2.- Nuestros caminos no son SUS caminos

 

NUESTROS CAMINOS

(Solo para ministros de la iglesia)

 

  1. Corre el año 587 antes de Cristo. El rey Nabucodonosor de Babilonia ha invadido Israel. Llega a Jerusalén y destruye el templo de Jehová. Desolación, muerte y esclavitud es el castigo que Dios había decretado para Su pueblo, anunciado con anticipación por el Eterno a través de Sus profetas Isaías y Jeremías (Amós 3:7).

 

  1. El pueblo de Dios en esos tiempos cumplía con los mandatos de Jehová contenidos en la ley de Moisés: Celebraba las fiestas estipuladas en ella; ofrecía los holocaustos ordenados por Dios, las ofrendas, los sacrificios; pagaba los diezmos y las primicias que estaban estipulados en la ley para que los sacerdotes pudieran tener su sustento. Entonces: ¿Qué era lo que Dios les reclamaba? ¿Cuál fue la causa de que Jehová decidiera aplicar este castigo a Su pueblo?

 

  1. Respuesta: Se habían apartado de vivir conforme a los caminos de Jehová, y hacían según mejor les parecía a ellos. Pues bien, eso mismo sucede hoy en día con el pueblo de Dios: Los creyentes se congregan, van a la iglesia, oran, levantan sus manos, danzan, lloran clamando por el perdón de Dios; pero siguen en sus propios caminos. Muchos líderes edifican la iglesia según sus mejores ideas, pero no como lo manda Dios en Su palabra.

 

  1. Hace más de 3 mil años dijo Dios qué es lo que exige de Su pueblo: “que andemos en sus caminos” (Deuteronomio 10:12), lo cual implica que no andemos en los nuestros, que no hagamos la obra de Jehová según nuestras mejores ideas, porque nuestros pensamientos no son los de Él. Aún los más sabios, no alcanzan lo insensato de Dios, si es que en Dios pudiera haber insensatez (1ª. Corintios 1:25).

 

  1. Pero . . . . ¡Cómo amamos también hoy nuestros caminos! ¡Cómo amamos todavía hoy nuestra manera de hacer las cosas! Tanto así, que aún la supuesta obra de Dios que hacemos, que debiera ser preparar una iglesia santa, sin mancha, sin arruga para cuando ÉL vuelva, la hacemos según nuestra manera de pensar, conforme a nuestras mejores y brillantes ideas; pero no conforme al diseño de Jesucristo.

 

  1. Cuando la iglesia es edificada según el párrafo anterior, no podemos decir con el salmista que Sus pensamientos son preciosos para nosotros (Salmo 139:17) puesto que estamos  prefiriendo los nuestros. Estaríamos mintiendo. De esta manera, han prevalecido los pensamientos que hay en nuestro corazón, por encima del consejo de Jehová (Proverbios 19:21), porque hemos considerado que si edificamos la iglesia como lo marca Dios, se van a presentar tales inconvenientes, tales desventajas, tales problemas, como si Dios no conociera nuestra naturaleza y nosotros fuésemos más sabios que Él.

 

  1. Sabemos que nuestros pensamientos no son los pensamientos de Jehová; pero aún así, no queremos dejar nuestros pensamientos inicuos, no queremos volvernos a los caminos de Jehová y dejar los nuestros. (Isaías 55:7-9), y volvemos a ser un pueblo rebelde que anda por camino no bueno en pos de sus pensamientos (Isaías 65:2), porque ahora invalidamos el mandamiento de Dios siguiendo las nuevas tradiciones humanas que aprendimos en la iglesia (Marcos 7.7-9 y Colosenses 2.8).

 

  1. ¿Qué es lo que sucede entonces cuando hacemos la obra de Dios según nuestras mejores ideas y no como lo marca Dios? Estamos escogiendo nuestros propios caminos, nuestra alma ama esas abominaciones, y por lo tanto, Dios escoge para nosotros escarnios, y cae sobre nosotros lo que tememos, porque al escoger nuestros caminos en vez de los de ÉL, le desagradamos (Isaías 66:3-4).

 

  1. ¿Cuál será el buen camino para que andemos por él y hallemos descanso para nuestra alma? ¿El nuestro, o el de Él? (Jeremías 6:16). Nos conviene mejorar nuestros caminos y nuestras obras (Jeremías 7:3 y 18:11). Al hacer la obra del ministerio según nuestras mejores y brillantes ideas; pero no según lo manda Jesucristo en Su nuevo pacto, estamos tropezando en nuestros caminos, nos estamos olvidando de Él, le estamos levantando un altar al dios de  la vanidad,  adorándole  y quemándole incienso (Jeremías 18:15), porque esa es la naturaleza de nuestros pensamientos.

 

  1. Sorprendente. Esta cita es la idea central del presente escrito, que tiene por objetivo descubrir nuestra verdadera condición espiritual delante de Dios. Le sugiero no continuar sin antes haber captado la realidad y el tamaño de esta idolatría, porque los idólatras no podrán entrar en el reino de los cielos (1ª. a Corintios 6.9). Esta es una –entre muchas otras- de las razones por la que muchos ministros escucharán estas palabras: “Nunca os conocí”.

