros puedan ahora edificar correctamente conforme al modelo, es necesario cambiar lo incorrecto. Por supuesto que para derribar y destruir (Jeremías 1:10), se requiere autoridad espiritual verdadera, que capacite a los ministros como obreros competentes del nuevo pacto para corregir lo deficiente (Tito 1:5).

 

Así mismo para empezar de nuevo a reedificar, es indispensable que los ministros sean personas que verdaderamente militen en el Espíritu, de manera tal que tengan autoridad para destruir no a las personas, sino las fortalezas, argumentos y altiveces (2ª. Corintios 10:4) que operan en ellas de forma natural  oponiéndose a la reconstrucción.

 

Dura tarea es esta de derribar para volver a edificar; pero seguramente no es tan duro como dar de coces al aguijón construyendo fuera del plano, así que es algo que podremos soportar, más aún considerando que al edificar de acuerdo con el modelo, será Dios quien realmente esté dirigiendo la obra al mando de obreros no improvisados.

 

131.                      La mente de Cristo

 

¿Qué hace Jehová cuando nosotros edificamos la iglesia según nuestras mejores ideas? Habla mal contra nosotros, para darnos a cada uno según nuestros caminos  y según el fruto de nuestras obras, el cual indudablemente no será bueno (Jeremías 26:13 y 32:19).

 

Es necesario para nosotros que seamos transformados por la renovación de nuestro entendimiento (Romanos 12:2), para que podamos llegar a preferir SUS caminos sobre los nuestros, para que lleguemos a tener la mente de Cristo (1ª. Corintios 2:16), para que alcancemos la madurez y podamos recibir el reino por herencia (Gálatas 4:1-2), el reino inconmovible (Hebreos 12.28), al cual no pueden acceder los que son esclavos de la ley (Gálatas 4.21-25  y 30).

 

132.                      Redimidos y adoptados

 

El objetivo de edificar la iglesia es lograr que todos alcancemos la estatura de Cristo (Efesios 4:13), es decir que logremos la madurez espiritual necesaria para recibir la adopción de hijos, la cual se alcanza si es que Cristo verdaderamente nos redime de estar bajo la ley (gálatas 4:5). Mas si nosotros todavía continuamos practicando algunas ordenanzas de la ley de Moisés, es que no hemos sido redimidos de la maldición de la ley (gálatas 3:10) y por lo tanto, aunque seamos dueños de la herencia, no podemos recibirla por nuestra condición de esclavos (gálatas 4:1, 4.24-25 y 4.30).

 

Por eso es necesario que en cada iglesia estén funcionando los cinco ministerios de perfeccionamiento conforme al plano que Jesucristo creó (Efesios 4:11). Un ministro solitario, por más hábil que sea, por más dones y cualidades naturales que tenga, no puede perfeccionar a los santos hasta alcanzar la estatura del varón perfecto.

 

133.                      Ídolos “cristianos”

 

Hoy, al igual que en aquellos lejanos tiempos, algunos líderes de iglesia levantan ídolos de vanidad (algunos visibles, otros invisibles; pero ambos no identificados). Los ponen en lugares altos del edificio donde se congrega la iglesia, y las ovejas les siguen en su fornicación sin darse cuenta (1ª. a Corintios 8:10). Mientras tanto, Dios repite como antaño: “Vuélvanse a mí, y yo me volveré a ustedes” (Zacarías 1:3). Existen evidencias claras de esta lejanía de Dios; pero los líderes no las perciben, pues muchos viven en una vana ilusión de creer que tienen comunión con Dios.

 

Este ídolo de vanidad se encuentra muy bien posicionado en la mayoría de las iglesias, y es el que les abre las puertas a todos los demás. Si no se le identifica y destruye totalmente, resultará imposible hacer algo en contra de los demás (Mateo 12:29).

