13.- Incensando en los lugares altos

Si de aquello que solo era figura y sombra de las cosas celestiales, a Moisés le fue ordenado que lo hiciera conforme al modelo que se le mostró en el monte (Hebreos 7.44 y 8.5), ¡¡¡cuánto más nosotros!!!, si queremos ser ministros competentes del nuevo pacto, no de la letra de la ley (2ª. a Corintios 3.6), deberíamos obedecer al Señor (Juan 14.15), y edificar la iglesia de Jesucristo conforme al diseño que ÉL nos muestra en el nuevo testamento, porque Jesucristo no es mediador del viejo pacto (Hebreos 12.24), como tampoco es sacerdote levita del pacto antiguo (Hebreos 7.11).

 

Repetimos muchas veces que el Señor viene ¡pronto!; pero eso no sucederá todavía mientras no se halla predicado este evangelio del reino (Mateo 24.14), ni hayamos forzado a entrar (Lucas 14.23) a la plenitud de los gentiles (Romanos 11.25. ¿Está Israel bajo ataque? Es culpa de nosotros los “cristianos”, porque hemos nulificado la obra pacificadora de Jesús en la cruz entre Israel y los demás pueblos (Efesios 2.14-16), al hacer que las iglesias vivan en una mezcla de ambos pactos, siendo que Jesucristo ya abolió el antiguo (Efesios 2.15, Colosenses 2.14, Hebreos 7.18-19 y otras), porque cuando se hace un nuevo testamento, el anterior pierde su validez (Hechos 8.13).

 

Si viviéramos en la locura de la cruz como lo hicieron aquellos ministros competentes de la iglesia primitiva, Dios continuaría hoy y durante todas las generaciones (Efesios 2.7) destruyendo la sabiduría de los sabios y el entendimiento de los entendidos, por las demostraciones de poder (1ª. a Corintios 1.19 y 18, 2.4-5 y 4.20), manifestadas a través de ministros aprobados (Hebreos 2.4). Haciéndolo así, la iglesia cumpliría su misión en este mundo ante los principados y potestades celestiales (Efesios 3.10) que todavía lo gobiernan por la escasez de ministros que militen en el Espíritu (2ª. a Corintios 10.3-5).

 

INCENSANDO EN LOS

LUGARES ALTOS

(Solo para ministros de la iglesia)

 

  1. Cuando leemos en el antiguo testamento los libros de los reyes y de las crónicas, nos damos cuenta que el pueblo de Israel se prostituyó espiritualmente en los lugares altos. Todos los lugares altos son edificados como altares para colocar ídolos sobre ellos, para rendirles culto y quemarles incienso. Tales abominaciones e inmundicias que en aquellos tiempos provocaron la ira de Jehová, siguen existiendo hoy en las iglesias cristianas, con el mismo resultado de ira de Dios, y por lo tanto, sí hay condenación para muchos ministros que creen estar en Cristo Jesús (Romanos 8.1), porque no han sido liberados de la ley del pecado y de la muerte (8.2), por Jesucristo (Juan 8.34-36).

 

  1. Así vemos por ejemplo que, aunque Salomón amó a Jehová y anduvo en los estatutos de David su padre, cometió el sacrilegio de sacrificar  y quemar incienso en el principal santuario pagano, el más alto y por lo tanto el más importante, el cual estaba en Gabaón. Mientras tanto, el arca del pacto de Jehová permanecía solitaria y olvidada, en Jerusalén; así como hoy sucede con el edificio de reunión y los templos vivos.

 

  1. No obstante lo anterior, vemos que fue allí en ese lugar alto de idolatría donde Jehová se le aparece en sueños a Salomón. Sabemos que Dios le concedió su petición, y además, le hizo una promesa: “Tendrás una larga vida, a condición de que andes en mis caminos y guardes mis estatutos”. Estas instrucciones implicaron que Salomón debía abandonar sus propios caminos. Lo mismo puede ocurrir con los ministros hoy: Aunque tengan lugares altos en la iglesia, y vivan en idolatría,  es posible que Dios les esté hablando allí, con el gran riesgo de que crean por ello estar aprobados y permanezcan en su Gabaón. Deberán escuchar la otra parte del mensaje, la condición de que abandonen sus caminos y vuelvan a seguir a Jesús, no a Moisés (Mateo 17.5).

 

  1. Entonces Salomón, despertando de su sueño natural y de su somnolencia espiritual, entendió el mal que había estado haciendo al ofrecer holocaustos en un lugar alto en vez de hacerlo en el lugar que Jehová había designado para ello, e inmediatamente se vino a Jerusalén, y se presentó precisamente delante del arca del pacto de Jehová. Esta es una actitud digna de ser resaltada, pues representa la corrección de rumbo que debe hacer todo corazón que sea recto y bien intencionado. A partir de ese momento, en cuanto a Salomón se refiere, no más lugares altos, no más santuarios paganos, no más Gabaón. Ojalá los ministros de hoy hagan lo mismo, corrigiendo lo deficiente (Tito 1.5).

