26.- La doctrina de Jesús
Si de aquello que solo era figura y sombra de las cosas celestiales, a Moisés le fue ordenado que lo hiciera conforme al modelo que se le mostró en el monte (Hebreos 7.44 y 8.5), ¡¡¡cuánto más nosotros!!!, si queremos ser ministros competentes del nuevo pacto, no de la letra de la ley (2ª. a Corintios 3.6), deberíamos obedecer al Señor (Juan 14.15), y edificar la iglesia de Jesucristo conforme al diseño que ÉL nos muestra en el nuevo testamento, porque Jesucristo no es mediador del viejo pacto (Hebreos 12.24), como tampoco es sacerdote levita del pacto antiguo (Hebreos 7.11).
LA DOCTRINA DE JESÚS
(Solo para ministros de la iglesia)
1 Nos dice el apóstol Juan que cuando venga alguien a nosotros, y no traiga la doctrina de Cristo, no le recibamos en casa, ni le digamos ¡bienvenido! para que no participemos de sus malas obras (2ª. Juan 10-11). Esto significa que debemos aprender a discernir lo que traen consigo los ministros, ya sean visitantes o de casa.
2 Así que es necesario que conozcamos con toda certeza cuál es la doctrina de Cristo, para que estemos en condiciones de poder despedir a algunos antes de que crucen la puerta, es decir que no les permitamos el uso del púlpito en la iglesia para predicar.
3 Esta prohibición de Jesucristo a través del apóstol Juan nos pone en una situación aparentemente difícil, pues sabemos que existe una gran diversidad de doctrinas que se oponen unas a otras, ya sean estas acerca del bautismo, de la salvación, de la expulsión de demonios, de la imposición de manos, del gobierno de la iglesia, etc.
3b Cada una de las iglesias afirma que su propia doctrina es la correcta, significando que las demás están equivocadas. Por esta razón, si nos guiáramos por ese precepto para determinar quién sí trae la doctrina de Cristo y quien no, tendríamos que hacer lo que hacen algunas iglesias: Recibir solamente a ministros de la misma denominación, bajo el supuesto de que nuestra doctrina es la correcta.
4 Lo anterior pareciera ser la solución adecuada, sin embargo eso ha traído como consecuencia que resulte imposible la reconciliación de unos que se llaman hijos de Dios con otros que también se autodenominan hijos de Dios. Así que los hijos de Dios se critican unos a otros, se reprueban mutuamente, se pelean unos con otros, teniendo como consecuencia que el mundo no crea (Juan 17:21) y todos desagradando a su Padre, pisoteando a su Señor, y afrentando al Espíritu de Gracia (Hebreos 10.29), del cual muchos afirman estar llenos.
5 Por lo tanto, resulta un concepto errado considerar que la doctrina de Cristo consista en la postura que una iglesia equis tome sobre varios temas bíblicos. No obstante, viendo en las páginas de Internet, detectamos que la mayoría de las iglesias presenta en su página principal aquello en lo cual creen, lo que equivale a declarar “según nosotros, esta es la doctrina de Cristo” y todas dicen practicar la sana doctrina.
6 Considerando que lo antes expuesto podría estar equivocado, tenía yo entonces la inquietud de saber cuál pudiera ser la verdadera doctrina de Cristo. Recordé las palabras del apóstol Pablo cuando dice que “el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder” (1ª. Corintios 4:20), y esta otra: “la palabra de la cruz es poder de Dios para los que se salvan, y quienes niegan el poder, se pierden (1ª. Corintios 1:18).
7 Sin embargo, observamos que muchas iglesias no tienen el poder de Dios, con excepción de algunos pocos ministros; muchos de los cuales no son parte de un equipo ministerial conforme a las instrucciones de Jesucristo. En esta situación, me veo impelido a considerar que muchas iglesias en general no tienen la doctrina de Cristo, por esa ausencia de poder, por no apegarse al modelo de edificación, por haber introducido filosofías, huecas sutilezas y tradiciones de los hombres, etc. (Colosenses 2.8).
8 Luego me encuentro en el libro de los Hechos un texto que viene a dar la respuesta a la inquietud planteada, porque tal como dijo Jesús: “El que busca, encuentra”. Dice en 13:12 que “entonces el procónsul Sergio Paulo, viendo lo que había sucedido, creyó, maravillado de la doctrina del Señor”. ¡Eureka! Me dije a mí mismo, aquí ha de estar un tremendo discurso de Pablo en el que explique completa y muy detalladamente en qué consiste la doctrina de Cristo. Así que me devolví unos cuantos versículos, para buscar esa elocuente predicación de Pablo. No importa cuán larga estuviera, yo la iba a leer de punta a punta para disipar toda duda al respecto.