ENVIARLA CON EL ESTUDIO 13.- LUGARES ALTOS

 

134.                      Investidos de poder

 

El poder de Dios es un elemento indispensable para edificar la iglesia correctamente. Una iglesia sin el poder de Dios es la prueba más contundente de que no es Dios quien la está edificando (Salmo 127.1), porque el evangelio del reino no consiste en mucha palabrería, mucha elocuencia, sino en poder (1ª. Corintios 4:20) que se manifieste en hechos reales, señales, milagros, prodigios, etc. El poder de Dios es, además, prueba de salvación (1ª. Corintios 1:18). Si el reino de Dios consiste en poder, y ese poder no existe en su iglesia, entonces ¿qué reino es el que se está predicando?

 

La iglesia primitiva, en su proceso de gestación, tuvo un período de espera a fin de recibir poder de lo alto (hechos 1:8) el día de su alumbramiento (Hechos 2.1). Este período es un paso necesario para los ministros que quieran corregir la edificación que ya hicieron sin tomar en cuenta los planos de Jesús.

 

135.                      Reino inconmovible

 

Hay un aspecto esencial en cuanto a los pactos viejo y nuevo: ¿Qué es lo que cambió en el nuevo pacto, y qué es lo que continúa vigente del anterior? Según lo que he observado, muchos líderes “cristianos” consideran que solamente una cosa cambió al ponerse en vigor el nuevo pacto: Ya no hay holocaustos de animales para obtener el perdón de los pecados, porque ahora Jesús es el cordero inmolado por cuya muerte somos reconciliados, por cuya sangre somos ahora limpiados.

 

Sí, esto último es cierto; pero no es lo único que cambió. En realidad ha sido derogada toda la ley de Moisés dada a los judíos, con sus mandamientos y ordenanzas (Gálatas 3:19, Efesios 2:15, Colosenses 2:14, Hebreos 7.12), no solo alguna parte de ella, como algunos ministros afirman. Fueron removidas las cosas creadas en el mundo natural –como por ejemplo el templo de Salomón, las vestiduras sacerdotales, etc.-, para que pudiera quedar lo inconmovible: El nuevo pacto en Jesucristo, con un reino inconmovible (Hebreos 12.27-28).

 

136.                      Nuevas criaturas

 

Una característica esencial del antiguo pacto es que es “débil e ineficaz” (Hebreos 7:18). Este defecto es la causa de que se haya procurado lugar para el segundo pacto (Hebreos 8:7). Al ponerse en vigor un nuevo pacto, el anterior se da por viejo y pierde su validez (Hebreos 8:13).

 

Las prácticas de las ordenanzas del viejo pacto fueron impuestas por Dios hasta el tiempo de reformar las cosas (Hebreos 9.10). Ese tiempo ya llegó en el momento en que Jesús muere, y ya resucitado, entra en el Lugar Santísimo (Hebreos 9:10, 17 y 12). Por lo tanto, los ministros que siguen practicando costumbres del viejo pacto, están  violando el nuevo pacto, son enemigos de la cruz de Cristo (filipenses 3.18).

 

En consecuencia, el nuevo pacto  tiene que ser poderoso y eficaz, es decir que debe dar resultados visibles, palpables, innegables, reales; no imaginarios, no vanos. Transformaciones y renovaciones que se manifiesten de tal manera que se pueda afirmar respecto a los perfeccionados que verdaderamente son auténticas nuevas criaturas (2ª. Corintios 5:17).

 

137.                      Un castigo mayor

 

En el antiguo pacto de la ley, los transgresores eran sacados fuera del campamento y apedreados hasta la muerte, así tenía qué ser para darle cumplimiento a la ley. Ahora estamos en un nuevo pacto, muy conocido como pacto de gracia, y muchos ministros consideran que por ser pacto de gracia, ya no existe la muerte para el pecador. Ciertamente en el nuevo pacto no se apedrea al trasgresor hasta que muera; pero eso no significa que puede estar viviendo impunemente como si nada. En el nuevo pacto de gracia hay un castigo mayor  para los transgresores (Hebreos 10.26-31). Está claro, ¿o no?

