15.- El tabernáculo de David

Si de aquello que solo era figura y sombra de las cosas celestiales, a Moisés le fue ordenado que lo hiciera conforme al modelo que se le mostró en el monte (Hebreos 7.44 y 8.5), ¡¡¡cuánto más nosotros!!!, si queremos ser ministros competentes del nuevo pacto, no de la letra de la ley (2ª. a Corintios 3.6), deberíamos obedecer al Señor (Juan 14.15), y edificar la iglesia de Jesucristo conforme al diseño que ÉL nos muestra en el nuevo testamento, porque Jesucristo no es mediador del viejo pacto (Hebreos 12.24), como tampoco es sacerdote levita del pacto antiguo (Hebreos 7.11).

 

 

EL TABERNÁCULO DE DAVID

(Solo para ministros de la iglesia)

 

  1. Todos conocemos la historia del templo, de manera que no hace falta mencionar nada acerca de su construcción, su destrucción, su reconstrucción, etc.

 

  1. Sin embargo, dos cosas sí son importantes de conocer:

 

  1. ¿Cuáles fueron los motivos que tuvo Dios para ordenar su destrucción? Y

 

  1. ¿Qué dijo Jesús respecto al templo?

 

  1. En cuanto a los motivos de Dios, resulta sorprendente entenderlo: Los judíos de aquellos tiempos del profeta Jeremías acudían fiel y oportunamente a cumplir con todas las ordenanzas de la ley respecto al culto, presentaban las ofrendas de paz, las de expiación, efectuaban los sacrificios de ganado, invocaban el nombre de Dios, danzaban en el templo, levantaban las manos, cantaban los salmos, adoraban a Dios, etc.

 

  1. Y no obstante todo lo anterior, habían llegado a colmar la copa de la ira de Dios hasta el borde, de tal manera que Dios les decía “mejoren sus caminos y sus obras, conviértanse a mí” (Jeremías 7:3  y 18:11).

 

  1. Dos eran las principales causas de esta ira provocada en Dios por Su pueblo Israel: Por una parte, estaban las injusticias que cometían unos contra otros (Jeremías 7:5-6), y por otra que el templo se había convertido en un ídolo en el corazón de ellos. Los israelitas decían: “Templo de Jehová es este”, en respuesta a las profecías de destrucción, queriendo decir  con ello  que el templo no podría ser destruido por nada ni por nadie. De esta manera, ellos llegaron a poner su confianza en el templo de Dios y no en el Dios del templo (Jeremías 7:4 y 14).

 

  1. La ira de Dios llegó a su límite (no porque tenían un templo de adoración, sino porque al templo lo habían convertido en ídolo), y era tanta la abominación que sentía Dios en contra de Su pueblo, que buscando la manera en que pudiera ÉL impedir que el pueblo continuara provocándole, no encontró ÉL otra cosa sino ordenarle a Nabucodonosor Su siervo, que destruyera el templo. Es decir que esta fue la única salida que encontró Dios para desechar a Su pueblo y echarlo fuera: Destruir el templo y la ciudad (Jeremías 7:15).

 

  1. ¡Cosa tremenda es esta! Dios mismo destruyendo Su templo, en el que tiempo atrás había mostrado SU Gloria, ahora con el único propósito de sacarlos del templo para que ya no siguieran ellos provocándole. Destrucción, muerte, desolación y esclavitud durante 70 años para aplacar Su ira.

 

  1. Algo similar sucede hoy día en las iglesias cristianas: Los hermanos agraviándose unos a otros, los ofendidos acudiendo ante los tribunales gentiles para acusar a los ofensores, injusticias de unos para con otros, presentar ofrendas sin reconciliarse con el ofendido, edificar la iglesia conforme a sus mejores ideas, etc.; pero cumpliendo fielmente con asistir a los cultos dos veces por semana, en donde levantan sus manos, cantan, danzan, tocan instrumentos, predican el amor, etc.

 

  1. Pasando al otro punto, vamos meditando sobre aquella ocasión en que Jesús habló con la samaritana en el pozo de Jacob. Ella le planteó una situación al maestro, diciéndole: “Nuestros padres dicen que se debe adorar a Dios en este monte; pero ustedes los judíos dicen que se debe adorar a Dios en Jerusalén. ¿Tú qué dices? (Juan 4:19-24).