 

  1. Y murió el pastor Salomón, y pastoreó la congregación en su lugar, su hijo el pastor Roboam. Y la congregación se fortaleció, y confirmaron al pastor Roboam por 3 años, que es el lapso que anduvieron en los caminos de David y Salomón. Cuando los pastores Roboam consolidan su pastorado, sucede muy comúnmente que dejan el evangelio de Jesucristo, y toda la congregación junto con ellos. Y luego en consecuencia los pastores Roboam hacen lo malo, porque no disponen su corazón para buscar a Jehová, y se van siguiendo otro camino que no es Jesús. Y cuando muere el pastor Roboam, se queda al frente de la congregación su hijo el pastor Abías. Así sucede carnalmente en algunas iglesias “cristianas”, que son como un negocio de herencia familiar.

 

  1. El pastor Abías fue fiel con Jehová en cuanto a poner al frente de la congregación para el servicio del culto y todo lo demás, solamente a personas escogidas por Dios para tal fin, no los que sienten en su corazón que quieran hacerlo. Y clamando a Dios en los momentos difíciles, Él le prosperó. Y murió Abías, y quedó al frente de la congregación, su hijo el pastor Asa.

 

  1. Y Asa hizo lo bueno delante de Jehová su Dios, porque quitó los altares del culto extraño  y los lugares altos que había en la iglesia. Poco después, cuando el pastor Asa escuchó las palabras del profeta Azarías, cobró ánimo y quitó también los ídolos abominables que había no solamente en su iglesia sino en todas las demás, y reparó el altar de Jehová, quitando todo servicio del tabernáculo según el sacerdocio levítico (hebreos 13.10, 7.5).

 

  1. Tal como las crónicas de los reyes de Israel y Judá nos cuentan sus historias, así prosigue la historia de las iglesias a través de generaciones: Pastores van, pastores vienen, unos con buen corazón delante de Dios; pero sin la valentía necesaria para derribar los ídolos que hay en las iglesias, otros que hacen la obra con indolencia, predicando otros evangelios, por lo cual acarrean maldición sobre ellos y las congregaciones (Gálatas 1.6-9).

 

  1. Y llegamos hasta  los días actuales, en los que muchas iglesias están sin Dios  (Efesios 2.12) porque los ministros no se sujetan al diseño que Jesucristo tiene establecido para la edificación de la iglesia, sin la gloria del ministerio de justificación (2ª. a Corintios 3.9ss), porque durante mucho tiempo no han edificado la iglesia al modo que está escrito (Efesios 4.11, 1ª. a Corintios 12.28, Efesios 2.7, 1ª. a Corintios 4.20, 1ª. a Corintios 2.4-5) en el diseño arquitectónico establecido por Jesucristo en el nuevo pacto, del cual debieran ser ministros competentes.

 

  1. Los que se desvían de Sus mandamientos al hacer la obra del ministerio, son soberbios y malditos, y Dios tiene derecho a reprenderlos ¿o no?  (Salmos 119:21). Y quienes no escuchan una reprensión ni soportan la disciplina, están desechando al que les amonesta desde el cielo (Hebreos 12.25), y por lo tanto, más allá de apenas una reprensión, en aquel día Jesucristo les dirá que no los conoce, y no podrán entrar a la habitación que les había preparado.

 

  1. ¿Quiénes serán hoy los nuevos pastores Ezequías que hagan lo recto ante los ojos de Jesucristo? ¿Quiénes serán los Titos que corrijan lo deficiente (1.5) quitando el culto y la alabanza de los lugares altos en los que se promueve actualmente, y los trasladen a los templos de piedras vivas? Porque en la actualidad muchos pastores le dicen a la congregación: “Pasen aquí al frente, al altar, en donde está la gloria de Dios, no se queden allá atrás”. Torciendo de esta manera la palabra, porque en el nuevo pacto la gloria de Dios no se manifiesta en un altar hecho por manos humanas, sino en los templos vivos, sin importar si están al frente, en medio, o hasta el último rincón del edificio.