 

138.                      Un nuevo sacerdocio

 

El sacerdocio levítico ha sido derogado por el sacerdocio de Jesucristo, a través de la tribu de Judá. La ley de aquel sacerdocio también ha sido derogada totalmente, no en forma parcial (Hebreos 7:12-13).

 

Como ya se cambió el sacerdocio levítico, en el nuevo pacto no hay sacerdotes intermediarios entre Dios y los hombres, ya no hay ley que cumplir acerca de todas las funciones que desempeñaban los levitas en el antiguo pacto. Es decir que en el nuevo pacto ya nada obliga a alguien para que presente ofrendas, holocaustos, ni alabanzas conforme a la ley (Hebreos 10.8, Juan 4.24ss), etc. De la misma manera, en el sacerdocio de Jesucristo no hay levitas que cobren los diezmos ni las primicias (Hebreos 7:5).

 

El sacerdocio en el nuevo pacto es totalmente distinto (1Pedro 2:9, Apocalipsis 1:6 y 5:10). Ya no consiste en ceremonias, tradiciones, cultos, etc. En la iglesia de Cristo no hay división entre clero y laicos. Y sin embargo, estas son cosas que se practican en muchas iglesias.

 

139.                      Enemigos de la cruz

 

Vamos a Hechos 15. Aquí vemos a algunos judíos y hebreos de la secta de los fariseos, que supuestamente habían creído en Jesús, queriendo obligar a los gentiles a circuncidarse y guardar la ley de Moisés, para poder ser salvos (v. 1 y 5). ¿Qué hacían estas personas en las reuniones de los santos? Cantaban, oraban, levantaban las manos en adoración, danzaban, etc. En fin, que hacían externamente todo aquello que era la práctica común de la iglesia, lo que haya sido en ese entonces su culto de adoración.

 

Por supuesto que esas personas NO estaban en Cristo Jesús. Manifestaron haber creído en Jesús (Juan 8.31ss); pero no se convirtieron a Jesús pues no guardaron su palabra, dado que estaban afirmando que la muerte de Jesús era insuficiente o nada tenía que ver con la salvación y por eso era necesario circuncidar a los gentiles. Eran unos “líderes y cristianos parcialmente convertidos” del siglo I, enemigos de la cruz de Cristo (filipenses 3.18).

 

Por otra parte, ¿Cuál es la condición espiritual de los actuales judaizantes que fascinan a los ministros gentiles igual que aquellos a los de Galacia (Cap. 3)? Estos falsos hermanos (Gálatas 2.4-5) se presentan como ministros de Jesucristo; pero predican que debemos obedecer las prácticas del antiguo pacto y cumplir con la ley, pues eso es lo que ellos traen en su corazón porque en realidad no se han convertido a Jesús (2ª. a Corintios 3.14-16). Por lo tanto, NO están en Cristo Jesús, están en la ley de Moisés. No están en el nuevo pacto, están en el viejo pacto.

 

140.                      Comiendo y bebiendo

 

Lo que los líderes de las iglesias han estado haciendo mal en términos generales, es llevar a las ovejas a vivir en una mezcla de prácticas y costumbres del viejo pacto, con rituales y ceremonias atribuidos erróneamente al nuevo. Están mezclando el vino nuevo del evangelio de Jesús, con el vino viejo de la ley de Moisés, y están sirviendo esta mezcla en el odre viejo de las tradiciones, ceremonias, ritos y cultos.

 

Esta mezcla es una abominación a Jehová, y además es un impedimento para participar de la cena del Señor (Hebreos 13:10), por eso es que muchos ministros están comiendo y bebiendo juicio para sí mismos y para las congregaciones (1ª. Corintios 11:29).

 

141.                      Mezclar los pactos

 

El pacto en la Sangre de Jesucristo no se firma mediante la vana repetición de una oración, como cree que lo  hace la gran mayoría de las iglesias. Es indispensable situar al discípulo en la encrucijada de tomar una libre decisión: O continúa viviendo como antes, o acepta pagar lo que cuesta seguir a Jesús (Lucas 14:28-33. Esta es una cita sobre la cual nunca he escuchado una predicación).