 

  1. Este ídolo de vanidad está presente en muchísimas iglesias. Su principal estrategia es pasar desapercibido, no se da a notar, y eso que no usa camuflaje ni maquillaje. Una vez que se infiltra en la iglesia por medio de una decisión mal tomada por el líder absoluto o por el consejo presbiterial, generaciones de creyentes van y vienen, y él permanece allí creando derechos de antigüedad y status de sana doctrina. Es una mancha, o una arruga que descalifica a la congregación.

 

  1. ¿Qué hace Jehová cuando nosotros edificamos la iglesia según nuestras mejores ideas? Habla mal contra nosotros, para darnos a cada uno según nuestros caminos  y según el fruto de nuestras obras, el cual indudablemente no será bueno (Jeremías 26:13 y 32:19).

 

  1. Es necesario para nosotros que seamos transformados por la renovación de nuestro entendimiento (Romanos 12:2), para que podamos llegar a preferir SUS caminos sobre los nuestros, para que lleguemos a tener la mente de Cristo (1ª. Corintios 2:16), para que alcancemos la madurez, para que ya no seamos esclavos (Gálatas 4.21-25 y 30),  y podamos así recibir el reino por herencia (Gálatas 4:1-5). Por lo tanto, escudriñemos nuestros caminos, volvámonos a Jehová (Lamentaciones 3:40), para que no ponga sobre nosotros las abominaciones que hemos estado cometiendo al hacer la obra a nuestra manera (Ezequiel 7:3-4 y 8-9).

 

  1. Si usted quiere que la iglesia que está usted edificando sea la de ÉL, hágalo como ÉL dice, aunque no lo entienda, aunque a usted le parezca necia Su idea; pero si es nuestra iglesia, sigamos edificándola según nuestros mejores pensamientos.

 

  1. ¿Cómo podríamos presentar para ÉL una iglesia sin mancha y sin arruga, si no pusiéramos en práctica los cambios necesarios para corregir las muchas cosas  deficientes que hay en la iglesia (Tito 1:5)? Para hacer esta obra,  se requiere tener la autoridad espiritual y la valentía de un ministro competente del nuevo pacto, porque los argumentos que se han levantado son fortalezas y altiveces que se han estado oponiendo para que los líderes y las ovejas no alcancen el conocimiento vivencial auténtico de Cristo (2ª. Corintios 10:4-5).

 

  1. Pero los que no sean valientes, los incrédulos que digan “puedo seguir igual sin corregir nada”, los que continúen en la mentira de sus mejores pensamientos, en sus vanidades, en sus abominaciones, hechicerías, fornicaciones e idolatrías, tendrán su premio en el lago de fuego (Apocalipsis 21:8).

 

  1. Hoy, al igual que en aquellos lejanos tiempos, algunos líderes de iglesia levantan ídolos de vanidad (algunos visibles, otros invisibles; pero ambos no identificados), los ponen en lugares altos del edificio donde se congrega la iglesia, y las ovejas les siguen en su fornicación sin darse cuenta (1ª. a Corintios 8:10). Mientras tanto, Dios repite como antaño: “Vuélvanse a mí, y yo me volveré a ustedes” (Zacarías 1:3). Existen evidencias claras de esta lejanía de Dios; pero los líderes no las perciben, pues muchos viven en una vana ilusión de creer que tienen comunión con Dios.

 

  1. Este ídolo de vanidad se encuentra muy bien posicionado en la mayoría de las iglesias, y es el que le abre las puertas a todos los demás. Si no se le identifica y destruye totalmente, resultará imposible hacer algo en contra de los otros ídolos (Mateo 12:29).

 

  1. Había leído que Jehová es celoso, pero no me había dado cuenta qué tanto. Había leído que la puerta es estrecha, pero no me había dado cuenta qué   tanto.

 

  1. En síntesis, la situación de los líderes que prefieren edificar la iglesia a su manera, es que no están en Cristo Jesús (Romanos 8:1), sino que están extraviados en sus propias doctrinas (2ª. Juan 9) o en la ley, vanamente hinchados por su propia mente carnal (Colosenses 2:18).

 

  1. Seguramente usted es un siervo de Dios que quiere agradar a su Señor, y para ello es necesario hacer lo que Él dice y como Él dice, en otras palabras que prefiramos sus caminos y no los nuestros. En los siguientes escritos trataré de abordar cada uno de los caminos por los que han escogido andar muchos líderes de las iglesias cristianas, para que conociéndolos, se tomen las decisiones necesarias a fin de volver a la sana doctrina para permanecer en ella (2ª. de Juan 1:9).

 

 

Ministerio de Enseñanza “Nuevo Pacto”

Hno.  Ramón Oliveros Ochoa

Hna.  María Auxilio Carrillo Ibarra

Actualizado a febrero de 2014