 

  1. Conocemos textualmente la respuesta de Jesús. Ahora pasemos a meditar sobre su significado y su alcance.

 

  1.            Implícitamente es como si Jesús le hubiese dicho: “Mira mujer, a este templo en el cual decimos nosotros que se debe adorar a Dios, ya no le quedan de vida ni 40 años, porque será destruido totalmente. Pero ese edificio construido por manos humanas no hace falta para nada, porque a partir de hoy, los verdaderos adoradores no necesitarán un lugar sagrado para adorar, pues lo harán en espíritu y en verdad. Ese templo sagrado para los judíos, ya está de más, porque es solo sombras del verdadero tabernáculo que levantará Dios y no el hombre” (Hechos 15.15-18).

 

  1.             Sabemos que todo lo relativo a la ley, son solo sombras de las cosas espirituales reales. Pero me he dado cuenta que esas sombras de la ley tienen un gran poder de fascinación que atrae y cautiva a un sinnúmero de líderes de las iglesias cristianas, tanto así que los atrapa por la práctica de ordenanzas, ceremonias y costumbres que ya están obsoletas, que ya están derogadas por el nuevo pacto. De esta manera, tales líderes están siguiendo a Moisés y no a Jesús, se han extraviado de la verdad y sus almas van rumbo a la muerte, van por el camino ancho, y si permanecen en él, no podrán encontrar la puerta estrecha. El propósito de estos escritos es hacer que algunos pocos escogidos de esos muchos, vuelvan (Santiago 5.19-20).

 

  1.              Un deslumbramiento del que más recientemente me he dado cuenta, es que algunos ministros tienen como encomienda de parte de Dios según ellos, el levantar físicamente el tabernáculo caído de David, y por eso están entregados con muchas ganas en el propósito de edificarlo.

 

  1.               Pero el Espíritu Santo no puede inspirar a alguien que haga algo contrario a lo que dijo Jesús, porque los tres están de acuerdo. Jesús no le dijo a la samaritana “No me preocupa que el templo vaya a ser destruido, porque mis discípulos construirán miles alrededor del mundo”. No. Le dijo que para ser verdaderos adoradores, no hay necesidad de entrar en un templo físico, sino más bien edificar el templo espiritual en base a la verdad (Juan 1.17).

 

  1.                Y veo a algunos apóstoles con su confianza puesta en el día en que terminen de construir el tabernáculo físico, porque ese día, según ellos, Dios hará descender allí Su Gloria. La misma idolatría por el templo que los judíos en los tiempos del profeta Jeremías (7:14). El pueblo siendo llevado a adorar a Dios en los lugares altos que existen levantados en las iglesias para que allí suban los ídolos, al igual que antaño (2º. Libro de las Crónicas 33:17). Pero en el nuevo pacto con Jesús está establecido que el único lugar de adoración es el templo vivo. Por lo tanto, edificar un tabernáculo/templo de piedras frías, es abominación a Jehová, una maldad suficiente para no poder entrar en el reino.

 

  1.               Y yo estoy seguro que los van a construir. Recursos no les van a faltar, porque el enemigo provee abundantemente a los líderes eclesiales para que hagan todo aquello que sea contrario a la Palabra. Y el día de la ceremonia de dedicación o como le llamen, será un día de júbilo, de llanto, de emociones desbordadas. Ellos realmente estarán convencidos de que es la Gloria de Dios que estará cayendo. Y millares y millares vendrán o irán de muchas partes del mundo, para ser partícipes de esa “gloria”. Sin darse cuenta, estarán menospreciando a Jesús, a quien en su buena intención quieren agradar.

 

  1.               En el antiguo pacto existía solamente un lugar en donde el pueblo de Dios debería adorarle, y erigir otros altares con ese mismo fin era ofender a Dios. En el nuevo pacto existe también un solo lugar de adoración, que es cada uno de los templos vivos, y levantar otros con piedras frías es al igual que antes, una ofensa a Dios.

 

  1.                El tabernáculo que debieran edificar los ministros de Dios, es con piedras vivas, logrando que las ovejas hagan lo que Jehová está pidiendo desde siempre: “conviértanse a mí, y yo los sanaré, yo haré que sus iniquidades no les alcancen”, pues por lo común la conversión de los creyentes es parcial.

 

  1. En aquella ocasión Dios destruyó el templo para desecharlos, para sacarlos de Su presencia. ¿Qué hará ahora?

 

  1.     ¿Hasta qué altura estará nuevamente llena la copa de la ira de Dios por las injusticias y las abominaciones de Su pueblo? Tenemos nuevas profecías de castigo y destrucción para este tiempo en el libro del Apocalipsis, anunciadas con mucha anticipación, solo nos resta esperar a que la copa llegue nuevamente al borde.