9 ¿Pero qué fue lo que encontré? Ningún discurso, ninguna predicación, ninguna palabra de humana sabiduría elocuente o conocimiento respecto a los textos bíblicos. Ninguna erudición sobre hermenéutica, apologética, exégesis, etc., materias que resultan indispensables de aprobar en los institutos bíblicos contemporáneos mediante un examen intelectual para extenderles el título de ministro.
10 Lo que encontré fue el caso en el que el embajador del reino llamado Saulo, que es Pablo, lleno del Espíritu Santo, es decir lleno del poder de Dios, proclama un decreto de ceguera física contra el mago Elimas, por el cual “inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas”.
11 ¡Eso es! Aquí está comprobadísimo y declarado por la palabra que la esencia de la doctrina del Señor no consiste en palabras, sino en poder de Dios. Falsas doctrinas de hombres, ¡están descubiertas! Simplemente pareciera que andamos todos perdidos en doctrinas humanas, sin que nos acompañe el poder de Dios, con señales, maravillas y prodigios, que es la esencia de la verdadera doctrina de Jesús.
- Por ejemplo, Pablo se atrevió a decir que algunos súper apóstoles hebreos que estaban visitando a los corintios (2ª. a Corintios 11.22), eran falsos, y esto lo hizo basándose en la ausencia de poder de Dios en ellos (1ª. Corintios 4:19), aunque fueran muy elocuentes como para presentar a otro Jesús y a otro evangelio (2ª. a Corintios 11.4). Y aún así, lograban que el mensaje fuera aceptado por los corintios (2ª. Corintios 11: 5 y 13), tal como los “cristianos” escuchan hoy a falsos ministros.
- En una ocasión nos visitó un “evangelista”, ex boxeador, quien consiguió permiso del pastor de la casa para predicarnos, rogándole que por favor le ayudara, que le diera la oportunidad de predicar, pues no traía ni cinco centavos para continuar con su viaje. Quizá el pastor quiso hacer una obra de caridad; pero no con su dinero (Lucas 11.41), y al costo de que toda la congregación participara de las malas obras de ese “evangelista” que no traía la doctrina de Cristo, pues vino con elocuencia y conocimiento; pero sin poder de Dios (1ª. Corintios 2:4-5), y con el propósito manifiesto de que predica el evangelio solo como su “modus vivendi”.
14 Así que volviendo con el planteamiento inicial acerca de cómo saber si alguien trae o no trae la doctrina de Cristo, esto ha quedado ahora totalmente resuelto: ¿Traes poder de Dios? Bienvenido hermano, pásale, y bendícenos con las manifestaciones de las riquezas en gloria de nuestro Dios, que también son para este siglo (Efesios 2.7, Hebreos 12.27-28). ¿No traes poder de Dios? Lo siento hermano, no te puedo recibir en la iglesia aunque seas muy elocuente, aunque traigas palabra bíblicamente correcta y muy entusiasta, inclusive aunque trajeras palabra de revelación y con mucha “unción”, porque nos contaminarías con tus maldades. Sigue tu camino, que te vaya bien, que el Señor tenga misericordia de ti para que no llegues a escuchar las palabras “Apártate de mí, maldito, no te conozco”.
15 Conclusiones: La falta de poder de Dios en el grupo de ministros que debe estar edificando cada congregación, equivale a adulterar la doctrina del Señor y demuestra que los ministros no son auténticos, solo se sienten muy ufanos de sus cualidades humanas naturales (2ª. Corintios 12:9). El poder de Dios demostrado con señales, milagros, prodigios, etc., es uno de los ingredientes indispensable para que se pueda afirmar sin falsedad que traemos la doctrina de Cristo, como base para la fe de los creyentes (1ª. a Corintios 2.4-5, 1a. a Tesalonicenses 1.5). Otro ingrediente para que la doctrina que trasmite una persona sea verdadera, es el amor fraternal no fingido.
16 Si desea usted conocer más a fondo la condición actual de muchas iglesias, solicite el estudio titulado “Líderes y cristianos parcialmente convertidos” por este mismo medio.
La búsqueda
17 Estoy buscando una persona que verdaderamente milite en el Espíritu, que tenga autoridad para destruir fortalezas, argumentos y altiveces del enemigo (2ª Corintios 10:4-5). Si usted conoce a alguien que reúna estas características, por favor ayúdeme a ponerme en contacto con esa persona (Apocalipsis 2:2b).
Ministerio de Enseñanza “Nuevo Pacto”
Hno. Ramón Oliveros Ochoa
Hna. María Auxilio Carrillo Ibarra
Diciembre de 2011