 

Si usted tiene el anhelo de que su iglesia se manifieste como hijos de Dios con la gloria del nuevo pacto, corte con las ligaduras que lo atan al viejo pacto y sométase solamente al nuevo pacto. Al continuar viviendo en la mezcla de ambos, no tendrá usted la gloria del nuevo pacto ni la sombra del viejo pacto, porque los hijos de la esclava no pueden heredar las promesas del reino (Gálatas 4.24-25 y 30), porque para recibir la adopción de hijo es indispensable haber sido redimido de la ley (gálatas 4.5).

 

142.                      Fascinación y embotamiento

 

Para que nosotros podamos conocer al Dios de Jesucristo (Juan 17.3) en quien creemos, no es indispensable que leamos y meditemos todo lo que dice el antiguo testamento; antes bien es conveniente que nos pongamos alertas, dado que la ley del antiguo pacto tiene un poder enorme de fascinación religiosa (gálatas 3:1-3), y leerla conlleva un peligro en el cual muchos ministros han caído (2ª. Corintios 3:14-17). Esta es la razón por la cual muchísimos líderes cristianos que confiesan y predican el nombre de Jesús en el cual creen, en realidad viven desligados de Cristo por caer en sometimiento a la ley (Gálatas 5:4). Están procurando entrar, pero son de los muchos que no podrán (Lucas 13.24).

 

Algunos líderes consideran que solamente fue anulada la parte de la ley referente a los sacrificios del sacerdocio levítico; pero esa afirmación no tiene suficiente fundamento bíblico, porque para justificar esa idea, se toman “algunas” citas. Por el contrario, afirmar que fue abolida toda la ley de Moisés, tiene consistencia y congruencia con las citas bíblicas ya mencionadas y además con efesios 2:15 y colosenses 2:14, no quedando lugar a dudas de que toda la ley ha sido abolida. Por lo tanto, el ministro que enseña a practicar cualquier mandamiento de la ley, debiera cumplirla toda él mismo, al costo de hacerse transgresor del nuevo pacto (Gálatas 3.10-13).

Enviarla con el estudio bíblico “Significado de la ley” o “Esclavos de la ley”

 

143.                      Ministros que perfeccionan

 

En el diseño que Jesucristo tiene para que SU iglesia sea edificada, se incluye una característica muy especial, la cual consiste en que los santos, es decir las piedras vivas con las cuales se edifica la iglesia, sean pulidas, suavizadas, saneadas, o dicho en lenguaje bíblico, sean perfeccionados hasta que “todos” alcancemos la estatura de Jesús, que seamos como Él (Efesios 4:11-13).

 

Esta es la única manera en que los ministros podrían preparar una iglesia santa, limpia, sin mancha, sin arruga ni cosa semejante para cuando Él vuelva (Efesios 5:27). Para esta misión Jesucristo constituye en la iglesia a cada uno de los cinco ministerios de perfeccionamiento. En cada congregación local debiera haber apóstol, profetas, evangelista, pastores y maestro, trabajando juntos, en equipo, sometidos unos a otros como a iguales (Efesios 4:1-2), sin orden de jerarquías eclesiales que establecen superioridad de unos sobre otros, y por lo tanto se salen del modelo marcado por el Señor.

Enviar la rx 146

 

144.                      Eventos interdenominacionales

 

La razón por la que existe tanta divergencia en cuanto a fe en el mundo cristiano, es precisamente porque no hemos sido perfeccionados para estar en posibilidades de llegar a la unidad. La verdadera unidad en el Espíritu no se consigue con el hecho de realizar un  evento al que acudan todas las denominaciones de la ciudad. Para alcanzar la unidad es preciso que cada ministro viva en paz, tener una sola fe, un solo bautismo, un solo Señor Jesucristo, un solo Dios y Padre de todos (Efesios 4:2-6).