 

  1.             El pueblo de Dios no conoce el juicio de Jehová (Jeremías 8:7b), aunque lo lea en la Biblia.

 

  1. Durante los primeros 3 años de su reinado, Salomón había estado ofreciendo holocaustos y sacrificios de comunión a Jehová en un santuario pagano, en Gabaón, donde estaba el lugar alto más importante. Eso lo hacía a pesar de que la intención de su corazón era recta delante de Jehová. Era un prietito en el arroz. Y Dios habló a Salomón a través de un sueño en ese santuario pagano (1er. Libro de los reyes 3:3-5).

 

  1. Conocemos la historia de qué fue lo que Dios le ofreció y qué fue lo que Salomón pidió, y la sobreabundancia que le dio Dios más allá de lo que había pedido. Y Jehová le puso una condición, que a cualquiera de nosotros nos podría pasar desapercibida para considerarla y cumplirla: “Que anduviera en SUS caminos, que guardara SUS estatutos y SUS mandamientos” (ver. 14), pues la realidad es que en muchas cosas de la vida de la iglesia andamos por nuestros caminos, guardamos nuestros estatutos  y nuestros mandamientos, edificando la iglesia a nuestra manera.

 

  1. Y la rapidez y sometimiento con que Salomón respondió a esas palabras, es sorprendente: Ese mismo día se devolvió para Jerusalén, se presentó ante el arca del pacto de Jehová y ofreció allí holocaustos y sacrificios de paz (v. 15).  No más Gabaón, no más lugares altos, no más santuarios paganos.

 

  1. Ahora vayamos un poco más adelante, en 1er. Libro de los Reyes 8:10-11. Dice allí que la nube de la gloria de Dios llenó la casa de Jehová “cuando los sacerdotes salieron del santuario”, no antes. Dice también que los sacerdotes no pudieron permanecer dentro de la casa a causa de la nube, pues tan densa era la gloria. Es decir que la gloria era una realidad física tangible, visible, sensible; no era una vana ilusión, no era tampoco una cuestión de fe, por cuanto fe es la certeza de lo que no se ve.

 

  1. Hoy en la actualidad, algunos líderes le dicen a la congregación: “Pasen para acá al altar, porque aquí está la presencia de Dios, la gloria de Dios”; pero la palabra dice que la nube llenaba toda la casa de Dios, no solamente el lugar santo o el lugar santísimo, de manera que hasta el último rincón de la casa estaba saturado de la gloria de Jehová. Y en la iglesia de Jesucristo solamente hay un altar (Hebreos 13.10).

 

  1. Y tanto líderes como la mayoría de las ovejas están allí, en el lugar alto de la congregación, supuestamente rodeados de la gloria de Dios. Pero Dios nos dice que aquella gloria era solamente sombras, y no obstante siendo sombras, eran tan densas que ni los sacerdotes santificados pudieron permanecer allí. ¡Cuánto más densa no será la gloria del nuevo pacto! Y cuando ésta descienda de lo alto, no será para llenar un edificio de piedras frías, que no la podría resistir, sino para llenar los templos vivos que estén suficientemente purificados como para soportar tanto peso de gloria.

 

  1. Me temo que existen muchos engaños por parte de los líderes en las iglesias cristianas.

 

  1. En cuanto a la profecía de la reconstrucción del templo de Salomón -que no de David-, ésta ya fue cumplida por Esdras y por Nehemías. Y mucho tiempo después de eso, Jesús destituyó ese templo como lugar de adoración (Juan 4:24). Posteriormente, en el año 70 de nuestra era, el templo de Salomón volvió a ser destruido físicamente. Después de eso, no hay palabra de Dios que hable de una nueva reconstrucción.

 

  1.           Ahora bien, si alguien quiere referirse a la reconstrucción espiritual del tabernáculo de David, esto también ya fue hecho, y no por hombres, sino por Dios (Hechos 15:14-18). Aquí está puesto de manifiesto que el tabernáculo caído de David, lo levantó Dios resucitando a Jesucristo, y poniéndole como rey en el trono de David, por siempre. con las demostraciones de Su poder a través de sus ministros. Mediante este poder de Dios, los ministros actuales debieran reconstruir en sus congregaciones el tabernáculo de David; pero la mayoría de los ministros “de Dios” carecen de ese poder.

 

 

 

Ministerio de Enseñanza “Nuevo Pacto”

Hno. Ramón Oliveros Ochoa

Hna. María Auxilio Carrillo Ibarra

Modificado y corregido el 2 de noviembre de 2014