20.- Sal sin sabor

Si de aquello que solo era figura y sombra de las cosas celestiales, a Moisés le fue ordenado que lo hiciera conforme al modelo que se le mostró en el monte (Hebreos 7.44 y 8.5), ¡¡¡cuánto más nosotros!!!, si queremos ser ministros competentes del nuevo pacto, no de la letra de la ley (2ª. a Corintios 3.6), deberíamos obedecer al Señor (Juan 14.15), y edificar la iglesia de Jesucristo conforme al diseño que ÉL nos muestra en el nuevo testamento, porque Jesucristo no es mediador del viejo pacto (Hebreos 12.24), como tampoco es sacerdote levita del pacto antiguo (Hebreos 7.11).

 

Repetimos muchas veces que el Señor viene ¡pronto, ya!; pero eso no sucederá todavía mientras nosotros no hayamos forzado a entrar (Lucas 14.23) a la plenitud de los gentiles (Romanos 11.25) y se halla predicado este evangelio del reino (Mateo 24.14). ¿Está Israel bajo ataque? Es culpa de nosotros los “cristianos”, porque hemos nulificado la obra pacificadora de Jesús en la cruz entre Israel y los demás pueblos (Efesios 2.14-16), al hacer que las iglesias vivan en una mezcla de ambos pactos, siendo que Jesucristo ya abolió el antiguo (Efesios 2.15, Colosenses 2.14, Hebreos 7.18-19 y otras), porque cuando se hace un nuevo testamento, el anterior pierde su validez (Hechos 8.13).

 

Si viviéramos en la locura de la cruz como lo hicieron aquellos ministros competentes de la iglesia primitiva, Dios continuaría hoy y durante todas las generaciones (Efesios 2.7) destruyendo la sabiduría de los sabios y el entendimiento de los entendidos, por las demostraciones de poder (1ª. a Corintios 1.19 y 18, 2.4-5 y 4.20), manifestadas a través de ministros aprobados (Hebreos 2.4). Haciéndolo así, la iglesia cumpliría su misión en este mundo ante los principados y potestades celestiales (Efesios 3.10) que todavía lo gobiernan por la escasez de ministros que militen en el Espíritu (2ª. a Corintios 10.3-5). 

 

UNA SAL SIN SABOR

(Solo para ministros de la iglesia)

 

1 “Ustedes son la sal de la tierra”, es una frase de Jesús muy conocida. Y vamos viendo de qué manera se manifestó esa característica en los líderes de la iglesia primitiva, porque fue un sabor con el cual en su época le proporcionaron un sazón muy particular a la vida de la humanidad.

 

2 En primer lugar, siendo aún los 12 discípulos -escogidos de entre muchos- unos creyentes inmaduros, fueron enviados a hacer un recorrido por las comarcas de aquella región, dándole un sabor muy sui géneris a la vida cotidiana con diversos milagros, sanidades, prodigios, señales, liberación de endemoniados, etc. Los 70 fueron también enviados de la misma manera, y habiendo saboreado tal sazón, regresaron muy contentos pues hasta los demonios se les sometían en el nombre de Jesús (Mateo 10 y Lucas 10).

 

3 Habiéndose quedado huérfanos por un corto lapso, durante el cual se sometieron a las instrucciones de Jesucristo resucitado quien les ordenó esperar, luego recibieron al prometido de Jesús y empezaron a sazonar por todos lados, después de que fueron investidos con poder de lo alto, no antes. Y era tal y tan intenso el sabor de esta sal, que no solamente ellos sino también los 7 ministros/diáconos que servían a las mesas y otros discípulos más eran sal de la misma calidad, con el mismo sazón: Milagros, sanidades, prodigios, señales, liberaciones, etc.

 

4 La producción de sal de tan buena calidad se incrementó por infusión del Espíritu Santo aquí y allá, en estos y en aquellos, creyentes y neoconversos, a grado tal que la sola sombra de Pedro o las prendas de Pablo obraban milagros (Hechos 5.15 y 19.11-12).

 

5 Ya fuera Juan Sal,  Esteban Sal,  Ananías Sal,  Agabo Sal, Felipe Sal o cualquier otro miembro de la familia de Dios que tuviera idéntico sazón, el caso es que ellos cocinaron platillos exquisitos de almas que despedían olor fragante para Jehová.

 

6 Pero 300 y pico de años después, ya la iglesia católica estaba prefiriendo el sazón del poder político, económico y religioso, en vez de aquella sal pura, intensa y sabrosa. Más adelante, por el siglo XVI se vino un resquebrajamiento de las estructuras eclesiásticas religiosas. Sin embargo, los reformadores protestantes no se ocuparon en volver a agarrar el sabor de aquella sal antigua, sino que se enfocaron en hornear guisos extraños con los errores de la jerarquía católica como ingredientes principales.

 

7 De tal manera han sucedido estas cosas, que ahora en el siglo XXI tenemos que los líderes de las iglesias en general (ya sea católica, protestante, episcopal, apostólica, bautista, etc.) no tienen aquel sabor de sal intenso, sabroso, grato al paladar del espíritu. Los líderes de la actualidad se han conformado con un sabor espiritualmente insípido, condimentado con especias como la elocuencia, la hermenéutica, la apologética, etc. Muchos tienen títulos y diplomas de ser chefs, expedidos por otros chefs igualmente insípidos. Y las multitudes también se han conformado con ese sabor, por eso siguen consumiendo tales platillos desabridos.

 

8 ¿Cuál es la condición espiritual de una iglesia que no tiene un ministro de Dios verdadero en el cual haya autoridad y poder de Dios para visitarles así como lo hacía Pablo,  para poner a prueba no las palabras, sino el poder de los que andan envanecidos? (1ª. a Corintios 4:19) Es una condición de debilidad espiritual extrema, siempre a expensas de que los muchos lobos rapaces que ya están adentro del redil la devoren, y de que los falsos hermanos la sometan a la esclavitud de la ley (Gálatas 2:4-5).

 

9 El poder de Dios es la sazón de un ministro. Y si ustedes los líderes que están edificando la iglesia, que son “la sal de la tierra, han perdido el sazón, ¿cómo le harán para recuperar su sabor? Ya no sirven para nada, sino para que la gente los deseche y los pisotee”. Eso es lo que hace mucha gente del mundo, no porque sea mala, sino porque no ha visto las evidencias de la autenticidad. Para que la palabra de la cruz resulte en salvación de los que creen, es necesario que se manifieste como poder de Dios (1ª. a Corintios 1.18). Por lo tanto, las iglesias insípidas no serán arrebatadas,  porque Jesús no las conoce (Mateo 7.21-23).

 

10 Si desea usted conocer más acerca de la situación actual de las iglesias cristianas en el mundo, solicite el estudio de la carta a los hebreos titulado “Líderes y cristianos parcialmente convertidos”.

 

 

 

 

 

 

Ministerio de Enseñanza “Nuevo Pacto”

Hno. Ramón Oliveros Ochoa

Hna. María Auxilio Carrillo Ibarra

Mayo 2011