 

145.                      Disciplina y corrección

 

Muchos líderes de las iglesias consideran que tienen línea directa con el Espíritu Santo y que sola y exclusivamente ÉL puede tratar con sus limitaciones, defectos y pecados para ser sanados. Este es un fruto de soberbia, orgullo y envanecimiento, razón por la cual muchos ministros no podrán ser bienvenidos al reino (Mateo 7.21-23).

 

Y tampoco están dispuestos a someterse a otros ministros para que realicen esta obra, dirigidos por el Espíritu Santo. El orgullo y la vanidad de estos líderes los tiene estancados, imposibilitados de alcanzar para sí mismos la perfección, y por lo tanto, imposibilitados también para poder perfeccionar a los congregantes (Mateo 15.14, Efesios 4.12).

 

Ante esta situación, los ministros (ancianos) que persisten en pecar, deben ser reprendidos delante de toda la congregación (1ª. a Timoteo 5.19-20, Gálatas 2.14). Pero . . . . ¿Quién tendrá celo de Jehová suficiente? ¿Quién será valiente? Cualquiera puede hacerlo, siguiendo las indicaciones de Jesús (Mateo 18.15). Mas si alguien lo hace delante de la congregación, sin haberlo reprendido antes a solas y luego con uno o dos testigos; y además sin antes haberse probado a sí mismo para saber que no está reprobado (2ª. a Corintios 13.5), no estaría actuando como discípulo, y quizá estuviera cayendo en un pecado mayor al que señala (Mateo 7.3-5).

 

146.                      Ministros competentes

 

En las circunstancias actuales de las iglesias, se hace imprescindible que surjan ministros competentes del nuevo pacto (no del viejo ni de una mezcla de ambos). Ministros que no militen según la carne, cuyas armas sean poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, argumentos y altiveces que de manera natural obran en todas las personas, oponiéndose al conocimiento auténtico de Cristo (2ª. Corintios 10:4-5). Esta ministración es lo que ha faltado para perfeccionar a los santos. Esta ministración es la que yo estoy buscando para que sea corregido lo deficiente que hay en mí (Tito 1:5).

 

147.                      Suprimir ministerios

 

En muchas denominaciones han tenido la brillante idea de suprimir apóstoles y profetas. ¿Podrá algún ministro hacer una maldad (Mateo 7:23) mayor, que esta de reprobar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo? ¿O de ofrecer fuego extraño que Él nunca mandó? ¿Recibirán algún galardón por las muchas obras que están haciendo “para Dios”? ¿O serán castigados todavía más por esto que lo que serán por someterse a la ley de Moisés? (Hebreos 10:29).

 

Las iglesias donde no haya apóstoles ni profetas, no tienen firme el cimiento (Efesios 2.20), ni pueden ser perfeccionados por uno o dos ministros. En consecuencia, no podrán alcanzar la estatura de Cristo, Dios no les  reconocerá  como hijos amados, en quienes tenga complacencia. No les ungirá con la misma Gloria que le dio a Jesús, y no se manifestarán verdaderamente como Hijos de Dios (Romanos 8:19).

 

148.                      Quiénes están en Cristo

 

Recibí el correo electrónico de un pastor en el que me cuestiona sobre la afirmación de que los ministros que han suprimido los ministerios de apóstoles y profetas serán castigados aún más por ello, citándome las siguientes palabras bíblicas: “Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1). En primer lugar, es necesario aclarar que las palabras de hebreos 10:26-30 no las digo yo, las dice Dios a hebreos cristianos, convertidos, nacidos de nuevo, nuevas criaturas. También se hace indispensable puntualizar que no todos los que van a la iglesia están en Cristo Jesús.

 

Para “estar en Cristo Jesús” no es suficiente repetir una oración. Tampoco basta con asistir a todos los servicios de la congregación, a las cruzadas, los conciertos, etc. “Estar” en Cristo Jesús no consiste en levantar las manos en la reunión de los santos, danzar, cantar, tocar algún instrumento, predicar, etc. Incluso podría ser posible que quienes más espirituales parecen en la congregación porque ponen carita de ángel, sean precisamente los que  NO están en Cristo Jesús.