 

  1. ¿Quiénes serán los nuevos ministros Ezequías que destruyan los ídolos de vanidad que se han levantado en las iglesias por hacer la obra de edificar la iglesia a su manera, según las mejores ideas de los líderes (Colosenses 2.8); pero no como lo marca Jesucristo en Su evangelio? Porque hacer la obra de esta manera, es rebeldía, es obstinación, es idolatría (1er. Libro de Samuel 15:23). Si nosotros hemos desechado la palabra de Jesucristo que nos dice cómo hacer la obra, Él también nos habrá desechado a nosotros, y no estaríamos aprobados como siervos (2ª. a Timoteo 2.15).

 

  1. ¿Y de quiénes hemos aprendido los latinoamericanos a edificar la iglesia de una manera diferente a como lo manda Jesucristo en Su manual? Lo hemos aprendido de otra nación, según las costumbres de ellos (Ezequiel 11:12 y Jeremías 10:2). Y ellos, la nación entera –esto es creyentes y no creyentes- tienen como cultura propia (es decir: le dan culto) a la costumbre de hacer las cosas “a su manera”. Recordemos la canción “I did it my way”. Y esa nación poderosa, además, ha provisto de recursos económicos a muchas congregaciones, razón por la cual llega a existir una dependencia absoluta respecto a lo que ellos deciden, una nueva forma de adoración (Mateo 4.8-9). Por eso muchos ministros no pueden ejercer su ministerio en libertad (1ª. a corintios 9.19).

 

  1. Y volvemos al punto principal de todas estas reflexiones: Que siendo nosotros hijos de Dios, no hemos alcanzado la edad marcada por el Padre para recibir el reino de los cielos por herencia (Gálatas 4:1-2). La causa más importante que ha ocasionado esta condición de niñez espiritual entre el pueblo de Dios y aún entre sus ministros, es que supuestamente hemos estado edificando la iglesia de Dios; pero si lo hacemos a nuestra manera, en realidad estamos edificando nuestra iglesia.

 

  1. Yo estoy convencido de que si abandonáramos este camino de necedad por el cual nos hemos hecho discípulos de Moisés, y nos convirtiéramos en discípulos de Jesús primeramente, para después ser perfeccionados y llegar al ministerio (es decir que edificáramos la iglesia como Él manda), pronto podríamos todos alcanzar la estatura del varón perfecto (Efesios 4:11-13), haciendo cada ministro la actividad que le corresponde en el cuerpo, recibiríamos crecimiento espiritual (Efesios 4.16) y entonces nos manifestaríamos con gloria ante toda la creación (Romanos 8:19).

 

  1. Para ello, una de las cosas que debemos hacer es derribar los altares y los ídolos que hay en las iglesias (Jeremías 1.10).

 

  1. ¿Existe alguna prueba de que la iglesia en la actualidad no está siendo edificada correctamente? Claro, y es muy fácil comprobarlo, pues basta con que se haga una comparación entre la iglesia actual y la iglesia primitiva. En la iglesia primitiva se manifestaba el poder de Dios incluso de manera perceptible a los incrédulos, pero el poder de Dios en la actualidad está presente en muy pocos ministros, en muy pocas iglesias.

 

  1. En la ley dada a Moisés, Dios estableció que en el tabernáculo existiera un altar, un lugar alto, en el cual deberían ser sacrificados los animales presentados en holocausto conforme a las diferentes ordenanzas del sacerdocio levítico. La ley que los instituyó era débil e ineficaz, nada perfeccionó (Hebreos 7.19a), y estos sacrificios, aunque se ofrecían continuamente, nunca pudieron hacer perfectos a los que se acercaban (Hebreos 10.1), razones suficientes entre otras más, por las cuales Dios procuró lugar para el segundo pacto (Hebreos 8.7), desapareciendo al anterior (8.13).

 

  1. En el nuevo testamento, el cordero sacrificado es Jesucristo, ofrecido una sola vez, y para siempre. Este pacto en la Sangre de Jesús, contiene mejores promesas que el antiguo (Hebreos 8.6), y por medio de Él, un equipo ministerial que edifique la iglesia, sí puede perfeccionar a los santos (Efesios 4.11-16).

 

  1.  En el tabernáculo de Moisés, el propósito del altar es el holocausto. En muchas iglesias “cristianas”,  personas y cosas se colocan en los altares con el mismo propósito –oculto- de darles culto, de convertirlos en ídolos.

 

  1. En el nuevo pacto, el altar es la cruz donde murió Jesús (Hebreos 13.10), altar espiritual y único, del cual no debemos hacernos ninguna imagen, ningún símbolo, ninguna reliquia ni semejanza, y por lo tanto, cualquier lugar alto que se edifique en la iglesia, es para idolatría, aunque no estemos conscientes de ello.

 

 

Ministerio de Enseñanza “Nuevo Pacto”

Hno. Ramón Oliveros Ochoa

Hna. María Auxilio Carrillo Ibarra

Marzo de 2014