 

Para “estar” en Cristo Jesús, los ministros deben edificar la iglesia conforme a los lineamientos marcados por Jesucristo en el nuevo pacto. A este respecto, yo he visto muchas cosas que se hacen en las iglesias para edificarlas conforme a las muy buenas ideas de los líderes, a su manera o como les enseñaron gentes de otra nación; pero que no coinciden con los pensamientos de Jesús acerca de cómo edificar la iglesia.

Enviarla con el estudio bíblico “Quienes No están en Cristo”

 

149.                      Pecar deliberadamente

 

Resulta muy interesante darnos cuenta que la carta que habla ampliamente del sacerdocio de Jesucristo, haya sido dirigida precisamente a los hebreos, es decir a aquellos judíos del capítulo 15 de hechos, que querían imponer la circuncisión y la ley de Moisés a los gentiles. Esa carta enviada a ellos es prueba de que no se corrigieron con la decisión del concilio (Hechos 21.25).

 

¿Qué es lo que pasó con ellos como para que merecieran tan severa reprimenda? Esos judíos y hebreos que no dejaron su vieja manera de pensar, que eran falsos hermanos (Gálatas 2.4), que no fueron transformados por la renovación de su entendimiento, ganaron terreno en la iglesia, a grado tal que llegaron a introducir prácticas y ordenanzas del antiguo pacto, para reducir a los creyentes a ser esclavos de la ley (Gálatas 2.5). Continuaron pecando deliberadamente (Hebreos 10.26-30).

 

La carta a los hebreos tiene el propósito de hacerles darse cuenta de ello, se les está dando a conocer la verdad. A ellos se les está diciendo que en su caso, si después de leer la carta siguen con sus prácticas de imponer el antiguo pacto a los gentiles creyentes, estarían rechazando con sus hechos el sacrificio de Jesús, por lo cual para ellos ya no queda otro posible sacrificio para el perdón de sus pecados, sino una horrenda expectación de juicio por ser adversarios de Jesús.

 

En esta misma situación están los ministros gentiles que obligan a las iglesias a judaizar (Gálatas 2.14).

 

150.                      Lobos rapaces

 

Todos los “cristianos” afirman estar cimentados sobre la roca; pero Jesús puso una condición: “El que escucha estas cosas y las pone en práctica, ……..”. Si en aquellos tiempos cuando estaban los primeros apóstoles en la iglesia, se pudieron introducir los judaizantes lobos rapaces, cuánto más fácil no será en nuestros días que dentro de las iglesias existan ministros solo parcialmente convertidos; pero que NO están en Cristo Jesús, sino en la ley de la carne, por lo cual sí hay condenación para ellos (Romanos 8.1ss), y no podrán heredar el reino (Gálatas 4.21-25 y 30), porque no han recibido la adopción de hijos (Gálatas 4.5).

 

Las sombras de la ley son fascinantes, tienen una poderosa fuerza de atracción que cautiva a miles de líderes que siguen siendo celosos por la ley (Hechos 21.20), y con ellos a millones de ovejas, embotándoles el entendimiento (2ª. Corintos 3:14-17), haciéndoles caer así en el cumplimiento de algunas de sus ordenanzas, y por ende, desligándolos de Cristo (Gálatas 5.4). Es una situación muy triste, una fatalidad.

 

Jesucristo dice a través de Pablo, que tienen celos por hacer que los gentiles se sujeten a la ley, pero no conforme a ciencia, porque ignoran la justicia que Dios les ofrece a través de Jesucristo (Romanos 10.1-3).  El celo por aplicar la ley a los gentiles es en la carne (Gálatas 4.17), y lo confunden o lo maquillan como celo que les consume por la casa de Dios (Juan 2.17), ignorando que no es legítimo aplicar la ley a quienes ya se han convertido (1ª. a Timoteo 1.8-10).